Reseña de ¨Manual para el que espera¨ de Xavier Oquendo Troncoso.
Por Jorge Luis Bustamante Alvarez
A mi juicio existen dos tipos de libros de poesía: los que están llenos de artilugios lingüísticos, que hacen de los simple un oficio mal visto, un defecto de la realidad, esos libros que hacen que el asombro quede únicamente en el que será lo que quiso decir cayendo en el vicio de la incomprensión. Por otro lado están los libros de poesía que se sorprenden a sí mismos, aquellos que el lector siente que emanan una especie de halo cómplice que invita ser descubierto, que llevan consigo una parte de la realidad, una estrategia para mirar el mundo desde otros ojos. De los segundos es este libro de Xavier Oquendo.
En este manual el autor ingresa en el mundo desterrado de la espera, lo desconocido, lo real, lo que angustia. Parece ser que este concepto es una trampa en el lenguaje de la vida cotidiana, después de la espera no queda nada, ya que esta es posibilidad, acción continua de cambio constante. El ser pertenece al pasado, el presente es una ilusión de esta trampa verbal. Nos dice el poeta:
Solo se es en el pasado
Porque el presente es la hoja que espera algo
Que hace el cambio.
La voz poética se adueña de la espera haciéndola sujeto y deseo. Por otro lado la quietud de la misma es la fuerza de gravedad que absorbe al poema y al poeta en un instante con paciencia de árbol. En este libro la palabra espera nos remite a una especie de fantasma, de angustia, el poeta sabe que esta es la palabra precisa, la verdadera condena nuestra y del mundo, la realidad que va más allá del lenguaje, que no es solo árbol, luna, ciudad o dolor.
Lo que puede ser, es la espera, lo que aún no se encuentra constituido, lo incierto, lo desconocido y sin embargo lo único que existe. Al transitar por el libro de Xavier Oquendo lo conceptos mencionados van tomando forma de abanico en el pensamiento del lector, los poros se vuelven cómplices de la sensación de lo inquietantemente familiar. Esta relación con lo siniestro, con lo oscuro que espera ser nombrado.
Este libro se encuentra en estrecha relación con lo que no se reconoce, con lo cerrado. Sin embargo el autor sabe que poesía, como dijo García Lorca, es hacer posible lo imposible.
Todos hemos esperado en ciertos momentos pero ¿Quién ha sido espera alguna vez? Este libro de Xavier Oquendo nos invita a ser espera, a sernos invención constante en el instante de la duda, del tiempo. La fijeza es siempre momentánea, todo es continua dialéctica, en la quietud está el movimiento de las cosas, las cosas están siempre a expensas del ser cuando el lenguaje las bordea, la espera, en cambio, es el ser de nosotros y de este infinito poema.
El poeta busca, como diría Gelman, que el viaje al poema sea más importante que el poema en sí mismo, es decir que el lector sea el eterno cómplice del poema, este libro de Xavier Oquendo llega como punzada al alma, como agua necesaria después de la sequía, como llegan las palabras a conquistar el dolor y la incertidumbre.
Así que:
A esperar amigos, cómplices, panitas,
Ñaños, cuates, sombras mías.
La espera siempre es la acción que siga a la palabra. El instante que queda después de la fotografía. Al final de este libro lo que nos queda es la espera. Gracias maestro.
Ni más ni menos.
MANUAL PARA EL QUE ESPERA
(FRAGMENTOS)
Xavier Oquendo Troncoso
Son tristes los ojos del hombre que espera
Luis Eduardo Aute
2
Soy la espera
que se asienta en el campo,
en el viento que no se mueve,
en las calles sonoras que no fluyen.
4
Soy la espera del agua
que no llega al mar sino evaporada.
Una lluvia lejana
que nadie la ve,
que nadie la siente
ni el pez que espera
la migrante caminata salada
con su astucia de sofisticada ola.
6
Estuve rondando una cuantas cuadras de casas.
Estuve podando algunos corazones,
algunas habitaciones repletas de algas azules
donde crecen los insomnios color hormiga.
7
Soy la espera del árbol
que no recuerda el tiempo de semilla
ni de raíz
ni de madera
ni de gusano de madera.
Ni ese piso de vieja casona que croa
que cruje
que llora.
Ni esa rama que cae
con el fruto pesado.
Ni esa ausencia de árbol podado
ni esta angustia de árbol poblado
ni esta ansiedad de árbol doblado
de árbol quemado
de fuego heraclitiano
de fuego robado al fuego primigenio
que espera al pensamiento
para que pueda verse luminoso.
13
La espera me hace sudar el tiempo
y los momentos
como un dios
tras la transformación de la nada
o como Luzbel
tras el faro de su destierro.
Así es el tiempo que uno tiene:
entre la velocidad de la luz
y su concepto.
15
Estoy tras la sombra de la espera.
Estoy en el camino azul de los gorriones
manchando lo que no se ha movido,
lo que no ha sido intervenido,
lo que no ha mutado,
lo que está en natural estado.
