Revista Latinoamericana de Poesía

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Porfirio Salazar



 

Presentamos un conjunto de poemas de Porfirio Salazar. Nació en la ciudad de Penonomé, provincia de Coclé, Panamá, el día 5 de marzo de 1970. Es Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas (1993) y Máster en Derecho Procesal (2006), ambos títulos por la Universidad de Panamá. Actualmente, labora como Defensor Público del Sistema Penal Acusatorio de Coclé. Hizo estudios de lengua inglesa en Saint Petersburgo, Florida, Estados Unidos, (1998-1999). Recitales y conferencias en España (1993, 2019), Estados Unidos, México, Puerto Rico, República Dominicana, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Nicaragua y Panamá. Con el libro Animal, sombra mía obtuvo el Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán” 2008. En el 2020 la Editorial L Harmattan, Francia, publicó dicho libro en edición bilingüe francés-español. Traducción de la profesora Marie Seguin.Obras: Selva, La ascensión o la muerte, Guitarra de fe, Canto a las espumas del reino, No reinarán las ruinas para siempre, Ritos por la paz y otros rencores , La cítara del sol, El tiempo de la burbuja, El viaje de la desnudez, Soles en la luna del cantor, Cenizas en mis sueños, Cuardeno de la patria, Decimario divino, entre otras.

 

 

 

ROMANCE DEL RETORNO

 

El aire quema la rama

dormida siempre dormida.

 En los regazos del viento

 tu beso, carne que trina,

dice tu dulce retorno

de lirio y de margarita.

Tu candidez es la miel

que a la penumbra suaviza,

espejismo de candor

es la luz de tu mejilla.

 Rompes gozo en mi ternura,

 pones penas en mis días

y aunque no quiera cantar

tú labras cantos de vida.

Dulce en la casa del tiempo

eres luna rediviva,

barro de niebla y de sombra

que cortó las alas mías.

El aire duerme a la nube

 que se bebió tu llovizna

cuando entrabas al ensueño

del crepúsculo que ardía.

Dulce guitarra de amor,

gris balada que fatiga.

 Entre los brazos del aire

 tu beso es lumbre de vida,

amanecer de penumbra

 en la callada vigilia.

 

 

 

ROMANCE DEL BESO

 

Un beso para que muera

el diablo y sus llamaradas.

Un beso para que ruja

esta voz que está callada.

Todo el dolor de este mundo

abigarrado, sin calma,

se marchita en la penumbra

que oscurece las miradas,

 miradas llenas de niños

 siempre con hambre en la plaza.

Un beso para que vuelen

los geranios de la casa,

llena de muertos y sed:

¡oscurita y solitaria!

Sangre corre por la calle

y ya no hay dicha ni plata,

el agua de los inviernos

es voz de viejas palabras,

palabras como cariño,

palabras como esperanza,

palabras que son el beso

de la risa que se apaga

entre dolores de sangre

y recuerdos de una patria.

 

 

 

ROMANCE DEL INDIO VALIENTE

 

Lleno de rabia y de luto

no se arrodilla ni ruega,

ni suplica ni se rinde,

aunque esté lleno de pena.

Ya le quitaron el oro,

mas no su limpia bandera,

levantada en las alturas

 de una profunda tristeza.

Atabal que no se apaga,

es brasero de dureza,

bravo y limpio como sangre,

 limpio y duro como piedra.

No se consume su sombra

 ni se calla la marea

y aunque lo quieran herir

sus batallas son eternas.

 Indiecito en la neblina,

 multitud de las estrellas,

 eres la luz de la patria

 que se quedó sin bandera

 en un veinte de diciembre

 de causa justa y de guerra,

  donde la gente lloró

 lagrimitas de madera.

 

 

 

 

 LA MUERTE DE FIESTA

 

Pobrecita, la muerte iba

en su carruaje de niebla.

Mariposita borracha,

vestida para una fiesta.

Quiere llevarse a los viejos

y a niños para su feria,

pero le gana la Vida

batallas sin darle guerra.

