Revista Latinoemerica de Poesía

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Un tiempo sin reino (Sobre "Katábasis" de Lucía Estrada)



Un tiempo sin reino

(Sobre Katábasis de Lucía Estrada)

Por Natalia Niño

¿Ves cómo la muerte ondea en este paisaje? ¿Escuchas cómo canta sibilina por entre las piedras?
Lucía Estrada, Katábasis.

Notas retumbar en las paredes de tu cráneo esa incesante búsqueda, profunda, en el esqueleto del lenguaje, te rodea a medida que avanzas desde Superficies, a través del Subsuelo hacía los peldaños del Último descenso. Te sientes en un limbo a un paso del gran salto: Vuelves, sin embargo, dentro de ti, reconoces como cierto el rojo impulso que te lanzó al mar. Ese primer lugar en un tiempo suspendido al que Lucia Estrada te ha sumergido en Katábasis, imágenes simbólicas y surrealistas en medio de una niebla casi absoluta. La noche nos ha dejado completamente a ciegas.

A medida de que sigues adelante la respiración lenta muta mientras el límite concebido fuera en el mundo, acerca de la vida y la muerte, se desvanece: Quien acecha el cristal conoce las señales de estar vivos a contracorriente. Reconoces la forma en la que Estrada ha marcado como punto de partida la ruptura del tiempo y el espacio, exterior e interior, reflejado en los personajes que vas encontrando en esas idas y vueltas:

Van en dirección al sol, sobrenadándose a sí mismos, peces de aguas poco profundas. Bajo la luz es posible advertir la sombra huérfana de sus cuerpos. Cabezas tumefactas que ascienden hacia un vacío febril, lleno de agujeros y falsas expectativas.

El poemario se sumerge en la noche y estás bajo la inmensidad, a punto de ser tragado y acechado, a un instante de hiperventilar en tanto observas ese cuestionamiento al lenguaje que se ha impuesto y vuelto insuficiente: Ahí están las palabras puestas una detrás de otra, inservibles, ocultas en su condición de niebla. ¿Acaso hay un Alfabeto del tiempo?, te preguntas, al observar esos versos en prosa de inicio a final que una vez se manifiesta, no desaparece: 

Imposible saber la hora del polvo que se acumula y va, tomando cuerpo en lo que no miramos con fijeza. Solo y amargo, como un presentimiento, tiembla un instante a contraluz mientras se extienden los minutos, las palabras, los pasos que se acercan a la verdad.

Lees y te preguntas ¿a qué nos acercan las palabras finitas si no es a lo mismo que la vida en el abismo de la muerte? Palabras que se volverán polvo, al igual que aquellas anteriores que no serán escuchadas jamás, Memoria de humo y ceniza. Rumores que escuchas zumbantes en el tiempo y entre los versos, cuestionando cómo se existe en esa línea temporal, casi enterrado en el Subsuelo. Resuena, justo en esta cadena de pensamiento, la entrevista de Olivia Lott: “...yuxtapone el lenguaje con el tiempo, como si sugiriera que ambos son vehículos inadecuados para dar sentido a las cosas, y termina en el desconocimiento, la falta de respiración, el no decir, el no moverse” (The Internet Joy Agency. 2021, 8 de enero). Ese extrañamiento te obliga a pensarte y te suspendes.

Ahora estás en el exilio: También el silencio —que guarda la hora del mundo— se ha retirado, ¿qué hacer ahora? Te cuestionas y avanzas en una dirección indefinida, respiras cada vez más rápido y escuchas el eco: Mi temor por descubrir lo que respira agitadamente tras el muro. No una palabra, ni siquiera una pregunta; acaso un animal extraño y sediento como yo. ¿Dónde se habita? ¿Qué lugar tiene el cuerpo y lo indefinido que encierra? ¿Quién dice que estoy en el mundo? ¿Quién dice que este día es solo un día y no me pertenece? Te interrogas junto con esos personajes que deambulan a través de sombras ajenas y faros titilantes, alejados de un lugar fijo. Emprendes, al igual que un héroe épico, hacia el inframundo. Pero eres un ser que ya no reconoces, como ellos te distancias y también pierdes el ancla de tierra y mar; entras al Laberinto de Ariadna y te habla: Esta es la última posibilidad de aferrarte. Ténsalo en torno a ti. No lo pierdas. 

