Una canción polaca y otros romances para oboe
Ya la poeta colombiana María Clemencia Sánchez deja entrever sus cantos personales en el libro "Tres romances para oboe". Aquí, algunos poemas de esta obra que ha pasado desapercibida por la crítica, así como otros romances.
Avenida Helen Keller en el cruce de la calle 15
Vaya lugar para una cita de amor.
Aquellos que acordaron el reencuentro
en la Avenida Helen Keller,
en el cruce de la calle 15,
a las cinco de la tarde, hora de Lisboa,
jamás se encontraron.
Cruzaron tan cerca que no se vieron.
tropezaron con el viento frío
que venía de ese muelle
donde Fernando y los otros
huyeron como niebla.
La rosa, la misma rosa de Keller,
en las manos de estos amantes,
afilaba sus espinas,
justo cuando el día
auguraba la hora ciega
del olvido.
Como en un sueño de Pedro lastra
Hoy, tarde de mayo rendida por la lluvia
de dulces presagios,
he vuelto a ser inmortal y alada
semejante a esas niñas
que ríen para siempre
deteniendo en sus pupilas
el imperio del sol,
el vuelo eterno del mar
de sus secretos corazones.
Será acaso un parpadeo del tiempo
o un manojo de agua entre los labios
y casi he comprendido
la belleza
la lluvia
los paisajes tristes que me habitan
y que en silencio me festejan.
Paraíso precario
Entonces vuelve a empezar
el día en mis manos.
Aquí se cierra el cielo
en su larga aporía
de nubes que sueñan el sol
y aves que regresan
congeladas del vuelo
de la noche.
De lo que resta,
vendrá otro día luminoso,
esquivo y anónimo
entre las hojas del tiempo,
extranjero entre nosotros,
iluminado fantasma
de una alegría indecible
perdida ya en el viento
de la memoria,
y tu cuerpo feliz renovado
de libertad,
y yo escribiendo
la sombra adusta
de otro paraíso precario.
Igual que su tristeza
¿Por qué lloras,
blanca niña?
Canción Sefardí
Como ese rostro que al paso del desierto
parece una caravana de tristezas antiguas
y agua de sed de tiempo sin río.
como esa espera que vista a la sombra
de las dunas, mira el cielo en la huida
de sus alas y es también un poco de luz
que se lleva el día.
Como esa tristeza que bajo su rostro
ocultan las niñas nómadas de la grey
del amor salvaje, sus pasos de arena
fundando una arcadia de polvo
en las manos del viento.
Igual que su tristeza sería esta canción,
y como la letra de esa canción.
Una canción polaca
Llevo conmigo los fragmentos
de tu cielo y guardo en mis días
tu único día, pequeño sol de triste nombre
que fue mi patria cuando tu nombre
fue mi única patria.
Soy el niño que nadie recuerda
cuando mueren las hojas de un árbol
quieto a la sombra tu nombre, Cracovia.
Sobrevivo entre despojos de azules horas
y en mi corazón de fracturados soles
aves limpias borran el dolor de mi único día
cuando revives en mí.
Casida del niño sin manos
Llevo en mis manos una rosa herida
como si llevara mis manos heridas,
como si fueran mis manos la herida
de una rosa que ha herido mis manos.
Llevo el viento en mis manos
donde llevaría la rosa
que llevarían mis manos
de ser el viento mis manos en la rosa.
Y así vivo, triste monarca
de una estrella triste -
como todo lo que pasa
o las cosas que se le parecen,
mientras pienso en bandadas
de lejanos abrazos.
María Clemencia Sánchez (Itagüí), poeta, ensayista y traductora. Licenciada en Idiomas de la Universidad de Antioquia y Maestra y Doctora en Literatura Hispánica de la Universidad de Cincinnati (USA). Tradujo al español poetas africanos, ingleses y franceses para el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Hizo parte de la antología de poesía del Bicentenario del Ministerio de Cultura y la editorial Letra a Letra. Bogotá, 2010.
Ha publicado los siguientes libros de poesía: El velorio de la amanuense. Premio de Poesía Afranio Parra Guzmán. Medellín, 1999. Antes de la consumación. Colección de Poesía de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2008. Paraíso precario. Colección Libro por Centavo. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2010. Recolección en rojo. Colección de poesía. Universidad del Valle. Cali, 2012. Tres romances para oboe. Colección de poesía. Fundación Arte es Colombia. Bogotá, 2014.