39. Luis Alberto de Cuenca
Mario Meléndez nos hace una selección del importante poeta español Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950). El 2009 recibió el Premio de Poesía Manuel Alcántara por su poema “Paseo vespertino”. Además de su trabajo poético, se destaca su labor como filólogo, investigador y traductor de la literatura clásica occidental. Publicamos esta muestra de sus poemas:
AMOUR FOU
Los reyes se enamoran de sus hijas más jóvenes.
Lo deciden un día, mientras los cortesanos
discuten sobre el rito de alguna ceremonia
que se olvidó y que debe regresar del olvido.
Los reyes se enamoran de sus hijas, las aman
con látigos de hielo, posesivos, feroces,
obscenos y terribles, agonizantes, locos.
Para que nadie pueda desposarlas, plantean
enigmas insolubles a cuantos pretendientes
aspiran a la mano de las princesas. Nunca
se vieron tantos príncipes degollados en vano.
Los reyes se aniquilan con sus hijas más jóvenes,
se rompen, se destrozan cada noche en la cama.
De día, ellas se alejan en las naves del sueño
y ellos dictan las leyes, solemnes y sombríos.
LA HERIDA
Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa
verdad, ni el rostro amargo de la duda,
ni este incendio en la selva de mi cuerpo
que amenaza con no extinguirse nunca,
ni la terrible imagen que golpea
mis ojos y tortura mi cerebro,
ni el juego cruel, ni el fuego que destruye
esa otra imagen de armonía y fuerza,
ni tus palabras, ni tus movimientos,
ni ese lado salvaje de tu calle,
impedirán que encienda en tu costado
la luz que da la vida y da la muerte:
tarde o temprano sangrará tu herida,
y no será momento de hacer frases.
CUANDO VIVÍAS EN LA CASTELLANA
Cuando vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.
LA MALCASADA
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, qué es lo que pinto en esta historia?
Qué quieres que haga yo? Que mate a alguien?
Que de un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.
MI MONSTRUO FAVORITO
Qué va a pasar cuando mi novia sepa
que no puedo vivir sin tus pseudópodos,
sin tu horrible humedad en mi bolsillo.
Qué va a pasar cuando descubra un día
las huellas de tu baba entre mis dedos,
y empiece a hacer preguntas, y la rabia
y los celos se agolpen en sus ojos,
y yo confiese al fin que la he engañado contigo,
y que no puede comparársete,
y te enseñe orgulloso el agua sucia
donde se reproducen nuestros hijos.
Qué va a pasar cuando no entienda nada
y nos denuncie a Sanidad.
LA VENUS DE WILLENDORF
Entre las chicas norteamericanas
que estudian español en la academia
de enfrente de tu casa, hay una gorda
que es igual que la Venus de tus sueños.
Bajo una camiseta de elefante
que pone «University of Indiana
(Jones)» y unos pantalones de hipopótamo,
se mueve por el mundo con el arte
que le da su ascendencia mitológica.
Hace ya varios días que vigilo
desde el balcón su cuádruple barbilla
y el sol dorado de su cabellera.
Hace ya varios días que le envío,
cuando se pone a tiro de mis ojos,
dardos de amor y flechas de deseo.
Pero no llegan nunca a su destino.
EL FANTASMA
Se pasaba las noches de su muerte
arrastrando cadenas por el lóbrego
caserón que le fuera destinado.
Al despuntar el alba se dormía,
hecho un ovillo con su propia sábana.
Todos habían muerto ya: sus padres,
las mujeres que amó cuando era joven
y la que envejeció con él, los dioses
de su infancia, los viejos camaradas.
Qué habría sido de ellos. En qué mundo
asustarían a la gente. Cuándo
volvería a abrazarlos, aunque fuese
muerto, de noche y con aquella facha.
Luis Alberto de Cuenca (Madrid, España, 1950). Poeta, traductor, ensayista, académico de número de la Real Academia de la Historia. Interrumpió los estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para licenciarse en Filología Clásica. Fue director de la Biblioteca Nacional y Secretario de Cultura del gobierno español. De su obra poética destacan: Los retratos, 1971; Necrofilia, 1983; La caja de plata (Premio Nacional de la Crítica), 1985; El otro sueño, 1987; El hacha y la rosa, 1993; Los gigantes de hielo, 1994; Animales domésticos, 1995; Insomnios, 2000; Los mundos y los días (Poesía completa), 1998; Hola, mi amor, yo soy tu lobo (Antología), 2008; El reino blanco, 2010; En la cama con la muerte: 25 poemas fúnebres, 2011; Cuaderno de vacaciones, 2014. Su obra ha sido traducida a varios idiomas e incluida en diversas antologías de la poesía hispanoamericana. El 2009 recibió el Premio de Poesía Manuel Alcántara en su XVII edición por su poema “Paseo vespertino”.