Revista Latinoemerica de Poesía

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73. Héctor Monsalve



 

Presentamos una amplia selección del poeta chileno Héctor Monsalve (1970, Santiago de Chile) quien recientemente nos acompañó en el Festival Ojo en la tinta. En su poesía, en una armonía acertada entre emoción y metáfora, hay un desdoblamiento de la naturaleza y sus habitantes, que son todos el mismo que escribe. En Yo Héctor (2015) encontramos la poesía que comprende su vuelo, el poema reflejado en sí mismo y que se expande sobre el borde para mirar su centro. Un arte desde el entendimiento de la palabra que conmueve en todos sus aspectos.

 

 

 


Poema inédito

 


¿PARA QUÉ SIRVE LA POESÍA?

Lo comprendí de pronto en Barcelona.
Y sé ahora que mi poesía llegó tarde.

Ya no servirá en Chile.
No devolverá la inocencia.
No encontrará a los desaparecidos.

Un sólo verso pudo haber evitado la masacre.
Un sólo verso cambia la estructura de la vida.

Guzmán tiene un poema tuyo en el bolsillo.
Contreras tiene un poema tuyo en el bolsillo.
Pinochet tiene un poema tuyo en el bolsillo.

Hasta el que te torturó
se sabe de memoria un verso tuyo

 

 

 

 


Extractos de Yo Héctor (2015)

 

 

 


Yo no soy Héctor.
Dejé de serlo un día
en que me vi caminando hacia la luz,
en una calle perdida de Ciudad de Panamá.

Un árbol se incendiaba en esa esquina
y era bello el instante.
Sentí calor.

Quemaba la noche
y como único gesto ante el peligro
cerré los ojos, dije mi nombre.

Son las cinco de la mañana
y esa luz es un sueño repetido.

Pienso en partir,
en dejar de hacer algunas cosas,
en regresar.

 

 

 

Volver a lo mismo:
alguien regando en la casa de la esquina
y una foto sobre el velador.

Porque no se vuelve al centro,
se regresa apenas a un borde, a una mueca.
Sin la inocencia del inicio.

Se regresa a un lugar vacío,
a un laberinto: yo y el otro sin nombre,
siempre en el cuarto de la infancia.

 

 


Volver a mí,
reconociéndome.

Como quien mira a su padre
cruzar la calle, desde lejos.

Aquí, en México D.F.,
mientras Héctor nada en la piscina
lo contemplo.

 

 


Solo,
como un niño que se abandona
a caminar a oscuras por la casa.

Quieto ante el miedo:
Presiento al que vendrá.

Con los ojos cerrados
(me miro en el espejo)
recorro los pasillos.

Presiento al que vendrá
y avanzo hacia él
para encontrarlo.

  

 

 

Un niño muerto juega en mí.

Su juego es preguntarme:
¿No tenemos padre?
¿Todos somos huérfanos?

No, le respondo.
- Sé que miento -
Yo soy tu padre bueno.

 

 

 


Me cantaré.
Me cantaré en recuerdo.
Me cantaré callando.

Dulce canto,
me cantaré callando.

¿Que vas a hacer, cuando me muera?

 

 


Oigo el silbido de mi cuerpo
contra el tiempo veloz.

Subo, como viento tibio
sobre el roquerío.

Soy leve
frente a las corrientes frías.
Lejos de la arena húmeda,
soy leve.

Oigo el silbido de mi cuerpo
contra el tiempo veloz.

 

 

 

Absorbo atardeceres.
Absorbo cielos rojos.

Sin duda absorbo
el ritmo de las cosas.

–Con él y en él, en la unidad
y desde la unidad–

 

 

 

Termino de nacer.

Me repito y me escondo.
Como algo que comprende que es eterno,
me repito.

 

 

 

Mi abuelo se llamó Héctor.
Mi padre se llama Héctor.

¿Cuánto dura ese nombre?
¿Está en él la furia de la vida?
¿Cuántas miradas hacia el cielo en la mañana?

En la mañana,
las sombras se retiran
y se ve el verde del camino,
el amarillo de los cerros.

Entonces,
yo voy hacia el gran río que brilla.

Como una hoja que se desprende
y se olvida del árbol,
yo voy hacia ese río.

Escribo en el agua en movimiento.
Cabe mi canto en el gran canto.

 

 

 

Yo soy Héctor.
Aprendí a caminar sobre las aguas.

 

 

 

 


De Elena (2010)

 

 

 

ESTÉTICA

Ella sale del espejo
como ungida de luz
hacia la calle

Sus misterios en la pieza del espejo

Ella desborda el cántaro de agua
Más de una vez vierte en lo lleno
desparrama
excede

Y simultáneamente
vierte en lo vacío
Así sustenta
nutre

A veces también incendia
ignora
desperdicia

El punto es que ahora
en este instante
ella sale hacia la calle

Y está tranquila
No hay hombre
no hay hijos que la extrañen

 

 

 

 


FRAGILIDAD

Elena enfrenta el calendario: marzo de 1952
Tal vez dice: hoy hace un tiempo blanco
y mira por la ventana el pasto congelado
la luz del hielo

Que nadie dañe lo frágil piensa
y siente el sol sobre su mano

Ella se encuentra insegura olvidada
y es en cambio serena
feliz a su manera

 

 

 

 


FRAGMENTADA

Trozos
No de una vez toda en el espejo único

Sientes que la vida es
últimamente
como un pedazo de vidrio bajo el agua

Y en el cristal de tus anteojos
nada

 

 

 

 


ATEMPORAL

Piedad en las palabras que se ocupan

En respeto a su memoria
sólo registros bellos
Sólo aroma o naranja
susurradas

Pues la palabra es apenas
sombra
de la palabra real
que es más bella aún

Las palabras “te evoco” por ejemplo
hacen un sonido claro:
el agua golpeando las hojas
y el entorno en silencio

  

 

 


CERTITUD

Ella sabe que muere
Ese es el punto

Y todos son reflejo y parte de ella
que enfrenta a la muerte
sola y desafiante
con los pies helados

Elena intenta conservar los ritos
doblegar al tiempo en cosas simples

Ve servir la mesa
(Le traen agua ahora en el poema)

Ella mantiene rutinas ya no teme
Olvidó el miedo de golpe hace unas noches
Algo violento en la forma de la tarde

Elena intenta quedarse para siempre
estira los dedos de la mano
busca un rasgo que inicie su fantasma

 

 

 


Héctor Monsalve V. (1970, Santiago de Chile) Publica su primer libro Poemas Reclinables en el año 1997. Trece años después publica Elena (2010) y luego el libro, Yo Héctor (2015). Recientemente, en septiembre de 2017, publica la segunda edición de su libro Elena, con poemas basados en el libro de once poetas de diversos países de Latinoamérica. Además, cuenta con un libro inédito llamado “Versos perversos”.
Es miembro del Movimiento Descentralización Poética Latinoamérica y participa como colaborador y profesor en las Escuelas de la Poesía, en Chile, desde el año 2014. Sus poemas se han publicado en diferentes medios y antologías.

 

Foto de Jaime Fouillioux M.

 



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