Revista Latinoemerica de Poesía

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Rafael Cadenas



 

Por: Julio Ortega

 

 

La poesía de Rafael Cadenas (Venezuela, 1930) es un tejido hecho de varias voces (arcaicas, internas, luminosas) que trama el hilo cierto del silencio (absorto, lúcido, impertérrito); por eso, dice tanto como calla. Leer a Cadenas es recorrer el entramado (sutil y firme, delicado y tentativo) de un proyecto poético que se arriesga a darle la palabra al silencio.

Como en la paradoja de la mística, en este proyecto se trataría de decir más para que el silencio consiguiente sea una forma del habla; esto es, callar es una plenitud, hablar una ruta convocatoria. Por eso, el poema es una orilla: el nuevo espacio que el lenguaje avanza para albergar a la fuerza del enigma, que no tiene idioma. Entrevisión, el poema es un vestigio: lo enciende el asombro, lo abruma la nostalgia de certeza. En tanto huella, se cumple en la soledad del lenguaje, en su interior deshabitado. En tanto ardor, da cuenta de los poderes de nombrar como de las carencias de figurar: nombrar es recobrar el hilo de la voz, pero es también un largo rodeo, un incumplimiento.

Hace cincuenta años que este poeta habitado de silencios explora las orillas de su propio territorio. Su poesía traza un mapa insólito en la poesía hispanoamericana, por su libertad y por su rigor, por la fidelidad a su empresa reflexiva, tan austera como imaginativa. En ese mapa, el poeta no es el protagonista de la palabra, ni siquiera su oficiante favorecido sino, más bien, su creyente (practicante) y devoto (vigilante) orfebre (cada palabra es una ofrenda). Desde la perspectiva del destierro (exilio, extrañeza, marginalidad de su tarea de solitario obediente), el poeta busca, en primer lugar, exceder los protagonismos del yo (el testimonio le es falso, lo personal sustitutivo) y acudiendo a las fuentes budistas ejercita una recusación del sujeto. Pero ese trabajo es sólo uno de sus ejercicios espirituales en pos de la palabra religadora; luego, en la mística y la tradición carmelita encontrará un modelo de perfección y exigencia. Esta vocación de austeridad y estos trabajos de ascesis no obedecen a la búsqueda de una palabra superior sino a la necesidad, más vital, de recuperar lo sagrado como un palpito desoído.

En la poesía de Cadenas se produce, por lo mismo, el doble movimiento de una concentración del nombre (revelado, salvado) que se enuncia en un espacio despojado (desasido, extranjero); la palabra brilla en el desierto, como un trago de agua benéfica y pronta. Así, casi todo lo que este poeta ha escrito (verdadero aventurero inmóvil) es una reflexión y una refracción de la poesía. Los poemas son trazas de esa fuerza nostálgica y vehemente que se rehúsa a reconocer en los límites de este mundo los del lenguaje; y que apuesta siempre a ampliar el sentido en la aparición de una huella inesperada. Cada poema, por ello, es un asedio, un poco del fuego del camino.

No es casual que Rafael Cadenas haya también reflexionado sobre la suerte civil del lenguaje, y haya denunciado los usos y desusos de la lengua pública en su país. Justamente en un país como el suyo, que se concebía a sí mismo como una realización cumplida de las modernizaciones, la lengua franca comunicacional parecía poner en peligro, cuando no en duda, la razón no utilitaria de otros decires tradicionales. El uso de la palabra es una responsabilidad moral (una forma del entendimiento comunitario) pero también una libertad interior (un saber de la orfandad) capaz de rehacer nuestro lugar en este mundo en el poema de las refutaciones, en la demanda de una palabra verdadera. En sus ensayos y aforismos, Cadenas ha demostrado su amorosa vigilia por la palabra tribal tanto como su reflexión sobre los límites del lenguaje.

A lo largo de estos años, su obra inconfundible (sobria, cifrada, extraña a los énfasis del día) ha ido ganando en reconocimiento a su solitaria tarea. Esta es una obra del todo gratuita: no conoce un programa previo ni nos impone una voz autorizada. Sin embargo, está animada por una poderosa demanda: nos dice que el lenguaje de la poesía espera más de nuestro propio lenguaje, y nos cita a la orilla de sus decires para hacer de nuestra voz parte del hilo, una figura en el entramado. Porque esta poesía que renuncia a los correlatos objetivos, que le darían un espacio del habla, un lugar donde situar su reclamo, busca porfiadamente el diálogo con el tú que, desde lejos, la enciende. Es un diálogo aproximativo, hecho de fulguraciones y mutuos silencios, en una forma de comunicación no prevista, que espera hagamos un alto en el camino, un silencio en el ruido, un espacio discreto entre los discursos dominantes. De pronto, en efecto, empezamos a hablar con estos poemas, y sus primicias de certeza y de duda, de afirmación y de zozobra, nos descubren entre el milagro y el balbuceo, entre el asombro y la nostalgia.

