Poema del Viernes # 113
LA ETERNIDAD
Sin tener qué decir, pero profundamente
destrozado, mi espíritu vacío
llora su desventura
de ser un soplo negro para las rosas blancas,
de ser un agujero por donde se destruye
la risa del amor, cuyos dos labios
son la mujer y el hombre.
Me duele verlos fuertes y felices
jurarse un paraíso en el pantano
de la noche terrestre,
extasiados de olerse y acecharse
tigremente en lo inmóvil:
-Piedad, estrellas,
por los párpados de éstos que no alcanzan a ver
el extrasol del otro juego, piedad por el cuándo
y el dónde de estos mortales,
por la piel de esta espuma aciaga,
piedad,
ley de los remolinos.
Gonzalo Rojas