Revista Latinoemerica de Poesía

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74. Albeiro Montoya Guiral



 

“Uno imagina el tiempo agolpado durante la última noche de un condenado a “ya no ser”, después del alba. Y es algo que sin duda sobrecoge. Hay una secreta analogía entre el reo y el poeta que quiere atrapar en una noche toda una vida, como si fuera la última, como si siempre mirara el mundo como una víspera.

Los poemas de Montoya Guiral tienen esa raigambre. Despegan de un acto violento fijado en su memoria, del saqueo cruento de su casa paterna. Desde entonces, desde que vivió o escuchó en el ámbito familar del desalojo, se ha dedicado, en versos que juntan dos raros extremos, desenfado y sofisticación al mismo tiempo, a saquear, esta vez de manera amorosa, los recuerdos vividos o escuchados desde su infancia rural”.

Juan Manuel Roca
Fragmento del prólogo para “Una vida en una noche

 


Selección de poemas del libro

Una vida en una noche


A lifetime in a night. Joyce.


I

La noche me azuza los perros.
Huelo sus ladridos desde este rincón
en que el miedo me empuja en un columpio.

II

Toda mi vida ha sucedido en esta noche.
Aquí me escondo niño, todavía.
Ya no temo las brujas que torturan en la noche
a los caballos con caricias en sus belfos.

III

Toda mi vida ha sucedido en esta noche.
Temo a los pájaros,
temo a los pájaros que me hicieron llorar
en una madrugada de febrero,
andando solitario los caminos.

IV

Toda mi vida ha sucedido en esta noche.
Una ciudad espera que se haga añicos mi cuerpo
sobre sus lenguas intermitentes,
sobre una jauría de perros ciegos que ladran dentro de mí.
Soy el poeta mudo que no ha nacido:
el sepulcro encantado en el monte.
Cruzo un camino que lleva a una casa que ya no existe.

 

 


ACTA DE DEFUNCIÓN

Hago constar que ha muerto en mí
aquel que se pintó en la cara una nariz de poeta
para hacer reír al mundo.
Se entregan, para cumplir su última voluntad,
el ritmo de una canción,
el bullicio desenfrenado de un amor,
la camisa de rayas infinitas de su padre,
las manos musicales de la mujer
que lo puso en la tierra
como quien arrojara una flor en una tumba,
la foto de un perro amarillo
(de fondo unos muchachos sonrientes
antes de que se los tragara la montaña),
el sombrero de un hombre que murió
a la primera luz de un día aletargado toda una vida,
y el discurso ignorado de las horas untadas de vacío.

 

 


POEMA SIN PÁJAROS

Abro las puertas de este verso para que vuelen los pájaros
y entre la luz de la ciudad a cegar las palabras.
Nadie es dueño del poema donde aprendió a jugar la vida.
A nadie mientras muere le pertenece el sueño
donde pace un caballo como si olfateara la eternidad.
Abro las puertas de este verso para que no quede nada.
Una barahúnda me reventará los oídos.
Si algo canta, si algo aletea en la memoria,
será mecánico como un vaivén enfermo de hilo que teje la ceguera.
Alguien recordará mi nombre y le vendrá un sabor
a café pero habrá caído muerto al querer levantar la
mano en la sombra para pronunciarlo,
y así su cuerpo sepultará lo que fui al caer en mis manos de leñador
como un árbol herido por una bala anónima.
Y ese muerto que me recordaba seré yo mismo al quedarme a solas
y abrir ante tus ojos las puertas de este poema
para dejar escapar los pájaros hacia la noche.

 

 

 

ÚLTIMA CALLE

A Carlos Héctor Trejos Reyes

Todas las noches vendrá a ladrarte una lejanía
y vas a soñar que te disparan con piedad.
Todas las mañanas despertarás
empuñando una paloma muerta.
De tus ojos saldrá
un agua de rosas antiguas
pero no podrás morir jamás.
La muerte te va a dejar esperando,
vestido y engalanado
a la altura de la mejor celebración.


Quienquiera que seas:
sin remedio tendrás que vivir.
A solas irás por la única calle que le queda a tu ciudad.
La imposibilidad del retorno y de la despedida
como aceite goteando de tus dedos.
Se te hizo muy tarde para morir.
Se te ha hecho tarde.

 

 

 

EL VERANO

La tierra es un perro amarillo
que duerme a la sombra de un naranjo.
Las mujeres le llevan agua robada
en la noche de un secreto yacimiento,
pero él, indiferente, duerme el sueño del sopor.


Un pájaro de luto vuela en círculo
mientras lo espera ver morir.


Si yo no fuera niño
saldría de esta humedad donde me enterraron
para espantarle las moscas,
para espantarle la muerte al verano.

 

 

 

NATURALEZA MUERTA

La muerte puede ser un sombrero blanco
sobre nuestros mejores libros,
un vestido sin estrenar,
un par de camisas a rayas que huelen a café,
una mujer venteando un fogón para encender la tarde.


Pero no,
soy yo
tan solo,
barriendo imágenes
en la oquedad de este instante.

 

 


ES INVENCIBLE EL INSOMNIO

Una noche lluviosa
no me dejaba dormir con sus ladridos.
Lo llevé afuera,
le introduje el cañón del revólver en el hocico
─estaba amistoso ante mí,
lamiéndome la mano, meneando su cola peluda─.
Lo miré a los ojos y, sin apiadarme, disparé.


La noche lo vio perder la cabeza
y escuchó el último latido de su corazón.


No sé cómo
a pesar de lo que cuento
va detrás de mí a todas partes,
siguiéndome de lejos por los caminos,
y llegando hasta mi lecho para interrumpir mi sueño
el perro incansable de la poesía.

 

 


VELAR LAS ARMAS

Para qué ver en la aurora un símbolo
o el estallido de un alfabeto
cuyas esquirlas rompan los vidrios de la memoria
si, al fin y al cabo, la poesía,
como el hombre, para nada sirve.

Velar las armas, cortar las manos
del titiritero, buen demonio
que para vaciar toda la furia
acendrada durante milenios
contra quien sopló vida en su rostro
nos provoca esta mala pasada
de hallar bello el mundo que nos mata.

Huyamos como Rimbaud a la tierra
de los elefantes, o matémonos
con un verso en una tarde de octubre.

 

 


LEÑA VERDE

Atávicas manos de mujer
deseadas por el fuego
Hipnotizados por la canción del humo
imperceptibles ángeles escriben
el epitafio de su colmena
El gato busca con timidez
un fragmento de sí mismo en el fogón
Un soplo lunar inició la candela
la sangre de la tierra fue su combustible
No arde el dolor como la leña verde y húmeda
Atávicas manos de mujer
deseadas por el llanto

 

 


Albeiro Montoya Guiral nació en Santa Rosa de Cabal en 1986. Es autor del libro de poemas Una vida en una noche, Monterrey, El Canto del Libro Ediciones (2015). Sus versos aparecen en la muestra de poesía colombo-peruana En tierras del cóndor, Bogotá, Taller de Edición Rocca (2014), y otros textos suyos en revistas electrónicas de Chile y Argentina. Es director de la revista virtual www.literariedad.co

 



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