Magda Pinilla
El lugar exacto de mi noche
Nota y selección Diana Carolina Daza Astudillo.
El cine, la pintura, las máscaras del amor, Emily Dickinson, son apenas algunas de las cosas que perturban a Magda Pinilla. Al leerla uno se da cuenta que lleva años trabajando obsesivamente para descubrir las palabras, la música exacta, que por medio de la poesía, hablen por ella. Uno alcanza a sentir el sudor de media vida dedicada a excavar el lenguaje con delicadeza y paciencia hasta encontrar el lugar exacto de la noche, su noche.
Los invito a servirse una generosa taza de té de menta y leerla, aquí compartimos algunos de los poemas de su libro El lugar exacto de mi noche, editado por Épica Ediciones 2020.
LENGUA DE SEÑAS
Ejercitar
tensar
estirar el músculo
hasta que la herida
ceda
o se cierre.
Hasta que de la lengua
no broten más
palabras.
LA MUJER DE LA MANO EN EL PECHO
A la hora en que el sol se extingue
una mujer se despoja de su manta
lava su sombra
humedece su desnudez de semilla dulce
para que el agua restituya
la cicatriz mutilada
del amor.
Sus caderas ya no danzan
en clave de deseo
los acordes inventan
nuevas trayectorias
delirios del óleo
que palpita en su vientre.
La mujer
de la mano en el pecho
no renuncia a su condición de ninfa
muerde sus labios tornasol
mientras el mar se agita
como augurio de muerte.
Es necesario
abrir los ojos
es necesario gritar
hasta que el pacto se cumpla
hasta que el ritual
se complete
hasta que la vida florezca
en la irrupción de la piel.
DECIR EL AMOR
Vano intento decir el amor.
Darío Jaramillo Agudelo
No, no puede decirse el amor.
Si me piden nombrarlo, me sale sangre oscura.
Palabras anegadas, convulsiones
llagas en la boca
abatimiento, dolor.
No nombrarlo es mejor.
Prefiero hablar de cosas alegres,
por ejemplo, la muerte.
Tan cercana, tan accesible.
La hermana sin igual,
fiel a besarnos,
ante cualquier paroxismo.
Podría escribir ahora mismo
una hermosa elegía,
tan sentida, tan quebrante
que los ángeles
no podrían posar la mirada
sin sentir una daga
atravesando su desolación.
Y si escribiera a la vida,
sería el mismísimo Eloah
en persona o espíritu
sobre sus aguas flotantes
quien vendría a admirar
en mis palabras
las ciudades de cristal,
serpientes de neón
hombres y mujeres sin pecado
gozando sus cuerpos
una y otra vez
una y otra vez
en el jardín artificial de las delicias.
Pero, el amor, el amor es maraña
simulación obtusa,
inexpresable temblor.
No nombrarlo es mejor.
El amor es la fuerza que te acerca a la llama
que te impide pensar que el fuego devora
y consume de rama a raíz.
El amor es un albatros herido
al borde del abismo
sin miedo a caer
animal que ansía ese último vuelo
el azul profundo
del puerto sin retorno.
Amor es pensarte,
ahora,
con toda mi sangre, mi inundación oscura
con mi boca herida,
viajando hasta a ti
amor, besarte en el principio y en el fin
en goce del cuerpo
en la elegía un paraíso.
Y saber que ni la maraña, ni el ave moribunda,
ni el fuego que arde
podrán alcanzar
este abismo
en el caigo
muero
y vivo otra vez
al escuchar tu voz
de nuevo en mi puerto.
VERTICAL
Infructuoso esfuerzo este
de sostener andamios con los pies.
Tomadas de las manos desafiamos
ese cielo que pasa en cámara lenta
⸺aquí está el paraíso⸺ les gritamos a los hisopos galopantes
y nos lanzan
el presentimiento de muerte cruel
techo que se quiebra
contorsión imaginaria.
La rama seca y su crac crac
bajo el pie de un niño blanco
agazapadas reímos del espectáculo
que ha dispuesto para nosotras
su público hereje.
Pero, las nubes no perdonan nuestra osadía
el vaho se hace de piedra
las nubes caen en el rostro
trasforman la sonrisa en mueca
y ahora sólo Bacon podría pedirnos posar
para su último tríptico.
El cielo que nos escupe
en los ojos cerrados
risa torpe
señal de desvarío
el andamio cede
el niño que trepaba a nuestras tablas
ha sido fulminado por el rayo
chocamos
ramas secas y sangre.
Reímos, bajo,
para que el dios mutilado
no sepa que con acrobacias evitamos al olvido
pies enristrados
y otra vez
ya sabemos
que el andamio es siempre nuestra casa.
RESURRECCIÓN
I
Si hoy te inventara
serías de tinta,
hambre y tabaco,
serías la historia del mundo
un deseo, un adiós inquebrantable
cuerpo revelado al ojo
ensayo para una muerte:
un poema.
II
¿Cómo aferrarte
si no soy un dios de la vida?
si te nombro y te convoco
te hago carne
en mi plegaria
canto para traerte
entre la luz y el agua
pero, no alcanzas
el latido
te pierdo de nuevo
como sal en la playa.
III
Es el temblor de la llama
que te aparta
mariposa blanca
te abraza,
me abrasa
en este simulacro de ceniza
eres fénix,
el fuego sabe que arde
lo que está destinado a volver.