37. Rocío Soria
Nota y selección por Juan Secaira
La poesía y la agonía se conjugan —se rompen, se rebelan, se descubren— en Ictus; precisamente ahí: en el trastorno del ser, en el cuerpo del poema que no se limita al testimonio o a la queja, sino que se transforma y da vida a un dolor auténtico. La palabra acompañando, siendo sin ser. La desavenencia del afecto cercano y de la familia como la unión en el camino hacia la muerte. Donde la conciencia fenece o se convierte en arte.
1
temblar
doblarse sobre uno mismo como ante un vertedero
hacerse pequeño
abrazarse
cubrirse el rostro pero no morir
ovillarse
enfundarse
desfigurar el rostro
maldecir pero no llorar
caminar por las cuchillas del día
gritar
o
enmudecer
arrodillarse en la puerta de urgencias
cagarse del miedo
reducir el poema a la menor cantidad de palabras
volverlo aullido
o
pelota de aire en el pulmón
2
hay una música precisa para morir
un lugar para cada cosa
una nota precisa
una rima
un trago de vino
una voz que hace las veces de acorde
un libro
un poema
una palabra que empuña la pértiga y se hunde en la carne
3
engrasar su cuero viejo constantemente doy vueltas por los pisos de mi cabeza
girarlo sobre sus costillas voy a los bajos fondos
untar la pomada en los huecos de su carne a las áreas sensibles
alisar las sábanas a los puntos neurálgicos de mi infancia
sobar el brazo
buscar la vena
inyectar la solución salina
reparar la pieza para la molienda
a desnudez del cuerpo es delgada y amarilla como un escupitajo
4
hay algo íntimo que nos junta a todos
¿en dónde está el poema de despedida?
la tarde transcurre en un lento oscilar entre lo lógico y lo insalvable
la renuncia y la animalidad
el terror y la vulgaridad
camino hacia la cabina telefónica
coloco monedas con la certeza de lo inútil
fumo
me siento en las escaleras y de nuevo escucho
esta vez a lo lejos
la voz del hombre que grita los apellidos de los pacientes en la sala
anexa a urgencias
contengo el aire
mi cuerpo es una pequeña morgue
una sala de urgencias
un aparato que zumba y jode
un banco en el que otros se sientan a contemplar mi rostro
5
el poema aletea
flota
se hunde
repta
se distiende
transfigura
mi padre agoniza o es solamente el resuello del poema quien lo habita
6
constantemente doy vueltas por los pisos de mi cabeza
voy a los bajos fondos
a las áreas sensibles
a los puntos neurálgicos de mi infancia
la desnudez del cuerpo es delgada y amarilla como un escupitajo
el grito es un habitante que me perturba
cava una gran boca en la entrada de la uretra
constantemente doy vueltas por los corredores
cruzo los puentes de mi cabeza
en este mismo puente pernoctó mi padre cuando el fluir de su voz
fue detenido por el
coágulo del olvido y su cuerpo se convirtió en una máquina fría y
silenciosa
tanta sonda y ninguna flor
tanta sonda y ningún recuerdo
tanta sonda y ningún poema
7
la cabeza doblada
los globos ciegos gotean al fondo del bidé
los afectos se confunden entre los grumos de la bolsa colectora
***
ROCÍO SORIA ROMERO - Nació en Quito en 1979. Es ingeniera en Diseño Gráfico y egresada de Comunicación Social. Realizó estudios de postgrado en Edición de Medios Impresos e Historia del Arte Ecuatoriano. Publicó Huella conceptual (2003) libro con el que obtuvo el II Premio en el Concurso de Poesía, Universidad Central del Ecuador, 2003, El Cuerpo del hijo (2008) e Isadora (2009) libro con el que obtuvo el Premio Ileana Espinel Cedeño, Casa de la Cultura Ecuatoriana, CCE, Núcleo del Guayas, 2008. Ha sido invitada a varios encuentros de literatura dentro y fuera del país, entre ellos el Encuentro Internacional de Poetas - Zamora, Michoacan, México, 2009 y la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, 2011. Consta en varias antologías nacionales y extranjeras, y ha sido parcialmente traducida al inglés y al francés. Actualmente se desempeña como comunicadora institucional en el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo y cursa una maestría en Literatura Infantil y Juvenil.