Revista Latinoemerica de Poesía

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Nacimiento de las sombras. Luis Botina.



Reseña

 

 

Por Jorge Valbuena

 

 

 

Es a la luz de las sombras que los acontecimientos del mundo vuelven a encontrarnos, sus andrajos de humo, los reflejos de sus cauces, los nombres de la tripulación que hemos sido y permanece. Viajeros de nosotros mismos, elevamos la cometa de la memoria hasta más allá de la vía láctea y enredamos los recuerdos en los cables de alta tensión de la vida. Desposeídos ya de cronologías, bebemos del tiempo solo sus retazos de lumbre, hasta la última gota posible de poesía presente en los rincones de la luz.

En Nacimiento de las sombras, reciente libro de Luis Armando Botina Castro, se devela la condición de estas combustiones inusitadas que surgen entre la palabra rebobinada y los lenguajes del eco, aspecto que atraviesa de orilla a orilla los cimientos de este vuelo lírico: sucede que acontecemos en la medida en que el tiempo vuelve a visitarnos en forma de espejismo reciente, las marcas del pasado hechas hebra de ahogo, tatuaje de lluvia, colisión de incertidumbre, hasta que todo se mezcla para espiarnos: Los restos de la muerte/ sostienen Atenas/ las máquinas del tiempo tiemblan/es un solo gemido/el sitio de Siracusa/Entre gritos/aullidos/y trozos de silencios/Arquímedes le ladra a la curtida noche. Reza su poema ¨Mecanismo de Anticitera¨, un diálogo perpetuo e insistente ¿Acaso las sombras también son incendios que vuelven a pronunciarnos?

Aquí los lenguajes del espíritu son los de las interferencias de la memoria, una suerte de evocaciones ¨hipermediales¨, que trasiegan y vuelven a aparecer en lo que somos, sin fronteras, identidades únicas, ni absoluciones. Versos y estructuras telúricas, temas que se desencuentran para cambiar de cartografía. En este libro circunda la historia, la filosofía, las deudas de la razón, como si se tratara de calles y avenidas por las que se desplaza el tiempo devorando sus propios laberintos. La poesía como un GPS, un radar satelital en el que podemos ubicar un rezago de eco, enredado en alguna otredad inhóspita por la que caminamos sin vernos hasta volvernos a tropezar con este estertor versado por el que nos vemos (con los ventanales abiertos de par en par) sumando las cornisas de nuestros viajes secretos.

César Vallejo, Edith Piaf, Aristóteles, Safo, Verdi, Roque Dalton, Víctor Jara y Vallejo de nuevo, son algunas de las latitudes por las que ronda este conjunto de presagios por los que volvemos al diálogo permanente con nuestros abismos. Eso que ocurrió a leguas de nuestro presente está a la vuelta de la esquina de nuestras emociones, somos el sortilegio del azar hecho madeja de mundo. Así en el poema ¨Puerta¨: Los exilios juntados en el alma/con la palabra que disuelve a la muerte/con el poema sentado sobre la ternura/a pesar de haberle roto el corazón/los dedos con los que dibujas el dolor/la usada tristeza familiar/los pies del recuerdo. Se acumulan las pinturas de la travesía, sus colores extraviados, el secreto trazo de un instante que moldea nuestros vórtices y envuelve en su desplazamiento el orbe recreado, sin continente que los defina o los reclame, todos los dolores o hallazgos de cualquier época o agonía duermen en nosotros hasta que susurramos su grito renovado.

Las dos partes que componen esta obra: Animal de ceniza y Cláusulas sobre el oficio de cerrojo, están hechas con la orfebrería en espiral que resalta los diapasones y la mirada del escritor nariñense, con un ritmo constante y contundente, mezcla de filosofía y cotidianidad, de humanismo rebelde, enlaza los aspectos de la memoria con las circunstancias internas, lo público y lo privado, lo íntimo y lo social, en un mismo telar de apariciones.

Este nuevo poemario de Botina, como una colección de hogueras, se desplaza formando asombros entre el fulgor de sus llamas, danza alrededor de los espejos que se deforman al nombrar sus cimientos y los destinos de esta aldea entrelazada por memorias que se descubren y asoman por algún reflejo fracturado. Cada verso irrumpe a su propio ritmo. Estamos ante poesía que contempla su lirismo, pero que también estalla repentinamente en alguna curva de su musicalidad, como recuerdos minados o una fumarola del volcán que escalamos mientras leemos y erupciona inevitablemente bajo nuestros ojos, porque las sombras y los cerrojos tienden a diluviar su lumbre de libertad de vez en cuando, o desde la altura de un poema que nace a perpetuidad desde la cordillera de los temblores. Nacen aquí ojos encendidos.

 

 

 

Arte poético

 

¿A qué te sabe? sabe a lo mismo

el aire es un fatum fúnebre

el asma resopla por su herida

hasta el infierno extrae de sus almas el alivio

 y se afirma que la ciencia es redentora

que las máquinas

al igual que el capitalismo son célibes por excelencia

 no es necesaria la poesía

no se sirve sobre la mesa

es molesta como las moscas alrededor de la mierda

Cavafis brincó airado sobre las palabras metálicas

y en su alivio navegan los exilios griegos

todo el cuerpo regado sobre la noche

toda la noche anclando sobre sus muelles

retazos de luz

 

¿A qué te sabe? sabe a lo mismo

la poesía extrae de las almas el olvido.

 

 

 

 

A Saserof

 

 

Te pulieron el alma el corazón

las dulces metáforas con las que escribes al amor

a la muerte

al olvido

y no sé cómo hago o haces

para no ahogarnos en tus llantos

si somos dos los que caminamos en la pena

si somos dos los destilados en el lunes

 

En ocasiones me peleo con mi sombra

y ella llega con una cercana lágrima a sus pechos

a sus mejillas

a sus estómagos del dolor

a su noche de estrellas contagiosas

y nos aterroriza en verdad la luz

esa artificial metáfora que nos separa

cerca del pánico que atrofia la muerte

 sus huesos hundidos en alcohol

su carnívora sombra ciega.

 

 

 

 

Clausulas sobre el oficio de cosa

 

En fin

las cosas que no uso se acuestan conmigo

 bajo esta distancia impenetrable

así la bóveda celeste es un lamento teñido de oscuro

 

Y estoy parado en tu cuerpo

donde entierro dulcemente un pedazo del corazón

¡¡Ah, alma!

te mojaron la lluvia de aspecto melancólico

 y en cada llanto

riega sombras de pájaros pensativos

 

Te tocaron el esqueleto

los crepúsculos nacidos de este vientre desdoblado

el sur

los recuerdos de las sombras

 la respiración mojada

la ciega tristeza devoradora

 

Y hay tanto dolor viajando por el abandono

 desnuda mi vida termina de pudrirse

con los ojos del espanto

con el agua silenciosa de este día de octubre

en el que entro al sudor del pasado

como la vida que tiembla

con los pechos de la palabra muerte

 

***

 

 

 

  • Nacimiento de las sombras. Luis Armando Botina Castro. Cundur editores. 2023. Pintura: Charly García. 

 



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