16
En el desierto
espera la cobija eterna de la arena,
el viento bullicioso que crea la duna
y que deja en estado de espera
a cualquier piedra
que tenga forma de roca.
20
Soy la espera del reloj parado,
aquel al que se le cayó la cuerda
y se ahorcó con ella
cuando la soga del tiempo
no había caído en cuenta
que la espera estaba condenada
a ser solo dolor
solo amor
21
Solo el mar que espera las manos infinitas.
Solo el sabor audible de la tierra,
cuando ingresa un temblor
llega puntual.
26
Soy la arena ansiosa
que espera a la ola deformada
para que se resuma en la espuma.
27
Soy la flor que se cayó en otoño
de tanto esperar una primavera puntual.
28
Soy ese pétalo rugoso y destartalado
que no ha podido desprenderse
de la espera de su corola.
29
Soy el río que desespera
porque su cauce se cansó de ser
de estar
y de ver su finitud
su soledad seca
su dolor de piedra.
35
Soy aquella otra persona
que ama esperar
y no disipa su deseo.
Todo llega en plan de punto.
Todo está allí
para que suba su mano
hacia el manzano
que tiene colgando su fruto
como una esperanza.
Y si no quiere manzanas
querrá el corazón de una sandía
o el olor de una guayaba
o el sabor de una mandarina
que se expande en amarillo.
36
La espera no espera esperar
porque la roca donde edificarán su pirámide
está allí desde años.
Desde que alguien
-en algún salón nupcial-
le regaló sin desesperación
la voluta de su corazón
para que el amor explote
para que el volcán explote anticipadamente.
Sin esperar.
39
Ya no te espero luna ciega.
Ya estás descubierta,
pisoteada por la historia.
40
Ya no te espero
cuerpo de sol ni noche de cuerpo.
41
Ya no te espero
Puerto roto
nave olvidada
alfombra picada.
42
Ya no te espero cosa que hablas
cosa que eres palabra
cosa que eres planta
cosa animal
vegetal de cosa
resina de cosa
cosa azul
ruptura de cosa.
43
Ya no te espero alunado momento
enredadera podada en seco
manta de virgen olvidada.
44
Ya no te alcanzo a ver espuela de caballo clavada en jinete
rueda de sombra sobre la pared
alcancía romana
camino griego
isla desierta.
45
Ya no te veo por la cerradura de la puerta
por el hueco del voyerista
por la voz movida
por el mundo.
48
¿En dónde me romperé el cuerpo
de tanto esperar conocer los huesos?
49
Ya espero cosa espesa
sendero de cosa que se escapa
Ya espero camino de la rosa para ser flor con aroma
y marchitarse hasta el mal olor.
Ya espero marinadas e ilesas aguas de mar
que me da la ola y no el tsunami que no es predecible.
50
Ya te espero rana albina
Roma moderna
remo salado
risa sagrada.
Ya te espero sueño molido
zona dolida
cima virginal.
51
Ya no sé dónde se rompen el muro y el mar
al mismo tiempo.
53
Ah espera. Ya no, por favor,
hipotenusa
ángulo rectángulo
algebra de abecedario
física cuántica herida.
Ya no, Espera.
Ni a tu sangre esperada la espero.
Ni a la cruz,
ni a la herida de látigo la espero.
Ni al lavamanos de Pilatos,
ni a la fiesta de Herodes la espero.
54
Ya espero esa palabra de perro
esa palabra de alcoba
esa palabra de plaga ya espero.
Ya espero la ciudad que te viene
la ciudad que te va
la ciudad que te mata ya espero.
***
XAVIER OQUENDO TRONCOSO (Ambato-Ecuador, 1972). Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los libros de poesía: Guionizando poematográficamente (1993); Detrás de la vereda de los autos (1994); Calendariamente poesía (1995); El (An)verso de las esquinas (1996); Después de la caza (1998); La Conquista del Agua (2001), Esto fuimos en la felicidad (2009), Solos (2011), Lo que aire es (Colombia, Buenos Aires, Granada, 2014) y Manual para el que espera (2015) y los libros recopilatorios de su obra poética: Salvados del naufragio (poesía 1990-2005), Alforja de caza (México, 2012), Piel de náufrago (Bogota, 2012), Mar inconcluso (México, 2014), Últimos cuadernos (Guadalajara, 2015) y El fuego azul de los inviernos (Italia, 2016); un libro de cuentos: Desterrado de palabra (2000); una novela infantil: El mar se llama Julia (2002), así como las antologías: Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas ecuatorianos, Quito, 2002); Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011), Poetas ecuatorianos -20 del XX- (México, 2012). Su libro Solos fue integramente traducido al italiano por Alessio Brandolini (Roma, 2015). Fue seleccionado entre los 40 poetas más influyentes de la lengua castellana en “El canon abierto”, Antología publicada por Editorial Visor, en España (40 poetas en español -1965-1980-). Organizador del Encuentro internacional de poetas “Poesía en paralelo cero”. Es director y editor de la firma editorial ELANGEL Editor. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, francés, inglés y portugués.