Revista Latinoemerica de Poesía

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Victoria Chang



Victoria Chang

 

Compartimos una selección de poemas del libro Obit ganador de los premios Los Ángeles Times Book Prize, el PEN Voelcker Award, y el Anisfield-Wolf Book Prize publicado en español por Ediciones Universidad Austral de Chile y traducido por Carlos Soto Román.

 

El lóbulo frontal de mi padre murió sin paz de un accidente vascular el 24 de junio de 2009 en el Hospital Sripps Memorial en San Diego, California. Habiendo nacido el 20 de enero de 1940, el lóbulo frontal disfrutó de una buena vida. El lóbulo amaba ser el jefe. Trató de hablar otra vez pero alguien le puso una bolsa encima. Cuando el lóbulo frontal murió, se absorbió en sus propios labios como una ventana cerrada. En el funeral de sus palabras, mi padre no dejaba de hablar y su amor me atravesó, cayendo hacia un suelo que ya no estaba ahí. Pude oír a alguien dando pisotones. El cuerpo es tan confuso como el lenguaje, ¿estaba el lóbulo frontal haciendo una rabieta o estaba bailando? Cuando aparté el teléfono de mi padre, sus palabras murieron en el ataúd de plástico. En el funeral de sus palabras, discutimos sobre mi aborto espontaneo. No es realmente un bebé, dijo. Me quedé sin palabras y salí para despertar a sacudidas al bebé muerto. Pensé en la tecnóloga que puso a un lado el transductor y salió silenciosamente de la sala cuando no pudo encontrar los latidos del corazón. Entendí entonces que la oscuridad cae sin final. Que la oscuridad no es la absorción del color sino la absorción del lenguaje.

 

 

 

Mi madre murió, sin paz, el 3 de agosto de 2015 de fibrosis pulmonar en su habitación de la casa de reposo Aldea Walnut en Anaheim, California. La habitación nació el 3 de julio de 2012. La Aldea no era realmente una aldea. No había nogales. Solo flores cortadas. Algunos días antes, el enfermero del hospicio deslizó silenciosamente el estetoscopio sobre los pulmones de mi madre y esperó a que se inflaran. La forma en que la espera se transforma en una herida. La forma en que el enfermero inhaló, cerró sus ojos, exhaló y dijo lo siento. ¿Acaso la sangre se me subió a la cara o a las puntas de mis dedos? ¿Volvió a abrir sus ojos antes o después de decir lo siento? La forma en que la memoria es el zumbido después de un disparo. La forma en que tratamos de recordar el disparo pero no podemos. La forma en que la memoria se levanta y empieza a caminar luego de que alguien muere.

 

 

 

Victoria Chang murió, sin saberlo, el 24 de junio de 2009 en la autopista I-405. Habiendo nacido en Detroit, la ciudad del motor, es apropiado que haya muerto en una carretera. Cuando su madre la llamó debido al infarto de su padre, ella vivía una vida accidentada, una golondrina que no se zambulle. Esta no fue su primera muerte. Todas sus muertes tuvieron pliegues excepto esta. No importaba que su madre estuviera equivocada (fue un accidente vascular) sino el hecho que de Victoria Chang tuviera que preguntar si acaso debía manejar para ver el lóbulo frontal. Cuando su madre dijo , Victoria Chang no sintió ganas de hacerlo. Alguien escuchó esas ganas. Porque él no murió pero sí murieron todas sus palabras. En el hospital, Victoria Chang lloró cuando su padre desvariaba. Esto fue antes de que entendiera la crueldad de su enfermedad. Sería la última vez que lloraría frente a ella. Cambió de lugar con su sombra porque el sufrimiento cambia de forma y esto ocurre en secreto.

 

 

 

Las manos murieron el 13 de enero de 2015. La caligrafía de mi madre se había vuelto irregular y temblorosa. Los cuerpos saltan de la cama. Los pies saltan de los puentes. Las manos nunca saltan. Señalan a la gente. Hacen gestos para mejorar el lenguaje. Son la última parte del abrazo, que es lo que el cuerpo hace principalmente. Secan las lágrimas que los ojos liberan. Escriben en papel las cosas que envía el cerebro. Después de la muerte de mi madre, miré una foto en la que se había cambiado a una casa de reposo desde la sala de emergencias. Su tubo de oxígeno en la nariz, mis dos hijas pequeñas paradas a cada lado. Sus manos alrededor de las manos de las niñas apretando con fuerza hacia el pecho, el coro de nudillos que todavía albergaba, piedras blancas, que pronto serían liberadas, que pronto estarían salpicando.

 

 

 

Los recuerdos murieron el 11 de julio de 2015. Cuando volví de un viaje, mi madre estaba al borde de la cama, el cabello en su mayor parte blanco, tinte negro debajo, como un recuerdo. Las sábanas fuera de la cama en un rincón como pájaros aplastados. La cuidadora no había venido durante una semana. Mi padre paseando, sus manos trataban de hablar por él. Demasiada presión en las manos. Nadie supo lo que pasó esa semana excepto las manos. Mi madre se había ensuciado. Estaba por todo su pelo, el que había enrollado en rulos rosados uno por uno durante toda su vida. Ella negó la suciedad. Me gritó en chino por decirlo. Mi hija y yo la bañamos mientras se sentaba en la silla de la ducha, desnuda, desplomada, un animal derrotado. La muerte todavía era abstracta, podía irse por el desagüe. La tristeza seguía siendo indivisible. En veintitrés días, detonaría y nos llovería como confeti. El agua aplastó el pelo de mi madre y empezó a enterrarle la lengua.

 

 

Victoria Chang (1970) poeta, crítica literaria y editora norteamericana, nacida en Detroit, estado de Michigan, y criada en el suburbio de West Bloomfield. Graduada en la Universidad de Michigan y Harvard en estudios asiáticos, ha sido becaria en importantes instituciones, como la Fundación Guggenheim (2017). Ha publicado varios libros de poesía, prosa y libros infantiles, los que han obtenido importantes reconocimientos. Obit ganó el premio Los Ángeles Times Poetry en 2020, el Book Prize Anisfield-Wolf Book Award de poesía en 2021, y el PEN/Voelcker y fue finalista del National Book Critics Circle Award y del Griffin International Poetry Prize. Junto a ello, Obit fue nombrado uno de los 100 mejores libros del año por el New York Times y uno de los 100 mejores libros del año por la revista TIME. Vive en los Ángeles, donde enseña en el programa de magíster de escritura de la Antioch University.



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