Poema del Viernes # 170
TE ESCUCHO DESNUDAR A CONTRALUZ
un día salgo sin abrir la puerta
el cuervo no lo advierte
y el caballo nevado
que remolca la carreta de estiércol
con su vaho me borra
como tizne se pierde
en una vertical del horizonte
plantada entre las lilas
su olor late en el pecho
reniega de sí mismo
enrojece los arces
me quedo solo afuera
te escucho desnudar a contraluz
no soy lo que seré ni lo que fui
fermento de experiencia
duro eclipse
pero tú me señalas
entre la insatisfecha multitud
me empujas hasta el tálamo
entre muros con un raro equilibrio
sacas a lucir pechos
no entrados en razón
tus caderas socavan
hasta que la tierra cae en mi boca
los despiertos deliran
al laúd de la muerte
los dormidos han muerto y lo disfrutan
esperen o no la resurrección
a estas alturas nadie
debe esquivar la nada
como en el caso de la amante oculta
basta con no invocar su agreste nombre
tienes que desearlo
con todos los enroques de tu alma
con todas las abejas de tu cuerpo
si uno te traiciona
si una te da de lado
un término un instante
no lo conseguirás
a la muerte sólo espanta el deseo
la ciudad descarnada se espabila
sin que canten los gallos
los sepultureros en overoles azules
emergen del vacío
reinan desidia y cal
los claveles robados
y la edad se desnuda
sin sombra ni vergüenza
unos huesos musgosos sobre sacos de yute
de alguna forma
se busca una tumba
anima la certeza de encontrarla
desiertos de una vez el pasado el futuro
y el presente la niebla
donde no se distingue
la basura que acabo de sacar
a la casa se vuelve por la puerta cerrada
la vieja metáfora de la luz
es un clavo torcido que no logra
sostener estos fustes sobre el cielo
la sombra se desune
no estructura
con su aliento de pino calcinado
la muerte no es lo opuesto de la vida
Víctor Rodríguez Núñez (La Habana, Cuba, 1955)