Revista Latinoemerica de Poesía

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Ángel Martínez Niubó



Presentamos esta serie compuesta por diez poemas del escritor cubano Ángel Martínez Niubó, donde se juntan el mar, el amor y la contemplación.

 


I

Hoy envejezco aceleradamente.

Tanto, que apenas sigo siendo
una espiral de humos

Hoy pierdo la visión,
y el tacto,
y los colores.

Hoy envejezco y no es secreto nuestro,
ni sueño,
ni demencia.

Hoy envejezco así,
sencillamente,
ante el perdón de Dios.


II

Yo, procurador, perseguí las puertas distantes
prohibidas ante el mal y el buen tiempo.
Yo el fiel, me negué al asombro y al miedo de los siglos.
Yo amante de muchachas heridas por antepasados
Yo, el perseguido,
único responsable del dolor y la suerte de mi madre.

Yo, cama uno, sala cinco, hospital psiquiátrico.

 


III

¿Qué hace un hombre si se sienta a la orilla del mar?
¿Qué palabras recibe, qué propiedad confiesa?
¿Acaso busca o entrega?
Los hombres casi siempre buscan,
pero también entregan,
¿Qué tiene el mar?
¿Qué tienen los hombres cuando buscan el mar?
¿Acaso van cuando nadie los oye?
¿Y por qué no los oyen?
¿Quién debe oír a los hombres?

¿Acaso el mar?

 


IV

Los horizontes huyen,
Se hunden tras una sombra azul,
Los horizontes implantan esta ausencia.
Se cierran bruscamente ante mis ojos.

Los horizontes han sido
movedizos,
delirantes,
tiernos,
pero nunca azules.


V

En este poema se iba a escribir sobre la felicidad
Se iban a dar lecciones para ubicar el rumbo
Iba a ser el susto de los enemigos
y la contentación de los nuestros.
Es cierto,
en este poema se iba a escribir sobre la felicidad,

pero.


VI

Todo campo de batalla es una oscuridad.
Por todo campo de batalla cruza un río,
se escucha el agua.

Me gustaría te gustaría nos gustaría
que los soldados alguna vez se vieran.
Pero no,
un soldado jamás ha visto a otro soldado,

Es palabra de Dios. 

 

 

VII

Hay un vaso de agua encima de la mesa.
Hay más.
Hay un vaso de agua en cada puerta.
Hay más.
Hay un vaso de agua
Y otro vaso de agua
Y más vasos de agua

He ahí mis únicos adornos.

VIII

Nadie escucha como el girasol
suspira.
Nadie ve su develada muerte,
su fijación vacía,
su agudeza.

Pero ahí está cayendo el girasol,
en medio del silencio
de la ausencia
de la liviandad de todos.

 


IX

La luz de la vela
tiembla.

Qué triste su temblor
y qué distante.

Qué lentísima muerte
va dictando.

Y la luz qué reciente
y la luz qué imposible.

y la luz,

¿Sabes tú por qué tiembla?


X

Tú y yo mirando al mar
vemos a Dios.

Y tú preguntas,
y tú siempre preguntas por la humedad
y el polvo de las rocas.

Y yo no sé.

Ni sé del horizonte
ni de la blanca terquedad de las arenas

Tú y yo mirando al mar
vemos a Dios.

Con eso basta.

 

 

***

 

 

ÁNGEL MARTÍNEZ NIUBÓ

Cuba. Diplomado en Comunicación por la Universidad Pontificia de Santa Fe de Bogotá, en Colombia. Ha publicado:

El libro de los buenos locos (Poesía, Ediciones Luminaria, 2000)
Delirium (Poesía, Toledo, España, 2002).
Todas las muchachas que me amaron (Poesía, Ediciones Luminaria, 2005).
Un libro de tanta soledad (Poesía, Ediciones Luminaria, 2007).
Tras el olor de las muchachas tristes (Minicuentos. Ediciones Luminaria, 2009).
Azules de Mar en Sombras (Poesía. Editorial Letras Cubanas, 2010).
Luzángela (Novela. Ediciones Luminaria. 2014, Ediciones Luminaria 2015, Ediciones Guantanamera, España, 2017, Ediciones Adalba, Canadá, 2019 cuarta edición).


Entre sus premios destacan, Premio Internacional de Poesía Joaquín Benito de Lucas, en la ciudad de Toledo, España. El internacional de minicuentos Dinosaurio, 2009, el Premio Puerta de Papel, 2015 a los mejores libros publicados en Cuba durante el año, entre otros reconocimientos. Su obra poética ha sido publicada, además, en antologías y publicaciones periódicas cubanas y de otros países. Ha participado de ferias del libro en Italia, Venezuela y Colombia.



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