Paola Valverde Alier
Presentamos algunos poemas de la poeta y gestora cultural costarricence Paola Valverde Alier. Ha representado a Costa Rica en múltiples festivales en Norte, Centro, Suramérica y España. En 2019 fue invitada por la Nación Navajo de los Estados Unidos para brindar talleres y conferencias en el marco del encuentro Haslö: Wrighting and Healing. En 2023 fue invitada por la Universidad Autónoma Juárez de Tabasco para el acto inaugural y otros espacios para conmemorar el 65 aniversario de dicha institución.
PALOMAS MENSAJERAS
Entreno palomas mensajeras.
En su ojo derecho
la brújula
guía el vuelo de retorno
hacia su palomar.
Sé muy bien dónde se oculta el sol,
unas alas agitan el horizonte
y los pichones viajan
con las miradas abatidas.
Abro las compuertas de sus jaulas.
Pronto romperán la inocencia
y yo refugiaré mi silbido
en la dilatación del tiempo.
Volarán en círculos
hasta convertirse en lluvia.
Son tan distintas a mí,
yo viajé desde otro continente
y aprendí a volar hacia una latitud desconocida.
Por eso
sigo el corazón de las palomas.
Siempre regresan al lugar donde probaron el alpiste
y vieron por primera vez un amanecer.
LA MUJER IMPAR
Porque soy una mujer impar
calzo el número
de las cerraduras prohibidas
desato mi cabello en plena lluvia
y odio el azúcar en el café
Me maquillo a solas para bailar conmigo
detengo las horas y los caminos
canto el silencio de las concubinas
soy su placer
Reconozco la desnudez en las palabras
orgasmo con ellas
me postro ante ellas
con la ansiedad de las sillas vacías
en las esquinas
Soy impar cuando amanezco
o lloro
el orden sería distinto
si no supiera ignorar las reglas
Por eso revivo la memoria de los hundidos
soy ese barco
no exijo salvación
mucho menos naufragios
Prefiero el agua caliente
para culminar con frío
y así sentirlo todo
en la corta eternidad de los peces
que andan de un lado a otro
como si a la primera
viajaran por última vez
AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS
Mamá siempre decía:
¿cómo una canción tan bonita puede durar tan poco?
Felipe Granados
El día que te fuiste
matamos la poesía en el bar.
Fue un miércoles desastroso
y lleno de botellas.
Sonaba concurridamente
la voz de Serrat.
Poníamos cervezas a tu nombre
como si el hecho de nombrarte
fuera suficiente para mitigar el dolor.
Horas más tarde estábamos en una iglesia
esperando que todo pasara rápido.
Nos abrazamos y estuvimos de acuerdo
en que pararan los rezos
para dar cabida a tu hermano mariachi
del que siempre nos hablabas
y te sentías orgulloso.
Eso fue la muerte: un cortocircuito
un cable de alto voltaje
a punto de caernos encima.
Tu mamá siempre decía eso
de Aquellas pequeñas cosas
y el mundo a tu lado fue bonito
pero nos duró tan poco.
*
Las madres no parimos con el cuerpo,
seleccionamos la leña cuando aún es verde,
atamos nuestros rezos a la copa de un cedro
y, cobijadas por su sombra,
esperamos la lumbre del amanecer.
El milagro ocurre en un tiempo impreciso
donde acumulamos pequeños altares
piedras transparentes
cartas escritas con el puño tembloroso.
Somos lágrima y tinta.
Asomamos la cabeza ante los espacios vacíos:
la casa siempre vacía,
la luna creciente en el pecho,
la vela inmóvil en el centro del salón.
Tenemos la esperanza de toparnos
en alguno de esos rincones
con la pata rota de un dinosaurio.
No sabremos reparar su extremidad prehistórica
o costurar las entrañas de un oso de felpa,
pero sí podremos extender la manta
de la medianoche
para ver sobre nosotras la promesa
de una lluvia de estrellas.
La única certeza en el camino de una madre
es la fertilidad del corazón:
hemos visto unas manitas encarnarse a las nuestras
sin importar si son semilla de otro vientre
o en el nuestro se forja su primer latido.
Es el arte de sembrar y cosechar.
Las madres no parimos con el cuerpo.
Lo nuestro es poner la vida ante este fuego.
Lo nuestro es besar la visión.
