Revista Latinoemerica de Poesía

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Poesía especular: El proceso es el fin, Julio César Galán



Presentamos una selección poética de Julio César Galán, poeta, ensayista y profesor español, precursor de la Poesía especular: El proceso es el fin.

 

"Para situar al lector, debo señalar que, en varios textos ensayísticos, ya sea con mi heterónimo, Óscar de la Torre, o como ortónimo, estipulé cuatro propuestas poéticas: poesía non finito (poesía hecha a base de reescrituras), poesía especular (el poema dentro del poema), intrapoesía (la crítica literaria hecha poesía) y poesía de la otredad (el espacio de los otros). Cada una de ellas se definió inicialmente junto a los críticos y escritores Marco Antonio Núñez y César Nicolás, en Limados. La ruptura textual en la última poesía española (2016), y después en 2020, en Desobediencia, también junto a Marco Antonio Núñez y como Óscar de la Torre. Todas esas líneas estéticas las he unido en una sola, la poesía especular, y la razón reside en que poseen diversos puntos comunes entre ellas: la salida del poema y de la identidad cerrada y lineal; la consiguiente conexión de los quiebros poéticos con los identitarios; el poema como desfiguración (un guiño para Paul de Man) y la identidad como despersonalización; el axioma central de la poesía especular: «el proceso es el fin»; la raíz retórica de las logofagias y su raíz, la rotura del discurso poético a base de quebrar los diversos estratos ensayísticos, y el principio de rizoma como disolución de lo lineal, como fuga continua (al fondo Deleuze)".

Julio César Galán

 

 

Transparencia

 

Esta llanura se desenrolla hasta el adentro de los bosques o el horizonte en lluvia (la metamorfosis de las pupilas). Hago de mi mano un parasol, visera para la luz. Miro la mano, casi se transparenta su forma: agua que arrastra estrellas extinguidas, aquella sangre del sol que va a ser luna (¿los acantilados de la soledad?), esta ala esencial del vuelo interminable que roza la piel de las orquídeas, que queda suspendido en el raudal del aire (un diente de león ha soltado su cabellera). Aves sin forma que vuelven al nido y tú ya vas siendo tus otros.

                              ***

La sien descarnada por péndulo y en la oscilación los ojos van y vienen (desprenderse ha sido inevitable). Todavía el sol no ha penetrado en la nieve de los azulejos. Por su blancura se deslizan dulcemente los ojos, vigías del insomnio, y dentro del fondo del blanco se exalta el destierro del mar en una caracola. Algunas luces insinúan signos que son labios, es decir, juego con las palabras mientras la conciencia se estira en olvidos, ausencias y desencantos. Nos dijimos: “Ni siquiera tú, testigos de tus aguas, llegas a completarte, a manifestarte y sólo esculpes estrellas […] bajo ese castigo de las cosas. Allí toma origen el cuerpo que desconoces bien e inconscientemente despunta de ti en la abstracción de tu soledad”.  ¿Qué ha cambiado desde entonces?

                                ***

Al acercar la oreja a la almohada escucha el trasiego del mar o de los coches. Desparecieron las calles y los rostros. Los párpados se cierran, pero no se cierran. Lejanías y presagios. Las afueras de las afueras de las afueras. La dialéctica entre los astros y los objetos de su habitación: hecho sonoridad en el hilo que les une.

En la precisión de separarse de sí mismo el nombre se fue diluyendo. Después de aquellos presagios, ¿qué fue de nosotros? Soledad en progresiva solidez: pocos son los límites de las manos, ninguno. Sin resistencia a la dureza ha excedido sus bordes y la proporción de su cuerpo es traspasar. Duermevela y semejanza con cada cima: la ronda por la locura. En el pasillo se escuchan los pasos de aquel que te nombra y humea en este que estoy: horizonte que refleja esas manos posiblemente mías.

 

(El ocaso de la aurora, 2004)

 

 

Sobre el nivel del mar

 

                                                          

Ansío toda luz porque un día fijé el mundo

con mi dedo índice,

                                    y amo

el correr de los ríos porque de algunos peces

            aprendí hondura.

 

Fueron mis ojos quienes miraron por primera vez

que en la caída de los astros se escondían

un niño y una rueda.

