Armando Orozco Tovar
Lamentamos la partida del poeta y maestro Armando Orozco Tovar (Bogotá, 1943 – 2017) con quien tuvimos la oportunidad de compartir y desvelar varios espacios. Acá, algunos poemas para recordar a este eterno militante de la palabra:
EL VIAJE
Todos vamos con cuidado desapareciendo.
Estamos aquí,
nos ven y nos saludan,
hasta que un día nadie nos vuelve a ver
y dicen:
“Entró a un monasterio, está en la cárcel,
se casó. Le dieron empleo en Nueva York,
está viviendo en Camerún. Cría conejos.
es zombi en Haití, conspirador, negrero.
dejó el ocio, puso negocio.
Se fue para las selvas del Chocó,
quemó sus libros. Se le vio rezando en Popayán.
adquirió la sífilis, era maldito.”
O por el contrario nadie nos recuerda,
nadie dice nada,
a uno fácilmente los amigos lo olvidan.
Fue tan discreta la fuga, la partida, el viaje,
que sólo los más íntimos preguntan:
¿dónde está ahora?
A Armando Cuervo Romero
GUSTOS
De la vida me gusta la música
de Mozart
pero también el vallenato.
Caminar y escribir un poema,
leer a Roque Dalton
recordar a La Habana
los bares donde nos sentábamos
Rafael, Reynaldo y Luisa
en aquellos días
de la gran zafra y las toronjas.
Ver los rostros
a través de la ventana,
Salir para sentir la lluvia.
Me gusta abril, Isabel y su ternura,
nuestro hijo, “Arreglando para mañana
mis pistolas”. La risa de Alejandra
y de María Fernanda el llanto.
Volver a la infancia con sus nísperos
solares donde nos peleábamos
con los amigos muertos.
Mi cama donde repaso el amor,
donde envejezco la tristeza,
las cartas sin herirnos, las palabras.
Me gustan los puertos,
Con árboles, pájaros y gatos.
En fin, me gusta la vida con su muerte.
LA COMETA
Una cometa es la paloma
que vuela de la infancia
al cielo.
Sostenida tan sólo
por la ilusión
Que nos ató a la tierra.
Es la niñez
que se elevó en color
hacia la nube
en traje de papel.
Para imitar fugaz al ave
que pasó
un día por el cielo.
SEÑAL DE OLVIDO
Uno es una lámpara que mira
camina,
moja otra piel
otras orillas.
Puede ser la noche
el mar
“un pájaro que cruza”.
Uno puede ser
y estar dormido.
A uno lo acosan los segundos,
las hormigas,
el camino.
Suben por sus minutos
hasta los ojos o bajan
dentro de un barco único
sin regreso
donde dicen que está la soledad.
Uno atraviesa las horas
los puentes,
las escaleras hacia ninguna parte
el agua de algún río regresando.
Uno es su cara
al revés se mira con los ojos cerrados.
Es el ruido sin duda del olvido.
MONÓLOGO DE MUHAMMAR
El buitre clava su pico
y garras en nuestros costados
quiere encender automóviles
y bombillas inútiles
por carreteras y rascacielos
de Nueva York.
Mover porta aviones
por todas partes
deshaciendo el mundo.
La British Petroleum Company
no perdona
ni siquiera a los inocentes
alcatraces del Golfo de México.
Con la ira de Jehová fue a Irak
mañana Irán… a Venezuela.
El buitre ríe,
se burla por los noticieros.
El reloj de arena del desierto será su sudario.
MIEDO
En la dureza del día
así como es sencillamente
la vida
me dejo llevar
por los presentimientos.
Y son tantas las dudas
y el miedo
que corro a esconderme en lo espejos.
DESENCUENTRO
Ya es hora de que pregunte por mí,
que me vaya con los ausentes,
que regrese con la lluvia.
Debo salir pronto a caminar,
pero no encuentro la calle
los escalones de mis piernas.
Sé que debo irme en los trenes,
amarillos del barro,
subirme en el polvo de mi corazón
Armando Orozco Tovar (Bogotá 1943-2017). Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana donde ganó premios y menciones en poesía y en el 83 en la Universidad Central de Bogotá. Fue redactor de Radio Habana Cuba. Publicó textos en el país y en el exterior y figura en antologías. Editó Asumir el Tiempo, Las cosas en su sitio, Eso es todo, En lo alto del instante, Para llamar a las sombras, Visiones, Del sonámbulo imaginado y Radar del azar. Fue director de la Casa de la Cultura de Soacha (Cund). Durante veinticinco años dictó clases en diversas universidades de Bogotá y realizó talleres de poesía y cuento en la Casa de Poesía Silva y en la Universidad Externado de Colombia. Expuso plumillas en tinta china y acrílicos en La Habana y Bogotá.