LA VIDA ANTES DE LA VIDA
Los ríos perpetraban la corteza de los árboles
la voz de la selva
permanecía campante
¡Fuerte como el jaguar
valiente como la anaconda!
Antes de nacer
fui un diminuto botón de luz
Tomé forma de cordillera
exploté en tonos turquesa
y de la sangre
almacenada en mi sexo
brotó
una estampida de colibríes
El Fuego
era un hilo costurado al sol
El verde
no domaba la llama
La mujer que custodiaba la tormenta
dejó caer los rayos
y se convirtió en pájaro
EL AMOR ES DE BAMBÚ
No existe nada más fuerte que este amor.
Su cuerpo se dobla
y no se quiebra.
Sus costillas forjan la caña
para alimentarnos;
surcan la sal
los dientes asesinos.
El viento sopla hasta la médula.
Trae arena en los ojos
para cegar
a los videntes.
Trae espuma en la boca
y flota.
Se ha caído
y flota.
Flota con la punta erguida.
Dibuja un anillo en el agua,
un eco.
Muerdo esta caña,
su raíz convulsa
el hilo de saliva
que sostiene el anzuelo.
Muerdo las peras cuando maduran.
Mi voz empapada en tu oído.
La piedra del silencio
tropieza con este bambú.
Tomo tu ala para cruzar la calzada.
Tomo tu ala y miro el tiempo.
Lloro en un podio
ante la realidad cobriza.
Lloro y me esfumo
como el vapor sobre los lagos.
Soy la mujer que creyó en una estampida
y vio en los ojos de su amante
el origen de un fuego.
MURCIÉLAGOS EN EL JARDÍN DE LOS AGAVES
Dame tu miel embravecida.
Tu miel de rapadura;
dulce y punzante.
Tu miel agreste.
Tu miel blanca.
Quiero el néctar,
la corola,
bajar al cáliz de la flor.
Frotar mi cara en el polen.
Pincharme con tus espinas.
Se endurecen los estambres.
El pistilo alucinante,
el aliento que me nombra.
La miel se desangra
y late como tambor.
La miel de las uvas.
La miel de los dátiles.
La miel que baja por tus semillas
y alcanza los higos;
el estigma de las amapolas.
Se abren las papilas gustativas.
Cae la cera:
las gotas se aplastan
en la saliva.
Cae miel en el desierto.
Caen esporas.
Se irrigan los conductos.
El cordón hacia tu carne.
Y de su piel gruesa
nace el mezcal.
Y de su tierra arenosa,
espejismos.
He lamido la corteza
de un agave.
Su cuello erecto.
Su tejido amargo.
Con la punta de la lengua
rozo el humo
que aleja a las hormigas.
Siento pasos en mis labios.
Trago el polen desgranado.
Esta es la primavera.
Y en mis alas rotas
crece un bonsái.
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PAOLA VALVERDE ALIER (San José, Costa Rica, 1984). Poeta y gestora cultural. Por 4 años dictó el taller literario del centro penal C.A.I. La Reforma (2002-2006). A finales de 2010 Editorial La Cartonera Tuanis de Costa Rica publicó su libro de poesía La quinta esquina del cuadrilátero, reeditado por Editorial ARLEKIN (Costa Rica, 2013), Editorial Lápices de Luna (España, 2016) y Cartonera Tica (Costa Rica, 2019). En 2015 Editorial Perro Azul (Costa Rica, 2015) publicó Bartender y obtuvo la Mención de Honor en el Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría de Costa Rica. En 2017 publicó Las Direcciones Estelares (Amargord, España) y las antologías Nocaut (Trabalis, Puerto Rico) (La Chifurnia, El Salvador), De qué color es el verde (Poe, Guatemala). En 2019, dentro del marco de la Feria del Libro de Costa Rica, fue directora de los encuentros Canto a la Semilla y Fuego Cruzado, organizados por la UNESCO y la Cooperación Española. En 2019, su libro El Entrenador de Palomas ganó la Selección Anual de poesía de la EUNED (Costa Rica, 2019). En 2019 publicó Cuando florecen los cactus (Amargord, España). A lo largo de su vida ha producido lecturas, talleres y festivales de poesía en todo el territorio nacional, así como en centros penitenciarios, hospitales, comunidades indígenas, colegios de Alta Oportunidad (en alianza con la Fundación Acción Joven) y hogares de niños.