
Josué Arce Granado - El mar en la bolsa del estómago
Presentamos una selección de poemas del escritor costarricense Josué Arce Granados pertenecientes al libro El mar en la bolsa del estómago, ganador del certamen literario Brunca Universidad Nacional (2024):
La casa es una cebra
“El silencio será como un ojo enorme”
Isaac Felipe Azofeifa
Estamos encerrados,
el estómago de la cebra es una cárcel
las rayas de la cebra son barrotes.
De aquí miro el mar,
la lengua de la cebra lo seca
sus dientes mastican mi estómago
El policía sentado
en la sala
vestido con una cebra
vestido con las paredes
de la casa
Fue joven
y sus padres limaron su estómago
con el diente de una cebra
Fue joven
y atravesó la garganta del équido
en busca de una luz
El policía me alimenta con una cebra
la empuja en mi boca pero la expulso
He vomitado cebras
por toda
la casa
las bombillas de los cuartos son el ojo
de una cebra
la luz se vitrifica de frío
los muebles de la casa son glaciares
El policía no dice nada
hay una cebra encallada
en su garganta,
habla por medio de su escopeta
apunta a mi estómago,
y de la boca de la escopeta
salen sus ojos
No pueden mirar mi ropa
No pueden mirar mis pequeños caracoles
Guardo todo
en la bolsa
de mi estómago
Hago un hueco en la celda
y lo escondo
El policía no dice nada,
yo tampoco
Pasa una estampida de cebras por la casa
nos pisotean los labios
abro la boca y el policía me arranca la lengua
la enrolla en mi garganta
y la cuelga en el techo,
él también escupe su lengua
y se ahorca a mi lado
esa fue la sentencia de la cebra
en los tribunales
ambos condenados a una cárcel en la boca,
otra en el estómago
El policía es un reo no lo sabe,
se esconde en el cuarto
y apuñala su vientre
y se desangra de mar
Limpia sus lágrimas,
ofrece su estómago a la cebra
la cebra abre su boca
abre las puertas de la casa y nos traga.
Decálogo para perdonar a los ancestros
1. Hay que lavarse con ácido las yemas de los dedos.
2. Hay que vomitar las rayas de una cebra.
3. Hay que llorar las montañas que se acumularon tras los ojos.
4. Hay que arrancarse la carne y hervirla en una olla.
5. Hay que lijarse las costras del cerebro.
6. Hay que exorcizarse los dioses de la guerra.
7. Hay que extirparse la voluntad de los poros.
8. Hay que meter los órganos internos en una lavadora.
9. Hay que cortarse el apellido con tijeras.
10. (Si quedase algo) Hay que ponerse el cuerpo nuevamente.
Canto en el estómago del porno
Aquí,
quien traga es también tragado
I
La cabeza de la oruga es el taladro
que destapa el gemido de mis manos;
las llena de pequeñas bocas,
son túneles de labios penetrados por el gusano
que van a dar a otros labios.
Los huecos de mis manos
solo saben pronunciar estos gritos,
pero no los escucho desde el primer día,
a los doce años
pulverizaron mis oídos desde dentro;
ahora solo puedo escuchar con los ojos.
Es una sirena de tierra que se posa y canta
en la punta de mis dedos.
Canta solo para mí.
Su canto me revela las cosas
Cosas como el fuego
Escucho el fuego
por primera vez todos los días,
cuando la oruga besa en orgía todas las lenguas de mi palma
y la saliva me revienta hasta los brazos.
Cada revelación me arrebata un pedazo de piel
La oruga crece.
La oruga crece.
II
De mi mano quedan solo las falanges.
De una pende la cabeza mutilada de Venus
que me mira a la cara
Un ojo es el ojo del proxeneta
Un ojo es el ojo
de la prostituta,
el rayo que me sale de la cara toca sus ojos
los agrieta
y explotan,
me interno en la cabeza de Venus
miro la sangre podrirse
la miel del morbo borbotear,
todo lo palpo con los rayos
de mis dedos
Caen los muros de la razón
Se abre el castillo de carne
Soy tragado por el cadáver de Venus
su estómago es una crisálida
la crisálida es su cabeza
es el castillo que penetro;
tengo hambre y me pertenece:
he de atiborrarme con las paredes
he de lamer la lengua de las alfombras
he de mascar la cama de la reina y a la reina
pero de la boca no me sale lengua ni dientes
sino las dos manos del rey Midas:
Lo que chupo se convierte en sangre
Lo que muerdo se convierte en sangre
El castillo es una bolsa roja,
cae al piso y estalla
III
Ahora tengo alas negras
no me nacieron los ojos ni los oídos
no huelo nada mi nariz está repleta de azúcar
mi piel es una costra
no tengo tacto
solo gusto
solo estómago
volaré hasta la punta de la montaña para lamer
el éxtasis
devoraré las frutas de los árboles de radiación/
porque crecen al instante y chorrean azúcar solo por eso,
la radiación se convierte en azúcar
para quienes solo sienten apetito
Y mi aleteo volará las plantas
hasta que se desprenda el pasto,
hasta que la tierra se despelleje
y se convierta en un desierto de carne
pero da igual,
ahora puedo volar sin que me importe
que el semen de mis manos
se convierta en sangre.
Josué Arce Granados (San José, 2004). Cursa las carreras de Filología Española y Filosofía en la Universidad de Costa Rica. Ganador del Certamen Literario Brunca 2024 en la rama de poesía nacional. Autor del libro El mar en la bolsa del estómago (2025, Fruit Salad Shaker Ed.). Participó en el VI Festival de Poesía Presagio de Fuego (Costa Rica, 2025) y en el VII Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras (Bolivia, 2025). Sus poemas figuran las revistas mexicanas Círculo de Poesía y Cardenal Revista Literaria.