Atraviesas la muerte y lo heredado en lo que percibes un tiempo enmarañado de la memoria, sientes esa confesión del sentimiento atascado en una Herencia, dicha en muerte, y avanzas. La respiración se ha relentizado de nuevo, el peso de los pulmones aumenta en tanto la traslucidez de tu cuerpo se hace presencia y entras al Último descenso siendo una sombra de aquel tiempo que te ha consumido.

Has vuelto a casa. Paredes por todos lados, y una que otra escalera para empezar a morir. Miras tu cuerpo. Arde sin ventanas. Sin embargo, se está bien aquí. Una vez adentro resuena la advertencia del Peldaño I. La muerte toma la densidad de tus huesos a la par que subes y bajas al unísono de aquel tiempo sordo, del lenguaje perdido: No hubo historia. Sólo ruinas de palabras, grietas, pequeñas insinuaciones de la muerte; eso es, piensas. Vislumbras una relación ciega, casi sin costuras entre la forma y el contenido, al tiempo que también cobra sentido la opresión que petrifica tus manos al sostener el poemario.

El lenguaje va más allá de sí.magen se reconstruye cada vez que alcanzas a entenderla un poco, trasmuta su significado y se expande por tus entrañas: Ni qué decir cuando el invierno caiga pesadamente, cuando el ladrido persista y no haya luna para justificarlo; cuando en mis manos florezcan tantos destinos que no sea posible ya seguir alguno…

Has vencido en la caída el miedo. Avanzas en la claridad a la par del descenso en la niebla de lo desconocido, un nuevo contrapunto para comprender: Era necesario estar aquí: una ventana abierta y más allá el sol, su ojo derramándose en la tarde. El tiempo nos vuelve la espalda. Palabras que alguien soñó perdiéndose para siempre. Era necesario estar aquí. Existes a la vez que desconoces y te extrañas del mundo que circunda y encierra tu alrededor. Ahora te fijas como en la locura se desdibuja la puerta después del Último peldaño y, de pronto, la ves: Escribo para darle forma a la muerte, pero también a los pájaros que cruzan el cielo en lentas migraciones. 

Observas tu travesía entre los versos de este poemario, un intento por aferrarte a esa consciencia que nace de otra mirada y sentir del mundo y sus constantes caídas, humanas. Recapitulas las imágenes que han construido un sueño surrealista y constante mientras que dialoga con, y más allá, de la muerte y el lenguaje. Estrada, como bien te lo ha dicho su título, construye una nueva forma de descenso, en el cual, has observado un hablante exiliado, parece que hasta de sí mismo. Poemas narrativos van construyendo este nuevo universo con el manejo de una imagen oscura y clara, logrando encerrar la ambigüedad de la vida y la muerte; también la memoria, el lenguaje y la realidad.

 

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Lucía Estrada (Medellín, Colombia, 1980) ha publicado varios libros de poesía, entre ellos Las Hijas del Espino (Premio de Poesía Ciudad de Medellín en 2005); La noche en el espejo (Premio Nacional de Poesía de Bogotá, 2009 y publicado en 2010 y en España, 2017; Cuaderno del ángel (Beca de creación en Poesía, Municipio de Medellín, 2008 y publicado en 2012). Recientemente recibió el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2017 por Katábasis. Con este último libro también fue una de los 5 finalistas del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia en 2019. Su poesía ha aparecido en numerosas antologías dentro y fuera de América Latina y ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, alemán, griego, italiano, japonés, portugués y sueco. Katábasis (2020, Eulalia Books), en traducción de Olivia Lott, es la primera traducción completa de su poesía al inglés. Estrada es la Coordinadora cultural de la Corporación Otraparte en Envigado.

 

Natalia Niño (Cota, Colombia, 2003) Estudiante del pregrado de Creación Literaria en la Universidad Central, partícipe de la Red de Literatura de Cota y miembro activo del comité editorial Letray-legal. Ha realizado actividades de promoción y escritura creativa.

 

 

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Referencias

The Internet Joy Agency. (2021, 8 de enero) “To approach a poem with the desire to unknow”: An Interview with Katabasis Translator Olivia Lott by Paul Cunningham. https://actionbooks.org/2021/01/to-approach-a-poem-with-the-desire-to-unknow-an-interview-with-olivia-lott-by-paul-cunningham/

Estrada, L. (2018). Katábasis. Tragaluz editores.



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