Cinco poemas del libro "Mauritania es un país" de Carlos J. Aldazábal
Compartimos cinco poemas del libro Mauritania es un país con nieve del poeta argentino Carlos J. Aldazábal (Salta, Argentina, 1974). “Cada lugar era otro territorio. Cada territorio recupera su naturaleza, sus pájaros y su nieve en el artificio de las palabras. Ahora Mauritania es siempre otra ciudad, donde “las muertes / no llegaban solas.” (p.41), una ciudad donde nieva en la palma de la mano”.
INVIERNO
No era la nieve
lo que inquietaba.
Era el lamento
de los gatos heridos.
Era la quebrada,
con sus mañanas frías,
el tiempo,
que nunca perdona
las esperas.
Era la nostalgia,
congelada en una copla,
el futuro burlón,
que no respeta las profecías.
No eran tus ojos
detrás de los visillos.
Tus ojos eran
una latencia en el paisaje,
la misma inquietud,
el mismo presagio de la arena y del mar.
Ese invierno
la pobreza servía de amenaza
y la espera
distraía la nieve.
Pero aun entonces
tus ojos se encendían
en la inevitable
inquietud
de lo que importa,
calor que rescata de la helada,
tibieza previsible
que se enciende
en el recuerdo
y en el porvenir.
ALBAHACA
Escuchábamos
el bullir de las ollas,
y era ese murmullo
lo que nos alegraba.
El misterio consistía
en descifrar el lenguaje,
la caligrafía
de los tallarines,
el dibujo
sinuoso
de la sémola,
la pulcritud
de la harina.
El secreto era la albahaca:
en Mauritania
la albahaca
crece
en los caminos,
y poco importa
el sabor de las salsas.
Sólo se trata
del bullir de las ollas
acunando tu sueño,
flores de albahaca
durmiendo
en tu cabeza,
como un tocado
precioso y esplendente.
PAÑUELO
En Mauritania
la nieve se arremolina
a tus pies,
y
si tus manos
están frías,
todo se enciende
cuando encuentro tu boca.
Muchas veces
sospecho que hay un manto,
indicio de la calma, sábana del deleite
donde tus pies
se acurrucan con los míos.
Pero estamos atentos
a las injusticias,
a las tragedias
que abundan en el mundo,
al nervioso marchar
de la muerte en la Tierra.
Estamos atentos,
aunque la música
te acune,
aunque tus manos
y tus pies, y tu pelo y tu boca
iluminen
en lo oscuro
las palabras:
Pañuelito de la noche
bordado por las estrellas,
campanitas del silencio,
cementerio de mis penas.
SOMBRAS
En Mauritania
las sombras
se parecen
a la luz:
hacen nacer
la oscuridad
en el inicio del día.
A veces,
detrás de algunas sombras
se encuentran mis ojos,
y
a veces
mis ojos
se encuentran
con los tuyos,
y
de ese encuentro
se crea una esperanza,
otro tipo de sombra,
partícula de oscuridad,
soplo de algo
que
presagia
un nacimiento.
Lo inquietante de las sombras no son las tinieblas.
Lo inquietante es el terror de lo que duerme,
de lo que no despierta más
ni atraviesa los velos,
pulsión de una mirada que quiere ser luz
para encontrar tus ojos,
manchas de sombras
que acuden a mi encuentro,
cuando la ceguera
es un destello
de sol
que no ilumina.
TINAJA
“Qué oscuros son los recuerdos
cuando se mezclan con vino”, dijiste.
“Las coplas se vuelven penas
y el recordar puro olvido”, contesté,
y después brindamos
porque habíamos logrado
capturar la luz.
No era difícil brindar
y luego
abrir las tinajas.
Las luciérnagas llegaban de todas partes,
atraídas por el vino
y por el resplandor.
Las tinajas tenían
la forma de tu cuerpo,
y verlas iluminadas era
como verte desnuda,
probándote un manantial.
Ya no recuerdo el sabor del vino,
pero sí el gusto de tu boca:
recuerdo las tinajas
preñadas por tu luz
hasta amanecer danzando,
bailarina de Tastil en Mauritania,
con la tinaja de mi corazón en tu cabeza.
Carlos J. Aldazábal (Salta, Argentina, 1974). Sus últimos libros de poemas publicados son: Piedra al pecho (Valparaíso, 2013), Camerata carioca (Valparaíso, 2016) y Mauritania es un país con nieve (Algaida, 2019). Obtuvo, entre otros, el primer premio del II Concurso “Identidad, de las huellas a la palabra” organizado por Abuelas de Plaza de Mayo (2001), y el XLIII Premio Ciudad de Irún de poesía en castellano (País Vasco, España, 2019). Ha sido traducido a varios idiomas e incluido en diversas antologías de la Argentina y de otros países.