Revista Latinoemerica de Poesía

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Muñecas rotas




1

Tragicómico estar
donde no debo
esperando a que estalle una sensación
irreal
Riesgoso
y algo triste
estar solo
escribiendo en una mesa de Atunes
Tan cerca de la muerte
Hay que tener sed
para escribir sobre los pedazos rotos
del mundo

 

2

Acá estamos los antihéroes
los hombre sin…

Acaba de pasar una persona
que conozco
y me hice el que escribía
Estoy escribiendo al fin al cabo
escondido entre el papel y la
escritura
escribir no es más que ocultarse

La gente pasa y me mira raro
Las chicas que me miran
me quieren devorar
justo cuando estalla la sensación irreal que estaba
esperando
Entonces veo aquellas curvas
de región montañosa
Advierto:
será mejor dejar aquí la escritura
dejar aquí la locura

 

3

Se acaba la cerveza
y si no me levanto
vendrán a sacarme
Estar aquí y no ser un vendedor
No vender nada
ni la marihuana que fumo
ni el viaje que consigo
ni mi cuerpo
ni mi poesía
A diferencia de ellas
los poetas no vendemos nada

Nada

 

MORIRÉ EL DÍA menos pensado
lo sé
relajado y sombrío como el árbol de durazno
Ofreced mi carne a los chulos
para que mi proceso de reencarnación
sea instantáneo y saludable
¿En mi próxima vida
acaso me acostumbraré
a la suave caída de los campeones
a la sonrisa de las señoritas
a un trabajo digno al fin y al cabo?
Quizá me libere para siempre
de los cuerpos
de los zapatos de mi escafandra
En esta vida será mejor que la gente conozca
sólo lo que dejé escrito por ahí
que no es tan bueno como bocado de ambrosía

 

 

LAS FIESTAS ya no son fiestas
la música ya no es música
La gente rumbea
mirando al dj como viendo televisión

La cabeza es un basurero de anfetaminas

Para hablar para fumar
nos queda un montón de parque
Pronto amanecerá
y estaremos envenenados

Vine a esta fiesta con amigos
pero no tengo amigos en la fiesta

 


ME GUSTA TENER las cosas bien escritas
claramente que se dejen leer
que se dejen tocar
y que sean las cosas las que hablan
ellas y no yo
ellas y no mi vida
de las cosas me gusta que estén bien escritas
calles bien fotografiadas
montaña bien caminada
el café negro como la tierra
que la vida sea clara
como la primera lucecita
y de la mañana me gusta el tiempo
el día agigantado
tener las cosas bien escritas
que se dejen leer
que se dejen tocar

 


Guayuyaco

Dedicado a Héctor Cañón


1

Una vez fui a la selva
buscándote
y emborraché borraché borraché
Hice el amor a la tierra
guardé mi semen en un huequito negro
En la noche cagué y me limpié con las grandes hojas verdes
vomité el demonio en un platón blanco
luego aluciné con un dragón que me miraba

Amanecí lleno de amor
no tenía guayabo
Jamás sufrí jamás luché
contra la bestia enferma que salió de mi cuerpo
como una tormenta psíquica

De vuelta a la ciudad encontré una novia
y me enamoré una vez
y luego me desenamoré
mil veces como un tonto

A veces vuelvo a vomitar al monstruo
y lo guardo en el huequito negro
A veces como ahora
soy el mismo miserable monstruo de escamas
que vi sentado en la cama del abuelo indígena
y me asustó tanto

sin embargo
sigo haciéndole el amor a la tierra

 

 

2

Una vez fui a la selva
y te guardé en un huequito negro

Regresé volando en mi nave de leyenda
Reconocí los valles las mesetas los ríos
y ese río
que nos llevó a la casita del Curaca
Río Caquitá decían los indígenas
remé hacia Guayuyaco
entré en un par de botas pantaneras
y me dejé la barba
Cuando volví a puerto Guzmán por una caneca de aguardiente
cigarrillos y noticias
me miraban como si fuera guerrillero

Monté en la canoa dejando la muerte en una esquina
los niños me recibían en su lengua y en su risa
Jugué fuchi y ellos me miraban
les enseñé a jugar y el fuchi para ellos era el sol
por su color amarillo con azul
Los dejé jugando una tarde de lluvia
bajo la selva

Viajé volando
no me alcanzaba para el bus
En la ciudad prendí un cigarrillo
y ordené otra cerveza
Delirando con la mesera la falda y su culo
recordé en la tienda
el tabaco que fumábamos en la selva
el remedio que me dieron para las heridas del alma
y me curé con cada sorbo
de cerveza

Cuando desperté al otro día
estaba en la canoa regresando de Puerto Guzmán
entre el sol mojado de la selva
con los cigarrillos mojados en el bolsillo de la camisa
la caneca de aguardiente
y la noticia fatal de que la guerra no cesaba

 

 

Monstruo de dos cabezas

Hazme olvidar que soy un hombre. Recuérdame, por favor, que soy poeta. Hazme escupir los horarios del sistema, los buses del trancón, las incontables monedas que perdí en el último negocio. Hazme olvidar que tengo nombre, que me llamo nadie o ninguno. Déjame caer en el fondo de lo absurdo. ¿No es acaso la contradicción nuestra casa, nuestra tierra, nuestra dolorosa época? Quiero olvidar ahora que soy poeta, sabes, que soy loco. Recuérdame, por favor, que soy un hombre. No me dejes repetir el error, si por error me he convertido en monstruo.

 

Felipe Posada Obregón (Bogotá, 1976). Narrador y poeta. Abandonó dos carreras para dedicarse a la literatura. Hizo un diplomado en Creación Narrativa y viajó a Buenos Aires para vincularse con el programa Formativo de Casa de Letras. Tiene publicaciones esporádicas en revistas literarias. En 2014 se publicó una novela corta suya llamada Narraciones imperfectas, con dibujos y portada de Rubén Romero, en una edición independiente de La Plaga Cartonera. Su libro de poesía Muñecas rotas -impreso por la editorial Escarabajo- es su primera publicación oficial.



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