Siempre me hice invisible cuando los hombres

pusieron sus manos

                                sobre mi fingida presencia,

y cuando tuve un brazo que parecía un ala,

las flores que brotaban en los tejados me otorgaron

            las dádivas de un vientre,

esta es la única verdad que he conocido.

 

A dos mil pies sobre el nivel del mar

la marcha de los pasos deja de orbitar,

           el frío aumenta toda lucidez,

y la respiración es lenta

como la vida en las montañas

y en las ermitas, el corazón renuncia

a cualquier renuncia,

y la única doctrina es la fecundidad.

 

Nuestro propósito es crecer cuando creamos

            y amar a cuanto no desgarre,

alimentarnos de nosotros mismos y no golpearnos

            en soledad

y que cada vez que el mundo sea la primavera

nos despojemos de cuanto fuimos

y seremos, formando

la columna que une nubes, espacios y semillas.

 

El truco no es difícil ni complejo, solo se necesitan

algunas dosis de serenidad, concentración y sencillez.                                                       

 

A seis mil pies sobre el nivel del mar-y subiendo-

los ojos van perdiendo su nostalgia y para no cegarnos

            tengo que demostrar

mi destreza en las diferentes artes de la distancia

y para que no se dilaten las venas el oxígeno

tiene que ser lo más escaso posible.

 

Se aligeran,

se aligeran las manos, los pies, el pecho, los lastres se reducen:

las personas que un día me nombraron hacen el mismo

            ruido que las hormigas.

 

Sigo el rastro de los cometas,

de las galaxias que comienzan cuando un huevo se rompe,

de esa gracia tan tuya de armonizar

            mis extremos.

 

Solo me he dado opción a mudarme en un hoy,

en un hoy que renace, confirma y desprecia.

Poco importa la muerte ahora. Poco importan las palabras ahora.

Poco importa que el mar haya expulsado a quien

            movía su repetición.

 

Los restos de la fiesta quedan aún en mi boca, aún

me ofrecen mucho juego, aún brillan como miel secreta.

 

A diez mil pies sobre el nivel del mar

            solo quedan los labios,

el nacimiento de unas risas entre las sábanas

y las luces que como gotas de rocío resbalan

            sobre este mármol.

 

 (Tres veces luz, 2007)

 

 

Libro XIV

 

puedes olvidarte de ti ahora

que las jorobas de las dunas

casi se acercan a esa luz

                                             en que las cosas y los seres

ya están sin formas

                                 tan solo tienes miedo a dejarla sola

-haz que tu obra parezca

siempre joven       dijeron                  en las vallas los hombres metálicos

 

[Prelectura]

 

               morir es un recuerdo ¿más?

conocimos la tersura

                                               de las ballenas sin haberla tocado

conocimos el galope de los caballos

                                                salvajes sin haberlo escuchado

conocimos el destino de las flores

                                                         de edelweiss sin haberlas olido

   

[Contralectura]

 

la plenitud debe ser algo parecido

                                 a esta maraña de ti: soñándote

                     en el desierto de Tassili (¿en el que nunca estuve?)

 

aprendiste       miró el mundo

                                                  tan solo estaba amándote

en tu ausencia

 

              aquí el verde es un rostro humano

                                                                            las palmeras supuran miel

en sus dátiles              y enhebran el cielo

                                                               unas cuantas golondrinas

que se llevan algo de nosotros

 

                                          (todo lo que fuimos

todo lo que somos)

                                       quizás todo aquello que me sobra

 

nos tenemos a nosotros mismos

                                                       como cuando nacemos y morimos

 

[Subtexto]

 

         ¿es necesario el amor aquí?

                                tan solo me hago esta pregunta

             para engañarme unos momentos

 

[Coda]

 

la canción dice: “agua de nieve…”

y oigo el latido del mundo

                                               es una pequeña ondulación en el aire

cuánta densidad en la niñez

                                                      de esta alegría

quiero recordarme así:

sentado                       solo                 mirando el horizonte

              junto al separador inmenso del día

 

 (Testigos de la utopía, 2017)

 

 

I

 

(Aquellas calles luminosas no sólo por sus primeros

días. Silla de plástico mal pintada. Terraza con macetas sin

plantas. El humo del cigarro en anillos: arras desaparecidas

en el aire isleño.)

