22. Humberto Ak'abal
Nota de Juan Guillermo Sánchez
selección de poemas de Camila Charry Noriega
Cuando el poeta quiere recobrar el pasado, el lenguaje es un camino para deshacer el tiempo. Así, pues, muchos de los poemas de Ak’abal ocurren en ese presente que nunca termina, pues obliga a quien lee el poema a dirigir con sus palabras las acciones de ciertos personajes que en un ‘ahora poético’ realizan ante sus ojos las circunstancias de lo que fue. El niño junto al río mira cómo se va el agua y cómo se queda el río. El recuerdo, así como el poema y como el río, persiste en la hoja; el tiempo como el agua, se va. Del pueblo se desprenden miles de ramas y caminos. El canto, los pájaros, los árboles, las flores tejen una red de símbolos que a su vez emparentan todas las páginas. En la poesía de Humberto Ak’abal, cada vez que leemos un pájaro leemos también un poeta, cada vez que leemos un canto, leemos también un poema, cada vez que leemos una flor, leemos también un mensaje, una raíz que habla, un árbol que escribe en el aire.
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Y en este punto los abismos culturales que se alzan entre la epistemología de la sociedad a la que pertenece el crítico no indígena, y la realidad a la que se refiere continuamente Ak’abal, en cuyas raíces reposa todavía la magia, paralizan los intentos de diálogo. ¿Cómo nombrar esa ‘realidad-otra’…? ¿Cómo encontrar ese camino alterno en medio de la espesa selva que ha cultivado la razón? Walter Mignolo, desde los estudios poscoloniales, es uno de los investigadores que ha propuesto cambiar los términos de la conversación a fin de descolonizar el lenguaje académico. Por eso propone gnosis para nombrar ese tipo de conocimientos subalternos cuyas estructuras quiebran la lógica tradicional.
La invitación (aunque utópica) no puede ser otra que despojarse hasta donde sea posible de los esquemas racionales que nos configuran como lectores no indígenas y que nos impiden imaginar, comprender y solucionar las imágenes y juegos fonéticos propuestos por los poetas indígenas contemporáneos.
* Del libro Memoria e invención en la poesía de Humberto Ak’abal, del poeta, narrador y ensayista Juan Guillermo Sánchez
De Árboles, espantos y ríos
EL FUEGO
El fuego acuchillado
apaga la tristeza del leño
cantándole
su ardiente canción.
Y el leño
lo escucha
consumiéndose
hasta olvidar que fue árbol.
CAMINO AL REVÉS
De vez en cuando
camino al revés;
es mi modo de recordar.
Si caminara solo hacia adelante
te podría contar
cómo es el olvido.
PIEDRAS
No es que las piedras sean mudas;
solo guardan silencio.
HOY
Hoy
amanecí fuera de mí
y salí a buscarme.
Recorrí caminos y veredas
hasta que me hallé.
Sentado sobre un tanatón de musgo
al pie de una cipresalada,
platicando con la neblina
y tratando de olvidar
lo que no puedo.
A mis pies
hojas, solo hojas…
COLOR DE AGUA
Busco mi sombra
y la encuentro en el agua.
Tengo ramas,
tengo hojas,
soy árbol.
Y miro el cielo
como lo miran los árboles:
color de agua.
DERRUMBE
La noche se derrumba
y la oscuridad cae
al fondo del barranco:
Se hace agua
se vuelve río.
EN EL SUELO
La luna
busca algún agujero
en las casas de adobe,
entra
y se sienta en el suelo.
MURCIÉLAGO MUERTO
Y allí está detrás de la casa,
abandonado, murciélago muerto,
desprendido de la solera.
Cuántas lluvias
cargó es paraguas negro
hasta que se quedó sin alas.
De Animales y pájaros
SALVAJE
Soy salvaje,
rebelde a la música
ajena a mis oídos.
