Prolongación de la lluvia
Prolongación de la lluvia
(Laura Castillo – 2017)
Por Saúl Gómez Mantilla
La poesía como un reflejo, como otra realidad, un presente que corresponde a la vida, donde el futuro no existe, solo el pasado que da sentido al ahora, que pese a su brevedad, a la brizna de tiempo, al abrir y cerrar los ojos, hace del instante un perdurable recuerdo. La añoranza por la niñez, imágenes que en lo cotidiano se preservan, en la maravillosa sencillez del pasado que se embellece y es idilio. Así aparece la poesía de Laura Castillo, sencilla, sutil, como un sonido que se va colando por las grietas de la vida y allí hace su hogar; a través de la palabra intenta llenar los espacios que el tiempo ha roto.
LA ABUELA SUFRE DE ALZHÉIMER
Ha olvidado la temperatura exacta con que las gallinas picotean el suelo,
el lugar en el que abandona de vez en cuando sus recuerdos
y el tiempo en el que el mundo acostumbra amanecer.
A veces, mis ojos tropiezan con ella en la madrugada,
me mira y reconoce la orfandad. No le importa.
A la abuela le gusta caminar de noche
y, mientras lo hace, deja tajos de luz
como si habitara poco a poco el cielo.
Las cosas se nombran para ser recorridas, una puerta, un pañuelo, tienen movimiento; en la poesía de Laura Castillo los objetos se dinamizan, están más allá de las palabras, no permanecen estáticos, fluyen como el tiempo, que en la memoria se mantiene vivo en la medida que puede moverse. Y ese movimiento, ese sembrar las palabras y hacer que germinen en forma de poema es la apuesta de Laura y es el tema recurrente en Prolongación de la lluvia. La poesía es una cosecha de recuerdos, de sueños y visiones. Como una semilla, las palabras, de ese pequeño recuerdo, surgen una serie de vivencias, como un relámpago la memoria trae algunos pasajes de la infancia, la poesía intenta eternizar ese instante y compartirlo, imágenes que por su sencillez se hacen cómplices, se vuelven colectivas, como una vivencia acompañada.
ARTE POÉTICA
Las hojas caen del borde de los tejados
y entran de golpe a casa de los poetas.
Sin preguntar, se instalan en las paredes,
cuestionan el silencio,
respiran sobre la pesadez de las manos,
buscan el instante en la palabra.
De golpe, el vuelo de un pájaro revienta en el papel.
La noche entonces despierta.
El despertar y el sueño, el instante que se eterniza en la palabra, las hojas que caen son contemplación del mundo y del maravillarse ante lo cotidiano y sencillo, ante lo repetitivo que se carga de significado y representa algo nuevo. La naturaleza sigue aportando imágenes, y Laura la recorre como un transeúnte, un voyeur de su vida y sus recuerdos. Aquí aparece el silencio, mientras se camina el silencio hace su entrada, pero en la poesía el silencio es lenguaje, en la palabra es hablar de la guerra, del dolor de lo cotidiano y tanto infierno contenido. El silencio es una mano que teje el pasado, es un camino por recorrer que tiene todo de miedo como de esperanza.
CEGUERA
Una mujer arropa el sol con una mano.
En la memoria,
un abismo de reflejos
nombra el camino.
El tacto no es más que el temblor
con el que entramos en la noche.
En su trasegar, todo lo que observa Laura Castillo lo convierte en palabras, las cuales van tejiendo la memoria y las hace poema, que llegan plácidamente al lector y van haciendo una herida, porque aquello que ve Laura, duele, sus imágenes duelen. Porque las hemos percibido antes y es en la poesía que somos conscientes de ese olvido, de la indiferencia cotidiana ante el dolor de los otros. Así, a la abuela y la tejedora, al habitante de calle y la ausencia le hemos volteado la cara. Pero al leer en el poema esos actos, no tenemos como evadirlos, la realidad nos hace frente y no hay posibilidad de huir.
Esta Prolongación de la lluvia, este pequeño libro, es como el llanto que se oculta y ahora florece a través de los recuerdos, que tiene como vía de escape a las palabras. Como una semilla germina al interior de los lectores y extiende sus raíces por el cuerpo para hacer de la mirada el instante que perdura.