Nicol Alzate
Presentamos un conjunto de poemas de Nicol Alzate (Bogotá, Colombia, 2000). Estudiante de Comunicación social y periodismo. Poesía en prosa que trasiega recuerdos, pinturas, retratos y calles deshojadas, postales en movimiento.
CARRUSEL
El contorno de su rostro es similar al mío, sus piernas tienen la textura de un melocotón ardiente. Al sentarme sobre sus muslos imagino que estoy galopando sobre el fango, allí la velocidad no es más que un cofre de aire momentáneo en el que la humanidad deposita su juventud.
Estoy en su habitación, ella yace en una silla de ruedas y el viento me revela la deformidad de sus rodillas. Quiero cabalgar otra vez, grabar su rostro en un circuito de tiempo, regresar.
Burbujas de hueso molido flotan dentro de sus rodillas, pedazos de alambre sostienen su espalda.
―No hay marcha atrás, me dice ―.
Una palabra estalla en mi vientre, soy una niña que se aferra a un caballo enfermo.
AUTORETRATO
El agua tibia, las canciones de cuna, el beso de la abuela, un perro de felpa, la ausencia de papá, el miedo, la oscuridad, el abuelo Federico, las escondidas, el reloj, la profesora Adriana, la grabadora, Poe, ave María, la lámpara, verano porteño, Piazzolla, el espejo, un arrecife y mis pies, claroscuro, el vientre, mamá, el monstruo de la enfermedad, los huesos, sal, el deterioro, el mundo de Cristina, la cúpula de la iglesia, los ojos vidriosos, la búsqueda, el viaje al sur, la solitaria biblioteca, el olor de aquel tabaco, el gesto, la pantalla, el mensaje, las 2:00 am, tierra húmeda, Florentino, peces nadando, la mañana, la casa de Asterión, el tráfico, un rayo de sol, la podredumbre, los edificios, las margaritas, la poesía, mi rostro, Bogotá, yo.
CICATRIZ EN LA RODILLA
Los años perseguían la catástrofe del patio, únicamente la planta que sembró mi madre sobrevivió a los torrenciales de polvo, a los augurios y nostalgias que contenía cada ladrillo.
Se había ido mi niñez tras un perro callejero, al campo, a decapitar hormigas y perseguir barcos de cedrón que más tarde acabarían hundiéndose en la quebrada.
Sin recibos con fechas de caducidad, ni cartas de despido, sólo una cicatriz en la rodilla y la certeza de que los juguetes, capitanes de aquellos barcos, también fueron derrotados.
ALMENDRO VESTIDO DE INVIERNO
Hay un lenguaje en la copa de los árboles. Cuando el viento pasa las hojas se agitan y entre un juego de matices el movimiento de la luz extiende su cercanía. Todo instante es nacimiento en manos del asombro.
Esta madrugada seré un ciego frente al árbol desnudo. Cerraré mis ojos y como el otoño, —con menos horas de luz y el deseo de adivinar el cifrado que esconde tu tronco—, dejaré que mis manos invadan tus grietas.
Así te vistas de invierno y tus raíces nunca puedan verte a los ojos, te aferras a este asfalto que sabe a vigilia. Dime tú: ¿Quién nos salvará de cubrirnos de silencio? ¿Quién nos salvará de desintegrarnos en la tierra?
La estela de los movimientos en la copa y mi cara desnuda anuncian que tus entrañas conocen el lenguaje de lo invisible.
UN HUÉRFANO EN LA ESTACIÓN DEL TREN
Una niña (tan alta) eres,
Y para el mundo todo esto es un delirio.
EZRA POUND
Adopto la forma del delirio para asomarme en tu cuerpo.
Experimento las aguas quietas y veo crecer las plantas de tabaco que sembró tu paso en la madrugada.
Deseo ser relámpago para abrazarte en la jaula del vértigo. Memorizar la tibieza de tu pecho que es faro entre la pesadumbre.
Soy el que fue y el que anhelo ser, reconozco un huérfano en la estación del tren, un sonámbulo que se mira al espejo y adivina el color de los ahogados.
Las voces de tu vientre me sostienen del precipicio. Pendo de los dientes y danzo desde tu altura.
EL ENTIERRO PREMATURO
[VICENT, TIM BURTON-1982]
Por un lado de la puerta Vicent Malloy, siempre cortés, siempre obediente, ama a su tía y conserva sus juguetes.
Del otro lado Vicent Price, con el horror aprisionado en los corredores y en las estatuas de cera de sus víctimas.
El dolor de la criatura condenada al llorar la muerte de cada una de sus mujeres,
el fantasma del cuadro que encabeza la cumbre del delirio.
La infancia augura los versos de Edgar Allan Poe, el peso de cavar una tumba para Virginia o Annabel Lee en la huerta y otra para sí mismo.
Si su madre abre la puerta, las manos de los muertos querrán escaparse o atrapar el cuerpo enfermo por el espesor de las tinieblas.
¿A qué velocidad viajan los lápices para herir a los personajes de sus dibujos animados?
¿Cuántos ladrillos bastan para hacer de la habitación un agujero? ¿Cuántas cajas de fluoxetina serán capaces de derrumbar este cementerio?
La tragedia golpea la puerta, es el cuervo quién da respuesta a las voces de aquellos personajes que nunca pudo descifrar.
ATENAS SURAMERICANA
A esta hora Bogotá es una mancha de polvo que contiene la prisa de un perro cojo, la podredumbre y un reflejo de luz durmiendo sobre los charcos.
El rumor de los autos es una balada que canta a los kilos de piel perdida y las madejas de tristeza.
La vida dentro de este animal rojo transita en todos los sitios lejanos a la felicidad
A través del vidrio un embolador sostiene su cofre mágico ¿encontrará algún utensilio para lustrar el tedio de estos días?
***
NICOL ALZATE (Bogotá, Colombia, 2000). Estudiante Comunicación social y periodismo. Ha sido partícipe de jornadas de lectura en distintos lugares de la ciudad, colectivos, festivales, así como también talleres literarios en Bogotá entre ellos: Casa de Poesía Silva y el Taller Distrital de Poesía IDARTES y el Taller Distrital de Crónica Relata. Poemas suyos han sido publicados en fanzines, revistas digitales y antologías de poesía. Actualmente se encuentra trabajando en lo que será su primer libro.