 

Todos los relojes: Las palabras gatean por la primera risa:

allí cuando es aquí

o los días sin días (el amor nos destrozará                03.07.2015):

los lagrimales del río

están cerrados

por periodo de crecimiento

pero en el lado inverso

                                   de las estrellas

           se oye el futuro            de un recién nacido

 

La plaza gris del sueño: Entenderás la música

antes que las palabras

igual que le pasó a él…si…

igual que le pasó a ella

(suena la música que les bailó)

 

entonces notaremos

cómo el cielo deshilará

algún rayo de algún halcón

y en picado calcinará

el aire verdinegro

 

Sí         antes todo fue 

un molinillo de papel

girado y girando y giremos

ya no podemos girar y girar

 

Sangre abierta: Qué lío me hago con las emociones:

los ramajes del miedo crean monstruos

y el gorrión aterriza

como un paracaidista

y este libro se inclina hacia

la izquierda para contemplar el río:

y mapá:           mamapá:         papá-mamá:

y así regresaremos al origen

a morir de nuevo para cegarnos

                                                 en la carne

 

Figura de pecho hundido: Días sin días en que me susurraba: «Qué sitio tan bonito,                                                                                     pero los pájaros parecen aburridos.»

 

lector               silba muy fuerte                     a ver si…si…a ver si se despiertan

                       los pájaros y abren lentamente           tus ojillos

                                                    y nos devuelven al ahora

 

pestañean algunas nubes                    suena el mar a ruido de acantilado

         (debajo de las nubes todos nuestros adioses)

 

no tengas miedo: […] es un monstruo muy amable. Lo que pasa es que le pica la espalda. Intenta rascarle con una mano y pasar con la otra la página.

 

Pálido azufre: Pero el mar absorbe aquel

alrededor tan nuestro

pasamos página          ¿seguiremos enramando

el universo en la palabra

                                                                                        “Adoración”?

isla en donde aprendí a odiar la belleza

noche tras noche

yo hablé de la pequeña historia

                       de la pequeña camomila

de los barcos perdidos                                   de aquel mapa perdido

¿y dónde ahora?

¿Y para qué?

¿Qué hago con el jamás del jamás?

 

Para llegar                       hasta vosotros                   soplo un diente de león

      se deshoja mi rostro joven sobre la duración infinita de nuestro hijo

 

                      (Un adiós abierto, 2023)

 

 

 

 ***

 

JULIO CÉSAR GALÁN

1978, Cáceres, España. Actualmente es profesor contratado doctor en la Universidad de Extremadura. Autor de los siguientes poemarios: El ocaso de la aurora (Sial, 2004), Tres veces luz (La Garúa, 2007), Márgenes (Premio de poesía “Villa de Cox”, Pre-textos, 2012), Inclinación al envés (Pre-textos, 2014), El primer día (Isla de Siltolá, 2016) y Testigos de la utopía (Pre-textos, 2017) y Un adiós abierto (Pre-textos, 2023). Además, ha publicado como heterónimo los siguientes libros de poemas: Gajo de sol (Diputación de Cáceres, 2009), La llanura (Premio de poesía “Vicente García de la Huerta”, I.E.S Suárez de Figueroa, 2016) y Para comenzar todo de nuevo (Ay del Seis, 2017) de Luis Yarza; ¿Baile de cerezas o polen germinando? (Ediciones Idea, 2010) y ¿Una extraña orquídea o un superviento estelar? (Bala Perdida, 2021) de Pablo Gaudet; e Introducción a la locura de las mariposas (Tigres de Papel, 2015) y Maldita épica salvaje (2023) de Jimena Alba.  

Como ensayista cabe destacar: Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia (2017) en coautoría con Óscar de la Torre y Jimena Alba; El último manifiesto (2019) de Jimena Alba; Crónica, crítica y muerte de un heterónimo (2022) de Óscar de la Torre; Cuaderno de Sombrario (2020) y Correos a los editores. Poesía Especular/Poesía non finito (2021) como Julio César Galán.

Entre sus textos teatrales podemos citar los siguientes: Eureka (2014), La edad del paraíso (2016), No. Bocetos de un libro futuro (2021) y De aquella manera (2023).

 



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