La poesía de Cadenas es una invitación a la soledad, una conversación en sus umbrales. Hecha a nombre de la casa de la lengua, de la morada poética, nos descubre la saturación en que andamos, la redundancia en que hablamos. Y nos comunica el deseo de una palabra por hacerse, de una voz por pulirse, de un camino por abrirse en esta orilla del poema perdido y prometido. Por eso, hablar es para ella reconstruir el silencio, al que se debe y al que convoca. El poema está hecho de espacios discontinuos, puentes quemados, pausas y elipsis, que dictan su propio ritmo, su textura aérea, sus imágenes encendidas al viento del desierto.

No hay que creer, sin embargo, que esta poesía de la promesa es una fácil cosecha de milagros. Todo lo contrario: de las plenitudes nos queda aquí el tono de una elocuencia extraviada, los gestos del asimiento que declaran el drama de la marginalidad. Estos poemas asumen que el tramo de agonía y frustración es más largo; las evidencias del desastre y la indiferencia son diarias; el sentido del arte, cada vez más problemático. En ese espesor del mundo, el poema es una convocación, lúcido de sus escuetos recursos, incierto en su plan de asedio, y a veces incluso burlado por la poesía casual de las cosas. En este despojamiento de la escritura, en esta reducción de recursos a la mano, el poema de Cadenas extrema su adivinanza, arriesga su traza, y se abandona a su suerte, entre unas imágenes de asombro y la ceniza de unas palabras. La poesía es trabajo, como en la alquimia; esto es, el largo proceso que se demuestra a sí mismo en una tarea de convocaciones y revelaciones.

No pocos de sus poemas son parte de la memoria cultural de su generación, y hasta uno de los puntos de referencia del tránsito hacia el espíritu crítico que, desde los años del desencanto, predomina en la cultura venezolana reciente; varios de esos poemas, que se conocen en América Latina a través de antologías, dan la entonación de los tiempos actuales, la convicción de una palabra que habla desde su propio territorio, sin prédica ni dictamen. Esta es una poesía que no busca hacernos cambiar de opinión, sino de vida comunicativa; porque su demanda de humanidad está entregada a las posibilidades de que el habla nos devuelva al sentido. Ese otro diálogo es lo que está por hacerse; y éstas son algunas páginas de ese proyecto.

 

 

DERROTA

 

Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi
……………………………………………………………………………………….[ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy
……………………………………………………………………….[quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada a cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras cuya
……………………………………………………….[enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico
aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada
……he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y
………………………………………………………………[crear de mi indolencia, mi flotación,
…..mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo, más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros, y de mí
………………………………………………………………………………[hasta el día del juicio final.

 

 

 

EL MONSTRUO

 

El hombre sin piel se levanta tarde, evita los comunes tropiezos, rehúye toda relación.
…..Cualquier rozamiento, que en nosotros no pasa de producir cierta sensación de pérdida, a él se le puede transformar en un desarreglo prolongado. No es un hombre de una pieza sino una máquina al desnudo con todos sus engranajes, mecanismos, trucos descubiertos.
…..Como las sensaciones no le llegan atemperadas sino de lleno se puede decir
…………………………………………………..[concisamente que vive a boca de jarro.
…..Sin métodos, sin rodeos, sin etapas, tal como vienen las recibe.
…..Lo que él entrega también se produce así, sin más intermediario que el aire.
…..Ni siquiera el lenguaje mitigador, que desarma, que embota, que oculta, quitando poder a las cosas, le sirve para nada porque vive en significados.
…..No usa amortiguadores: habita en ondas drásticas que a nosotros nos parecerían
…………………………………………………………………………………………[devastadoras.
…..Sin embargo, este hombre incompleto puede servir y ha servido de medida probable para calibrar cualquier normalidad, someterla a juicio y decidir si es suficientemente cruel, como para admitirla, aunque los fallos pecan de exigentes.