Tengo una montaña en la cabeza;
solo escucho cantos de pájaros
y gritos de animales.
AULLIDO DE PERROS
Cuando los espantos se acercan
los perros aúllan.
Uno tiembla de miedo,
le agarran ganas de orinar
y a veces hasta se caga.
Los espantos se descalzan
y sin decir adiós
se van.
EL AIRE
El aire baila
extiende sus alas y da vueltas.
el aire es un pájaro grande,
vuela alto
arriba del cielo;
por eso
solo sentimos el soplido de sus alas.
CARACOL GRANDE
El barranco
que está cerca de mi casa
es un caracol grande.
Cuando suena,
avisa que la sagrada lluvia
viene detrás del viento.
De Amor y sueños
SOLO QUIERO
Yo solo quiero
un poco de atardecer
para platicar con ella,
Escondidos detrás de algún árbol,
decirle que ya no aguanto más,
que se venga a vivir conmigo,
Que tengo ganas
de echarle una semilla.
DETRÁS DE TU SONRISA
Aunque te vistas de negro
y pongas la noche
de por medio;
detrás de tu sonrisa
llora una tristeza…
En el camino que vas dejando,
quedan las deshojadas flores
de tu soledad…
EL OTRO
Te fuiste con otro
tu risa
se quedó en el agua.
Desde entonces
todos los días
acaricio el agua.
Y el otro
no sabe por qué.
De dolor y esperanza
NO PUDIMOS MÁS
Estuvimos ausentes
un poco de tiempo
y no pudimos más…
Y ves tristeza
no podemos vivir separados.
SI NO FUERA
Si no fuera por el sol
los pobres hace tiempo
que hubieran muerto de frío.
de hambre
se muere poco a poco.
DOLOR
Me duele,
me duele
la miseria,
la pobreza…
Cómo quisiera ser
un pedazo de trapo
y servir aunque sea
de remiendo.
ROBO
Nos han robado
tierras, árboles, agua…
De lo que no han podido
adueñarse es del Nawal.
Ni podrán.
Humberto Ak’abal (Momostenango, Totonicapán, Guatemala, 1952). Su primera colección de poesía, El animalero (Guatemala, 1990), tuvo un éxito inmediato con el público y la crítica y llegó a la tercera edición en 1994. Una fortuna mayor le deparó la segunda colección, Guardián de la caída de agua (Guatemala, 1993), reeditado en Guatemala en 1994 y 1996, y fue recibido con gran interés en otros países de América Latina y Europa. En 1995, el autor viajó a México, donde se publicó una breve colección, Hojas del árbol pajarero. En 1996 participó en el Festival Internacional de Poesía de Medellín. En ese mismo año, el investigador guatemalteco Carlos Montemayor cura una amplia antología de su poesía en k’iche y en español, acompañada de una introducción crítica, encabezada por el propio autor Ajkem Tzij – Tejedor de palabras. Una segunda edición de esta antología publicó en 1998 la Unesco, presentada en el Instituto de Cultura Hispánica de la Ciudad de Guatemala por el reconocido escritor Mario Monteforte Toledo. En 1997 publicó también en México Retoño salvaje, y apareció una edición francesa de sus poemas. El autor fue galardonado con el título Emeritissimum de 1993, por la Universidad de San Carlos de Guatemala, y recibió el Premio Internacional de Poesía Blaise Cendrars en 1997, en Neuchâtel (Suiza).
Ha publicado además: Lluvia de luna en la cipresalada (Guatemala, 1996),Hojas solo hojas (Guatemala, 1996) y Los cinco puntos cardinales (Colombia, 1998).
Ha sido traducido al francés (Le Gardien de la chute d’eau, París, 1997), al alemán (Trommel aus Stein, Zurich, 1998), y al inglés (Selección de poemas, EE.UU., 1998). Adicionalmente la antología Tejedor de palabras fue publicada en italiano por la editorial Le Lettere di Firenze.