Luis Eduardo García
Presentamos tres poemas inéditos y dos más ya antologados del destacado poeta, narrador y periodista peruano Luis Eduardo García. En 2022 publicó Lo que parece estable. Poesía reunida 1986-2021 y ganó el concurso Julio Ramón Ribeyro con su novela sobre el Alzheimer El lugar de la memoria.
Inéditos
EL BUS QUE ME LLEVA A HUANCHACO
El vehículo que me lleva cada fin de semana a tu encuentro/
no va por una carretera,
va por un túnel del tiempo.
En realidad, como Vallejo, yo voy de espaldas a mi nacimiento
Tú eres la madre que me espera en la entrada de una era, /de una edad, de un calendario.
Querida mía, me he convertido en tu hijo
en el huérfano con madre, en el padre al revés.
Solo espero que el bus que me trae de regreso a la ciudad
se tarde más de lo debido,
se pierda en un recodo del túnel
y la inmortalidad del instante nos alcance
mientras un sol naranja se traga las siluetas de los veraneantes
y mi cuerpo alcanza el nirvana
de tu belleza.
Amar es morir un poco,
no llegar nunca,
no volver jamás.
PARQUE PARA UN CORREDOR DE FONDO
Amanece en azul, pese a la oscuridad.
Los parques existen
porque la vida es un continuo
y los árboles están allí,
desde siempre,
desde que existe la idea del tiempo.
No las veredas ni los caminos,
esas son las biografías que los corredores
dejan como como ecos de luz,
cómo estelas de fracaso
y por eso no son siempre los mismos.
Yo busco la meta
pero esta nunca se muestra
y cada vez debo correr más
y más
y atravesar una puerta imaginaria
que me devuelve al punto de partida,
un círculo vicioso
del que regreso cada vez
que los perros que cruzan a mi lado ladran
y sus dueños me miran absortos
cómo a un pobre Sísifo nacido al amanecer
mientras recogen los excrementos de sus mascotas
y luego se marchan raudos
a usar sus máscaras cotidianas,
como yo, corredor anónimo,
atleta de la mente,
competidor de una maratón que nadie corre
por falta de tiempo.
H
Viajarás como una partícula de luz o energía en mi alma en lo que me resta de viaje.
Será insignificante para el tamaño de universo,
pero no para mí
que necesito de la luz para llegar a mi destino.
Nunca sabrás que te llevo así,
como una lámpara interna,
como una lucecita de avión
que me advierte el peligro de una colisión con las proximidades.
Nada, ni el tiempo, ni el espacio, ni la velocidad de la luz
impedirán que existas dentro de mí, incluso cuando ya no estés.
Te llevaré conmigo en todos los caminos
en todas las direcciones,
en todos los peligros.
Mi ceguera será recompensada por la duplicidad de tu naturaleza:
un día serás una partícula,
otro día una energía,
pero en todos los casos serás la claridad que restablece mi existencia.
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DOS CONSEJOS PARA MI HIJA LUCIANA
I
En caso pregunten si tu padre fue poeta
Diles
que un padre poeta
es un peligro que no se puede evitar.
La casa
se llena de libros
y las palabras que usa
brotan como cucarachas
de su mente
hasta ocupar todos los rincones.
Diles
que un padre que escribe
es un como tener un semáforo en casa.
Los sonidos de la lengua
y el semáforo están sincronizados.
Cuando cambia a rojo,
el padre poeta
sufre una metamorfosis,
una lobotomía severa de palabras.
Y todos huyen de su belleza repentina,
de las cucarachas que brotan de su mente.
Diles
que un padre poeta
es como acoger a un príncipe y a un mendigo a la vez.
El príncipe disfraza
la fealdad del mundo
y el mendigo las revela
en toda su profundidad.
Todos los días,
desde que amanece
hasta que anochece.
Diles
que un padre poeta
es como tener a Gregorio Samsa en casa.
Nadie lo puede devolver
a su condición anterior.
Está condenado
a extraer la belleza,
incluso la de las cucarachas.