Sin él darse cuenta suele enredarse, sufre malentendidos hasta jocosos, es víctima de
……………………………………………………………..[equívocos en situaciones corrientes.
…..Este hombre complica, complica.
…..Si se le entrega un pequeño laberinto, un laberinto de juguete con pocas vueltas, con un número razonable de trampas, con sorpresas a las que sea fácil adelantarse, en pocos días lo convierte en un enrevesado órgano de tortura.
…..Nadie se explica cómo pudo vivir, crecer y desarrollarse, pero que existe es un hecho
…………………………………………………………………………………………………..[cumplido.
…..¡Si hasta crea problemas!
…..(Uno de ellos es el de revelar los horrores del sitio donde vive, mostrando las marcas
………………………………………………………………………………………………..[que le deja.)
…..En suma, se mantiene, hace lo que todo el mundo aunque parezca un milagro y hasta hay ocasiones en que luce más resistente, menos ambiguo, más recto que nosotros los hombres rematados.
…..Acostumbra lamentarse, pero se ignora el momento en que le da por ahí. Así como tampoco se conoce el día en que siente más el tormento.
…..Él sabe que este hábito maligno vuelve más penosa su deficiencia.
…..Los hombres completos no advierten a primera mirada su déficit. Muchas veces les lleva días descubrirlo, pero una especie de irresolución del desollado los pone en la pista. De pronto notan que es desusadamente sensible. comienzan a llamarlo poeta, aunque está lejos de eso, pues es sólo un hombre desabrigado. La confusión podría continuar, pero como él no hace ninguna demostración, gritan: «Fraude. Ni siquiera habla». Un día se le pesca, es descubierto, queda desenmascarado. «No es tal artista, anuncian, simplemente le falta algo. Tomamos por arte una simple falla biológica. Es un impostor; se impone un desagravio a los verdaderos creadores.» Entonces lo arrojan a un pozo, al pozo en que siempre ha estado, donde es de esperar que pueda, ya que no criar piel, educar una costra que haga sus veces.

Se puede decir que así como carece de piel tampoco tiene moral, o que ésta es sumamente laxa, sustituible, vacante. La reemplaza con una especie de vaguedad que le sirve malamente de soporte.
…..Es que no puede permitirse, no puede darse el lujo de tener moral. Si su filosofía es frágil, su memoria es fuerte. En sus pliegues complicados los hechos se estancan. A este hombre no le está permitido olvidar.
…..Períodos hay en que toma su falla por signo de distinción: Cuando alguien no se la advierte, él no se apresura a señalarla con alguna frase primitiva.
…..No deja pasar mucho tiempo sin aludir a esta marca de nacimiento.

Si se le reprocha su falta de agresividad, el casi hombre no encuentra una explicación satisfactoria. La ira, la ira compacta es en él fatalmente un asunto interno.

Sin embargo, tiene compensaciones. El malestar de la infranqueable separación, la molestia de mantenerse «en forma», los inconvenientes que proceden de tener un nombre, las ambiciones jerárquicas, la defensa del orden, son problemas que le tienen sin cuidado.

Por exceso de cautela y de perplejidad, sin saberlo o adrede, es un ser desalmado que oscila entre cálculos falaces e imprevisiones esmeradas. Su falta de veracidad es un escollo que no puede vencer.
…..Vivir textualmente, conforme al curso de las cosas, está fuera de su alcance.
Le gusta hacerse el duro. Como en su caso el sufrimiento no es una mala costumbre sino una rutina, ya no le llama mucho la atención, y es poco dado a hablar de eso.
…..Este hombre inconcluso se desenvuelve con cierta soltura. resulta difícil reconocerlo a
…………………………………………………………………………………………………[simple vista.
…..Es conmovedoramente común.
…..Le falta la piel, la piel adiestrada, la piel enseñada en los duros textos, lo que le da una cualidad ilímite, pero lo hace fácilmente expugnable.
…..Aunque tiene acceso a lugares donde sólo se llega desguarnecido, es fácil presa de todas las invasiones, está hecho para recibir de frente la inseguridad, y tiende a lacerarse más de lo que acepta la poesía.

 

 

 

HISTORIA

 

Abro la ventana y veo un ejército que recoge sus víctimas. Espectros que llevan en sus brazos espectros, y adonde camino descubro sus bocas. La penuria de sus trajes no es nada frente a la de sus ojos, y al pus del heroísmo, ¿qué decir de todo eso? Cuerpos transparentes al sol, con tejido de fantasmas. Si olvido, aún sé que siguen recogiendo víctimas —apenas comienzan— y no hay fin, durará hasta la noche y todas las noches y mañana y pasado mañana y después y siempre. Dentro, cinco, nueve, cincuenta, doscientos años abriré nuevamente la ventana y la escena no habrá variado. Los espectros serán los mismos otros, pero ella no se alterará, no habrá modificación, una corrección de última hora.

 

 

 

LAS PACES

 

Lleguemos a un acuerdo, poema.
Ya no te forzaré a decir lo que no quieres
ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.
Hemos forcejeado mucho.
¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen
cuando sabes cosas que no sospecho?
Líbrate ya de mí.
Huye sin mirar atrás.
Sálvate antes que sea tarde.
Pues siempre me rebasas,
sabes decir lo que te impulsa
y yo no,
porque eres más que tú mismo
y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti.
Tengo la extensión de mi deseo
y tú no tienes ninguno,
sólo avanzas hacia donde te diriges
sin mirar la mano que mueves
y cree poseerte cuando te siente brotar de ella
como una sustancia que
se erige.
Imponle tu curso al que escribe, él
sólo sabe ocultarse,
cubrir la novedad, empobrecerse.
Lo que muestra es una reiteración
cansada.
Poema,
apártame de ti.



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