261. Hernán Contreras R
Presentamos una selección de poemas de Hernán Contreras R. (Santiago, Chile, 1990). Forma parte del equipo editorial de la Revista Literaria Mal de Ojo. Es fundador y editor de Trizadura Ediciones. Integra la antología poética Pánico y Locura en Santiago (Editorial Santiago-Ander, 2018). Es autor de la plaquette Proyecciones (La Maceta Ediciones, 2018), del poemario Trayecto hacia algunos días (Ediciones Filacteria, 2018), Voces a la barricada (Editorial Camino, 2021) y la plaquette El agua que baja (Porlasmias Ediciones, 2022). Actualmente trabaja en proyectos culturales y literarios.
De Voces a la barricada (Editorial Camino, 2021)
Cansancio
¡Adelante, con todas las fuerzas de la historia!
Miguel Enríquez
caigo con rabia
como fruto de árbol violentado
las palabras se marcan en los vidrios
el vapor llega a todo
máquinas y cristales
se quiebran en armonía con las mismas palabras
toda gota que no entró a la boca
toda gota que cayó fuera del vaso
eso fue nuestra poesía
creía que las marcas en los vidrios
eran solo para dibujar símbolos
nombres pegados entre sí
pero eran señales que se iban con el tiempo
regresaban con cierto ángulo y luz
el mismo ángulo de visión que daba a la calle
la grasa de nuestra mano quedó intacta
ahora era cargar un poco más el dedo
todo sería trizas y un mensaje en el aire.
Del poemario Trayecto hacia algunos días (Ediciones Filacteria, 2018)
Solo quedan las grietas
Tantas especies ahí abajo,
podría caer en picada con los ojos cerrados
y algo atraparía,
algo, aunque fuera una colilla
o las papas carbonizadas del fondo de la caja.
Seguro vería al viejito que me regaló poemas en un café
y a mi cara en el reflejo del pavimento,
al lugar donde alguna vez vivieron,
al lugar donde en mis sueños premonitorios dormí.
Lo vería en cualquier migaja o grieta del pavimento,
todo me lo recordaría
porque era lo último que me quedaba:
mirar en los recuerdos para sentirme en casa.54
Nada dura para siempre,
proverbios chinos y refranes lo adelantaron,
pero nunca los tomamos en serio.
Espérame, recuerdo, que aún encajo,
te aprieto en mi mano
al igual que cuando niño apretaba tu mano,
o al menos tu dedo, lo que alcanzaba.
Me aferro, mis uñas saltan,
son las chispas de los fuegos artificiales que veía en el puerto
y mis ojos intentan buscar las luces perdidas
de cada faro que tintinea,
me los sabía de memoria, sabía qué vereda evitar.55
Espérame, tú que sabes tu nombre,
mi mano pronto se cortará con los bordes de la hoja
y mis muelas serán placas tectónicas
que provocarán el derrame de magma desde mi cerebro,
verás valles de ríos salados en toda mi frente
y el mar lo cubrirá todo de nuevo,
ya no tendremos nada que limpiar.
Seremos esas letras que serpenteamos
en una ventana empañada.
De El agua que baja (Porlasmías Ediciones, 2022)
Neblina
la neblina entra en el patio
solo un auto que se pierde
nos recuerda del camino que nos trajo aquí
por segundos
un sol de partículas da sentido al frío
la asociación ahora es de madera y calor
todo un mundo que sucede
con un vidrio como atmósfera
sabemos del mar y las luces
cometas distantes entre brillos con forma de ondas
una nebulosa en constante deformación
aunque no veamos nada
solo ayer todo se movía con nitidez
desde el mirador la vida del pueblo
se encandilaba al prender un cigarro
los pronósticos aseguran
mañana volveremos a verlo todo con claridad
De Arritmia (inédito)
Extremos
Ver el sol en un vidrio botado
a las dos de la tarde, un día de invierno
el calor se nos perdió hace meses
en lo que podría ser una botella rota
se encuentran las tardes de verano
el ruido de los álamos y un niño corriendo
es solo un vidrio
encandila durante unos segundos y aparecen
las imágenes de una estación contraria
queremos frío en el calor y calor en el frío
tomamos cerveza o vino
para alcanzar el otro extremo
el niño alcanza su objetivo
y una hoja de álamo suena bajo los zapatos
la luz ya no viene del vidrio
ahora ves el sol
en una poza que aún no se seca
ahora todo parece indicar lo siguiente:
el suelo contiene al cielo en el agua de la lluvia de ayer.
Distracciones
Y fuimos descendientes de las aves
semejantes al caer en picada
Marcela Parra.
Abrí las ventanas para buscar
silencio
en los ruidos de la calle
entró viento y congeló mis ojos
como en una caída
mis párpados se arrugaron
buscaba mirar
la quietud del vuelo de un cóndor
luciérnagas invertidas
que trajeran la noche a pedazos
me había llevado a la casa
todas las suelas que ese día
intentaron emparejar el pavimento
hoy también vi una fila que solo crecía
un listado de nombres
de nuevo
ideas intermitentes
otra vez
ansiosas
por todo lo que es una jornada
Interpretaciones
el viento que entra por las ventanas
lo convierte todo en bandera
Andrea Alzati
toda noción de lo que vemos
es el intento de situarnos aquí.
la lluvia el agua de los aires acondicionados
el viento la velocidad de las micros en carrera la brisa
las piletas de las plazas
solo la nieve los pétalos del almendro
me han hecho sonreír
Encierro
veo el mar en las olas de un colchón viejo
o un desierto
la neblina una cortina deshilachada
el sol solo en los reflejos de un lago:
una ventana que agradezco permanezca cerrada
el encierro transforma los paisajes en sueños
las calles parecen libres
de lo que nos trajo aquí
un río saqueado se reconoce
por la ausencia
de ruido
Inéditos, de: “Árbol seco en pie”.
Watanabe se dio cuenta que los árboles suben y bajan al mismo tiempo
nos expuso esa contradicción en el lenguaje
la poesía habla y calla al mismo tiempo
con el silencio enmudece la inmediatez de las palabras
así crece el árbol
así funciona la poesía
Amuletos
iba a dejar todo lo que tenía en los bolsillos
para caer más lento
la creencia de ciertas cosas
nos ha amarrado los dedos a las raíces
y nunca dejan de buscar profundidad
los dedos
desenredan un cordel
que alguna vez ayudó
a crecer a los árboles
en el jardín
enterraba mis manos para buscar
los tesoros de mi abuela
los guardaba en mis bolsillos para tenerlos a mano
en caso
de que hubiera que salir corriendo
por un terremoto
todo lo que quería
era saber que las cosas pegadas en mis ojos
encontrarían valor en las palabras
de calma
que me decían por las noches