Diles, por último,
que un padre poeta
nos es nada del otro mundo.
Que te llamaba princesa,
querida mía,
hija de mi vida
y cosas sinceras y manidas como esas.
Solo que no las decía porque sí,
sino con un sentido
que solo tú podías comprender.
II
En caso luches por una causa perdida
Vimos venir la mancha ácida,
el hediondo porvenir desde el fondo de los polos
y nos olvidamos de que éramos rebeldes desde 1968.
Sentimos de cerca el ventarrón de la muerte,
tocamos las hojas secas,
bebimos el agua sucia,
captamos el vuelo de las últimas mariposas
y el tiempo nos recordó que éramos unos viejos achacosos.
Alguien, dice Wislawa,
tiene que hacer la limpieza,
apartar los escombros,
devolver al planeta a su orden anterior.
El universo nació hace 3 810 millones de años,
la vida hace 4 billones
y la entropía de la estupidez,
lo que tarda la luz
en atravesar la escala de Planck.
¿Quién tendrá el poder de restaurar
el orden a la casa de todos?
Te imagino en la orilla de acá,
mientras en la orilla de allá
se enfrían o se calientan
―al final da lo mismo―
los tentáculos de la vida.
Somos, fuimos,
como los recién nacidos,
como las semillas,
como las gotas de lluvia,
como los estambres temblorosos
que acaricia el viento:
no tuvimos una segunda oportunidad.
Querida mía,
los mayores ya no estamos, ya no estaremos.
Nuestros cuerpos se secarán en la arena del desierto
y la fe que profesamos
será como un tren que llega con retraso a la última estación.
Algunas causas se pierden,
pero no se aceptan.
Las pancartas deben seguir iluminando la negra noche del porvenir.
(De Manual de sabiduría, 2023)
ARTE POÉTICA
Escribo y todos mis pensamientos
estallan en el aire como pompas de jabón.
Vuelvo a escribir y mis pensamientos
saltan otra vez por los aires, excepto uno.
Esa burbuja solitaria flota en el al aire
y resiste el embate de los vientos en contra.
Para que esta esfera endeble sobreviva
han tenido que explotar miles como ella.
La burbuja hace después un largo recorrido
y se instala en las coordenadas de la memoria.
Cuando ha encontrado el lugar donde reposará,
el astro se torna indestructible y contagioso.
Es más que improbable que las leyes del azar
dejen pasar más de una burbuja a la vez.
El arte es una destrucción continua y sistemática
que fecunda el universo luego de varios intentos.
El deber de un poeta es impedir
que la poesía se reproduzca de manera descontrolada.
Para este fin ha inventado un arma formidable:
pinchar con las uñas, y sin remordimientos,
todas las burbujas que floten a su alrededor.
(De Filosofía vulgar, 2012)
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LUIS EDUARDO GARCÍA
Poeta, narrador y periodista. Hace publicado los siguientes libros de poesía: Dialogando el extravío (1987), con el cual obtuvo el primer lugar el VI Concurso El Poeta Joven del Perú el año anterior. A este le siguieron El exilio y los comunes (1989), Confesiones de la tribu (1991), Teorema del navegante (2008), La unidad de los contrarios (2011, Tercer Premio del Concurso Internacional Copé de Poesía) y Filosofía vulgar (2013). Ha publicado también los libros de cuentos Historia del enemigo (1996), El suicida del frío (2009) y Adiós, Sofía (2017). El 2015, su novela Señor Cioran ganó uno de los premios de la Fundación para la Literatura Peruana, la cual fue publicada el 2016. En periodismo ha publicado los libros de crónicas, ensayos y entrevistas Tan frágil manjar ( 2003 y 2014) y El placer traidor, crónicas elegidas (2012 y 2021). Desde 1986 publica una columna semanal, "Cartas del tribal", en el diario La Industria de Trujillo. Dirige la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte. En 2022 publicó Lo que parece estable. Poesía reunida 1986-2021 y ganó el concurso Julio Ramón Ribeyro de novela corta que convoca el Banco Central de Reserva del Perú con su novela El lugar de la memoria.