118. Danny Yesid León
Nota y selección por Henry Alexander Gómez
Un pájaro abierto vuela adentro de los poemas de Danny Yesid León (Bucaramanga, Colombia, 1990), quien ganó el Premio Nacional de Poesía UIS. Hay allí también una palabra igual a su vuelo, una poética movida por el silencio que existe entre la página y el árbol que acuna la ausencia de su canto.
Dentro de una reflexión profunda y acertada sobre la poesía y su lenguaje, Canción para abrir una jaula, se muestra como un cuaderno sobre la naturaleza de lo poético, el poema que piensa y se mira a sí mismo. La escritura se hace consciente de su argamasa y juega con ello, desintegra la mirada y deforma la realidad y lo comunicante para crear otro tipo de lenguaje, “un lenguaje hecho com palabras caídas”, habría dicho Roberto Juarroz.
Como quien escucha en el pecho de un pájaro un poema que palpita, al leer Canción para abrir una jaula sentimos cómo la palabra cobra sentido en su sonoridad y en su quietud, en su silencio y su movimiento. Asistimos a un bello rumor sostenido que poco a poco se despeja y muestra toda su luz.
Si hay alguien que vale la pena leer, en la generación más reciente de la poesía colombiana, es a Danny Yesid León. Creemos que viene transitando por un camino algo más que firme. Así lo vemos en sus libros anteriores: Momento del decir o Desde estancias habitadas, libros que han merecido el reconocimiento en Colombia y el exterior y que muestran una madurez poco habitual. Dejamos acá una pequeña muestra de su trabajo, con la advertencia de que cada poema de Canción para abrir una jaula hace parte de un organismo vivo con un significado que se redimensiona a medida que se avanza en su lectura:
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Un pájaro
cantaba en la copa
del árbol más alto
Inundaba el bosque
con su voz
De repente
una piedra lanzada
fue a dar contra su pecho
El pájaro
agonizando en el suelo
emitió su última tonada
La piedra
suspendida en el aire
llevaba escrito
este poema.
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Algunos pájaros
van al cielo a morir
Vuelan alto
cierran sus alas
y caen de picada
Antes de tocar tierra
sus cuerpos
se desvanecen
Por eso nunca
vemos los esqueletos
ni el plumaje
pudriéndose al sol
Porque han quedado
para siempre
sepultados
en el viento.
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Habría que escribir
Silencio
Porque acabo de borrar
la palabra pájaro
del poema
Y todavía
entre líneas
escucho su canto.
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Antes
en este poema
cantaba un pájaro
Pero ha muerto
al tachar su nombre
en la hoja
El pájaro ya no está
Abrí con mis manos
un hueco en las palabras
y lo sepulté
en el silencio.
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Para un pájaro ciego
la oscuridad
es el cielo
Cuando vuela
va a ningún lugar
y todos a la vez
Para un pájaro ciego
el horizonte es abismo
en su pupila
dilatada.
El mudo
habla con sus manos
Mas en las noches
cuando duerme
su instinto lo traiciona
Abre la boca
mueve los labios
y el aire fluye
No dice nada
A oscuras
su lengua pronuncia
la única sílaba
del silencio.
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El mudo aprendió
que la palabra
es movimiento
Por eso
habla con sus manos
Va y viene
con gestos elocuentes
y en el aire se transfigura
lo que enuncia
El mudo también aprendió
que el silencio
es resignación
Por eso
nunca se cansa
Por eso todo lo dice.
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Cobramos
a las palabras
su tributo
Exigimos de ellas
el significado
de las sílabas
Las decimos
con la esperanza
de que nos comprendan
Del silencio
en cambio
no esperamos nada
Callamos sin saber
que en el vacío
de nuestra boca
también se nombra
el mundo.
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El cuerpo del espejo
es terreno falso
Palpas el vidrio
tratando de asir
lo que refleja
Sin saber que es solo
el frío de su estampa
engañando tu mirada
El espejo se convierte
en todo lo que enfrenta
Pero en la oscuridad
como desnudo
deja al descubierto
su plana y vacía
superficie.
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Por el río
va el cuerpo inerte
de un hombre
Flota boca abajo
a merced del oleaje
Esa corriente lo lleva
entre borbollones
y árboles desprendidos
de las orillas
Su cuerpo hinchado
se hunde por momentos
y vuelve surgir
en la superficie
Pronto desaparece
a la distancia
como un tronco más
arrasado por la creciente
Todos lo miramos
pero nadie hace algo
Quizás porque entendemos
que el agua condena
a ciertos hombres
al olvido.
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La palabra agua
aún escrita en una hoja seca
refresca la lengua y los labios
de quien la pronuncia
No hay sed que se resista
a la invocación
de su sílaba.
Danny Yesid León Moncada (Bucaramanga, Colombia, 1990). Se desempeña como director del Encuentro Internacional de Poesía de Bucaramanga. Textos suyos han aparecido en diversas revistas, tanto nacionales como del extranjero. Fue incluido en el libro Espejos de doble filo, antología binacional de poesía sobre la violencia, Colombia – México (Ediciones Atrasalante). Preparó las antologías La voz alucinada y La oscuridad tras el relámpago (Ediciones UIS). Ha publicado los libros Momento del decir (primer puesto en el VIII Concurso Internacional Buenaventuriano de Poesía), Cantar de bruma (Ediciones UIS), Desde estancias habitadas (Premio de Poesía Editorial Praxis 2014) y Canción para abrir una jaula (VIII Premio Nacional de Poesía Universidad Industrial de Santander-2016). Recibió la beca Artistas Jóvenes Talentos Icetex- Ministerio de Educación. Fue finalista del II Premio Nacional del Festival Internacional de Poesía de Medellín.