84. Arnaldo Jiménez
Publicamos una selección del poeta Arnaldo Jiménez (La Guaira, Venezuela, 1963). Es miembro del equipo de redacción de la Poesía, del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida. Único finalista por Venezuela en el primer Premio Iberoamericano de Poesía «Entreversos» 2016.
De Álbum de mar, 2013.
MIS PADRES
mis padres llegaron
primero
y bautizaron el naufragio
que es vivir
mi hermana y yo
navegábamos la primera
muerte
presintiendo el brillo
de las banderas
en los viajes
vivieron separados
recordando el calor
en las fotos
tejieron nudos
en las cartas
que ahora borran sus gestos
mis padres se fueron primero
ya no temen
conversar sobre
lo que fueron sus carnes
ni de sus memorias
de arena
cansadas de hurgar
formas
en los desiertos
y aquello que los enmudeció
sus ritos de cansancio
el temor a los finales
le tibian las voces
y afirman el encuentro
LAS FOTOS
presiento
en el álbum
una
impostura
transformada
en caída
el tono del patio
crece
con la muerte
de los perros
la uña
de la madrugada
rasga la pintura
de la puerta
y esas nuestras poses
pecando con otra alma
ya endurecida
bebe espíritu mío
la obligación del recuerdo
EN LA ORILLA
fuera de la mar
queda el extravío
y la luz continúa escribiendo
en los cuerpos
el amor acumula su desnudez
en la memoria
atracamos en el revelado
troncos aprisionados por la quietud
las escamas de los días
forjan un camino
en qué otro engaño recordaremos
las edades
no respondemos por esta dispersión
el mal tiempo avanza
hasta convertirnos en relámpagos
dentro de la tierra
De Tramos de lluvia, 2007
nuestras cosas
aún después
de la muerte
siguen empolvándose
como un amor
antes
no hay camino
ni descanso
en el agua de beber
*
la claridad alcanza
el aspecto
de ese baúl
encerrado
en su quietud
*
las ropas se cansan
de nuestra
intemperie
dejamos de crecer
y nos seguimos
llenando de sucio.
De Luz Amontonada, 2016.
el zamuro recoge
las direcciones de sus alas
desgastado el aliento
su peso inventa una confesión
en el pico tiemblan las
almas que devoró en el cielo
se arroja sobre sus ruinas
él mismo un cuerpo para su hambre
mendiga los atajos de su sangre
y se mira a lo lejos
desprendido de sus órganos
es todo vuelo todo aire
cruza la tierra hacia la madrugada
*
sobre una cruz de palo
se borra la pronunciación
de un nombre
abajo el cuerpo desea
asomarse por sus letras
un olvido de flores
se amontona en el suelo
la cruz es el cuerpo
que no cierra sus brazos
no necesita llamarse
para continuar la mirada
quedará una “t”
aunque siga el tiempo
abajo la redondez
de la cabeza
coloca el punto de la “i”
“i” sin sol “i” sin aire
ha perdido el resto
*
el burro devora un ovillo
de frases
la tierra que aprendió
de memoria
se desboca en la calma
de sus cascos
allí espera
el viaje que lucen las lomas
volver a sonar las piedras
hincharse con las cargas
se habrá desgastado
la pelambre
de tanto desamarrar
su resistencia
el burro puede con cualquier abandono
*
los clavos entraron
en la tierra
llevados por el golpe
de las horas
lejos del orgullo
de los maderos
buscaban una médula
que se
volviera polvo
una voz hecha piedra
dentro de la boca
nunca supieron que habían
partido a dios
sin telas de reflejo
ni milagros para las puertas
los clavos todavía
sienten
la corriente de sangre
golpear contra sus filos
De Resurrecciones, 2015
RESURRECCIÓN DEL ZAMURO
sus cadáveres se deshojan lentamente
y los espíritus de esos cuerpos
se sueltan y el zamuro comienza a mostrar
su forma de morir
parado sobre su silencio
espera a que la vida acabe consigo misma
para desplegar las alas de la oscuridad
y cierra su fe en lo indescifrable del despojo
su vieja costumbre de comer lo eterno
y reza:
yo deslizo la vibración del presente
y destierro los gusanos, yo soy el ave que lleva las nubes por dentro
tomo mi alma de agua tomo mi alma de barro
yo soy la piel de las sombras y conozco los anillos del devenir
entonces será dos veces
la profundidad de la noche
y aparecerá
en el fondo del cielo
de donde regresará a devorar la mirada de su propia muerte
RESURRECCIÓN DE LA CAYENA
ella salto de amor que fue
aroma de la tierra que fue
hoy yace su cabeza vencida por el mismo aire
que le dio fuerza para resistir la brevedad
y prolongar sus temblores en mis párpados
ella mariposa vegetal que fue
superficie del sol que fue
cede su territorio
a su propio despojo
desperdicio del jardín
que niega la estadía del paraíso
en sus pétalos
la cayena descama sus estambres
y vuelve al pálpito de la tierra
allí recobra los ecos de la lluvia
y la sangre que un día pintó su memoria
ninguna derrota arde en sus ramas
ni borra el reflujo de sus venas
yo le riego luz de colibrí
por encima de su textura
y sobre la cicatriz de su muerte vuelve a surgir
la figura de una mata
con promesa de sombras
capaz de prolongarse en raíces
RESURRECCIÓN DE UNA IGUANA
toda iguana tiene una imagen
en el alma del ser humano
un pedazo de cuerpo en las cortezas
y lleva por dentro un movimiento de espigas
su corazón no es otra cosa que un aleteo de pájaro
una música de nubes sobre las matas
toda iguana se debe a su propio misterio
no alumbran sus pieles el secreto de las aguas
se alberga en sus colores
buscando figuras para la intemperie
y las partes de su salto brillan
con una extraña costumbre de piedra
arrastre sobre el rostro de la muerte su mueca de reír
abrace el esfuerzo de la rama por alcanzar al sol
entienda que hay destinos
que no arrojan espinas en los pies
doble hacia la incógnita
para que conozca que su alma
es un animal que florece
los tonos del tiempo
se devolverán a su ser
porque aquello que era un estertor
de ruinas en su pecho
ahora es un eco de vida
la torcedura de las raíces golpearán el espíritu de la iguana
porque aquello que apagó sus rayos
ahora es un refugio de las distancias
en pocos minutos será un puño de cenizas
que abrirán sus bocas para beber la luz
y saldrán a sumergirse en el canto de las flores
y posarán sobre la tierra el resultado de la vejez
luego irá surgiendo su testimonio
y su corporeidad será buena sobre el mundo
la iguana crece cuando se encuentra a sí misma
y en esa medida cambiará de matiz
hasta que sea una ráfaga verde y luminosa
Arnaldo Jiménez (La Guaira, Venezuela, 1963). Poeta, narrador y ensayista. Es licenciado en Educación en la especialidad de Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo. Maestro de aula desde el 1991. Es miembro del equipo de redacción de la Poesía, del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida, de la misma universidad. En poesía ha publicado Zumos (2002), Tramos de lluvia (2007), Caballo de escoba (2011), Álbum de mar (2014), Salitre (2014), Resurrecciones (2015), Luz amontonada (2016) y Truenan alcanfores (2017). En ensayo ha publicado La raíz en las ramas,2007. La honda superficie de los espejos 2007 y los libros de aforismos Cáliz de intemperie (2009) y Trazos y borrones (2014). Único finalista por Venezuela en el primer Premio Iberoamericano de Poesía «Entreversos» 2016.