Revista Latinoemerica de Poesía

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Jueves de poesía en Trilce



Jueves de poesía en Trilce, evento apoyado por el Ministerio de Cultura – Programa Nacional de Concertación Cultural, presenta el próximo 7 de julio a los poetas Ron Riddell (Nueva Zelanda) y Diana Carolina Daza (Colombia). Acompáñennos desde las siete p.m. Entrada libre.

 

 

RON RIDDELL

 

Es escritor, poeta, músico, pintor y gestor de paz. Es graduado en Artes de Auckland University, Nueva Zelanda. Más recientemente, ha viajado y trabajado en América Latina. Riddell ha realizado lecturas de poesía en muchas partes del mundo, incluyendo Chile, México, Estados Unidos, Australia, Inglaterra, Escocia y Colombia, donde sus seis últimos libros, (incluyendo El Milagro de Medellín y El oráculo de Alejandría) fueron publicados en ediciones bilingües (inglés y español). Riddell ha presentado su trabajo en muchos festivales y eventos culturales del mundo, incluyendo los festivales de Edimburgo, Harbourfront (Canadá), El Festival Internacional de Poesía de Medellin (Colombia) y Los Festivales Internacionales de Poesía de Cartagena, Bogotá y Pereira (Colombia). Ha tomado parte en eventos culturales y de paz en Colombia, Chile, U.S.A. y Nueva Zelanda. En Auckland Riddell estableció Los Poetas de Titirangi (en 1976). Ha publicado 20 volúmenes de versos y ha escrito cuatro novelas y cinco obras de teatro.

 

 

LA CASA VACÍA EN TITIRANGI
(En memoria de mis padres – Traducción de Carlos Bedoya y Saray Torres)

 

Cuartos vacíos reciben la luz
en la ventana permanecen las hojas
curiosas, en alerta, decididas.

Su gente partió a otra vida
dejando vagos ecos y susurros
en el suave balanceo del aire.

Su gente partió
pero no los helechos, las flores:
las magnolias, las veraneras, la manuka.

Su gente partió
mas no los matorrales, los arboles:
el kauri, el rimú, el olmo dorado.

Desde la entrada
por entre follajes de hojas
se asoma el sol de occidente

sus lustrosos dedos abren
las cortinas, poblando
la casa una vez más.

 

 

TRAS UNA LECTURA DE ROBERT BLY
(Traducción de Carlos Bedoya y Saray Torres)

 

Es bueno recordar
que podemos estar locos
y seguir con la cabeza en alto
y continuar bailando desnudos en la calle
girando al ritmo del viento y la lluvia.

¿Qué no es la poesía sino la desnudez
expuesta a mil locuras –
de otra forma demasiado dolorosa de recordar –
cómo vivir, forjando esperanza
creando inocencia de la ignorancia?

¿Qué perversa alquimia es ésta?
La terca esperanza insiste en
volver a los jóvenes hombres
para volverlos chicos otra vez.

El poeta guarda una carta oculta
una flor violeta incandescente
un verbo de suma finesa
recordándonos en todo sentido,
que en ningún momento podremos olvidar

qué bueno es ser poeta.

 

 

 

DIANA CAROLINA DAZA

 

Bogotá 1980. Redactora creativa y promotora cultural. Textos suyos han sido publicados en revistas de creación literaria y suplementos de Colombia, Ecuador, Chile , Venezuela y México. Ha sido invitada a encuentros de creación literaria en Colombia, Venezuela y Ecuador. En el 2003 publicó con la colección AQUÍ ESTAMOS DECENA de la editorial Funcreta, el poemario “el abrazo de los días grises”. Participante del taller de escritores de la Universidad Central en el 2005 y el taller de cuento ciudad de Bogotá 2015. Actualmente dirige el sello editorial independiente Piedra de Toque. En el año 2013 editó el poemario el “Nacimiento de la Gargoleana” con la colección estampillas poéticas y en el 2014 su poemario “los demonios y la lluvia” fue editado por el proyecto Pirata Cartonera.

 

 

CARTA A ALEJANDRA PIZARNIK

 

El hastió por un padre una madre y una hermana, condenados a los buenos modales. Demonio oculto bajo un rostro agrietado por la juventud, ángel incomprendido buscando la libertad en una habitación cubierta de sombras y fotografías. Sartre y las
anfetaminas, Sasha, Flora, Buma, Blumita o Blímile, o todas juntas desangrándose en las páginas. Una cajetilla tras otra consumida a escondidas. Olga, Liz, Julio y Breton. El reposo en un pecho de cuarenta, el deseo ausente en una boca de veinte, el amor como naufrago, la soledad como gobierno.

Alejandra, tu nombre retumba. Puedes estar tranquila, dejaste de ser esa pregunta, tartamuda, rebotando en un abismo.

 

 

LA SINGER

 

Abatida por el frió que envuelve la casa
la vieja Singer olvido contar historias.
Los niños no creen que su pedal es un barco
ni su rueda un timón que dirige los sueños.
Sus dedos ya no cosen
la fatiga de andar un día tras otro
los uniformes para el colegio,
el dobladillo del pantalón
el vestido de domingo de la muñeca.
Nadie escarba entre sus cajones
buscando el hilo que remiende el paisaje
de una generación de pequeños animales
mezcla entre panteras
pájaros y hormigas
con corazón de ballena azul.
El ojo de su aguja
afectado por el juego cotidiano de la vida
dejó de respirar.



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