Revista Latinoamericana de Poesía

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-Lamitinane-



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 (Lectura comparada de Tropicomaquia y Epopeya del naufragio) -Álvaro Miranda (2023). Poesía completa, Instituto Caro y Cuervo-

 

Por Édgar Andrés Çaamacho

 

Se los han llevado. Y no ha quedado ninguno que dé cuenta ni pueda dar vuelta a las hojas caídas; por sus meladas espaldas reposa una cadena irreal. Uno continúa escondido siglos después, de muelas huecas. Mas cuando articula de úlula los sonidos con hondura, el hombre se hace ininteligible, y nota que aquel navío flota por el aire en sus cautivos.

Han sobrado los significados cuando Álvaro Miranda (Santa Marta, 1945-2020) propuso en periódicos —Tropicomaquia (1968)— todos los destierros y las aparentes iluminaciones que de un fruto tan cerco el sabor puedan ser sus arboladas, o de matar hombres parcos conllevase asimismo la fascinación y cese de las alquimias. Quizá hizo falta la paciencia de la mano con el dedo alto que cuenta las estrellas mientras a su alrededor se descabezaron los gustos de la lengua que se cifraron en páginas. Se calificó de experimentación su sintaxis y mal decir del español tornadizo, pero se trató siempre de un acto de traducción: con los poetas yergues, tiempo, tu disciplina y consecuencias, pues esperan del poema, su habla. ¿A qué se debió la confusión? El hecho casi unívoco de que en todas las investigaciones hacen cuenta de “neobarroquismo” —reiterada es la incompetencia nacionalista—; en las disciplinas correspondientes a la poesía hiciera falta una que diera cuenta del desuso a causa de la falta de credo en las mismas: Álvaro Miranda, hereje del español. ¿Con qué lengua traicionas este cáliz.

Más allá de mí están los dueños de las palabras claras, los hombres que saldrán de los galeones.

Puesto que la muerte se ha tratado siempre de apariencia, Álvaro Miranda así compuso una épica revolcada ya en sus héroes sobre los fangos, armaduras con las escamas de los peces: cuando se tienta la magia, el ahogo es un respiro; así compuso la circularidad del mundo que no supo regresar, el filo y el metal capaz de no ser ajenos a la sangre. Hostigado de tanto leer, como de oeste a este, el alfabeto, dialogó con la trascendencia que quiebra los ideales literarios. Sabemos que has dado a Aquiles el yugo recibido por Benkos Biohó, del beso dado por Clitemnestras negras que acabaron civilizaciones, de la venganza del retoño, y que provocaste un llanto invisible a Homero con tu bilis muda cuando sumaste que tu mundo no era de ese reino: Solo en la consumación de los siglos/ se podrá hablar de los primogénitos del Apocalipsis. Y, frente a ti, dijo):

Οὕτω γὰρ δή τοι γαιήοχε κυανοχαῖτα τόνδε φέρω Διὶ μῦθον ἀπηνέα τε κρατερόν τε, ἦ τι μεταστρέψεις; (Ἰλιάς ΙΕ´, σα´-σγ´).

¿Entonces, dueño de la tierra, de azul melena, debo llevar a Zeus esa respuesta tan implacable y dura o la vas a meditar? (Ilíada XV, 201-203).

 Vestigio, entonces, es afirmar que no se encuentra usanza retórica en esta poesía, que no hay belleza, ni se le parece, pero que tal efecto se arrastra es seguro. Álvaro Miranda vertió, de una lengua a otra, hechos que a la imaginación se acude, porque la vida ha mutado y es ahora inconcebible; se sirvió a las formas que esta madrastra de labios fríos le ha permitido, que nunca alcanza; lo que desmiente su léxico arcaico, porque siempre fue anterior. La metáfora no es más que el hecho en sí, no de entendimiento; la aparente prosopopeya atribuida deja para el mañana el antropocentrismo y habita el abandono donde alguna vez hubo hombres; la aliteración responde más a las necesidades semánticas que adorno; la rima siempre fue una forma de emparentar las cosas más próximas al inicio. Su obra refleja que toda acción se trata de una traducción, que, por encima de un decir, hay una razón en la poesía, y la universalidad siempre existió: Las nubes, por ejemplo, saben del firmamento y de los silbos del asbesto.

Volvería a intentarlo en Epopeya del naufragio (2023). Lástima que no se lee con la idea del analfabetismo. Nótese, por ejemplo, el titular cuarenta y dos, Cómo desaparecen los días que llegan, figure la ignorancia comulgada por el cronista frente a un Más Acá y la catábasis como yermo alguno:

La muerte, de estribor a babor, corre con su jeta abierta.

Nunca se ha sabido en el mar qué es lo que la muerte traga.

¿Habría soportado Odiseo esta soledad? Por lo que son cuatro quienes se implican en este desabrigo: poema, sujeto de la narración, fabulador, un lector. ¿Poeta no poeta. ¿Y es que quién pudiera continuar junto a esta voz que desconoce el bajo mundo? ¿Rezar mitologías sin blanco? Tal vez la llamada poesía, la cual no pertenece, es legible por algún tipo de reverberación llegada al presente, se trata de emparentar la oscuridad; ¿y si no queda ya nada? Tratarían de lo mismo: cuando los tediosos astros/ me muestran la radiografía de su luz… Y …las brujas leen el futuro que resbala en pleno plenilunio sobre la piel de las turistas que beben piña colada.

El hombre que ves, y se tiende en el suelo, multiplicó este bastón que sirve de columna a tu lengua, queriendo todo lo contrario. Pero ¡tenemos que, de alguna u otra forma, tener sentido para otro! La realidad no le permitió menos.

 

 

Álvaro Miranda (Santa Marta, 1945 - Bogotá, 2020). Poeta, novelista, ensayista, historiador, profesor, editor y director de revistas literarias. Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de la Salle (1974). Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia (1982). Premio en Buenos Aires por su novela La risa del cuervo (1983). Premio Nacional de Novela Pedro Gómez Valderrama (1996). Primera mención en el Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia (2007). Traducido al inglés, al ruso y al catalán. Compilada su poesía completa por el Instituto Caro y Cuervo, colección de poesía Fernando Charry Lara.

 

Édgar Andrés Çaamacho. (Bogotá, 2002). Escritor, poeta y dramaturgo. Cursa la carrera de Creación Literaria en la Universidad Central de Colombia.

 

Bibliografía

Miranda, Á (2023). Poesía completa. Instituto Caro y Cuervo, Colección de poesía Fernando Charry Lara.

Homero (2015). Ilíada. (C. García Gual, ed. E. Crespo trad.). Editorial Gredos. Madrid, España. Biblioteca clásica. (original publicado en c. VIII a.C.).



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