Tiene pasos de alacrán

y los ojos de culebra,

y aunque se duerma en la sombra

 la luz jamás la despierta.

Tan sola y nadie le canta.

Tan sola y nadie lamenta

que esté tan sola la muerte

 llorando llantos de niebla.

Ayer limpié mi guitarra

y la pinté de tristeza,

y entre canciones de amor

y palabras de tiniebla

me puse a llorar sin llanto

la caída de una estrella.

¡ Pobrecita, la muerte iba

dejando al mundo su pena!

 

 

TERMINO

 

Como lluvia

estuve despierto ante la vida.

Como ola en simetría de mar

bebí el aliento

que voló en tus labios.

Hoy tu corazón me apresa.

 

Tocas mi desnudez, me toco.

Te palpo en subjuntivo.

 

(Solos

en la misma soledad,

pero encontrados

sin el mismo encuentro).

 

 

 

 CUERPO

 

Tu cuerpo es un incendio,

país y piel sobre las olas.

Tu cuerpo de gardenias

que canta un grito de la sangre.

 

Tu cuerpo mío que se entrega

como mágica caricia.

Tu cuerpo como luna.

Tu cuerpo como fiebre.

Tu cuerpo, fortaleza cimentada

en la caricia que descubres,

ola de los mares que se quiebran

en la espuma de los años.

 

 

 

ELEGIA DE LA ESTATUA

 

Tiempo labrado con las manos,

futuro que fue y no será,

siento que en silencio oyes

mi palabra triste y desnuda

que tirita en el espacio,

nube rota y amarga.

¿Acaso el viento te enseñó

que es pérfida la noche?

 

He visto tu mirada de horizonte.

Y me has visto esparcir

mis pasos en la noche

cuando el humo invadía los arrabales

y las horas se repartían en cenizas.

 

Los pájaros te dejan su vuelo

y las escarchas que humillan tu libertad.

 

Cautiva y enterrada,

eres el mártir, el santo, el héroe,

eres el perdón, la gracia o la clemencia.

 

                       II

Encuentro tus cicatrices en la historia

que se repite cuando hablamos y hacemos,

forma de suplicio.

 

Despierta: quien talló tu fantasma

porta un ramillete de laureles podridos.

Despierta: la batalla ya no es tuya.

 

Hay otros seres que reclaman tu lugar,

tu enigma de solapadas imágenes.

 

 

 

ELEGIA DEL ARBOL

 

Copa de frondas para la voz del aire,


aliento vertical ante la luz del día.

Árbol solitario,

antena de resina

para el amanecer del beso:

¿cómo has podido morir,

cómo ha podido desfallecer tu aroma palpitante

entre tu verde irradiación?

 

Fruto suave,

origen del adagio en el pico de la alondra:

nimbas tu largo cuerpo en el espacio,

y rotas tus ramas, tan solas de olvido,

me miran

a ver si reconozco la verdad que nombras,

esa verdad de lirio que nos duele,

esa triste verdad de que morimos

como el girasol

para nacer en la eternidad de una rosa.

 

Eres, de alguna extraña forma,

la reencarnación de la serenidad.

Alejado de ti el fantasma del delirio,

estuviste más cerca de la ninfa del sueño.

Paz a tu alma.

Paz a tu raíz que en la tierra

jamás fue osamenta de sepulcro,

sino entraña de miel para la vida.

 

Marcha,

libérate del hacha.

Y duerme, duerme,

Árbol callado,

duerme ahora:

conocerás un sueño muy distinto

al sueño de la noche,

al sueño de los hombres.

 

 

 

UN INVIERNO LLAMADO NICARAGUA



Heroico vendaval, fulgor- Sandino,

regresa de tu noche más profunda.

Que la proclama de tu amor, fecunda,

ilumine la senda del camino.

 

 

Tu gente sangra y ya la voz, sin trino,

avanza hasta la muerte ¡Cómo inunda

de pesares la muerte furibunda

cuando mueren las vidas de tu sino!

 

 

Como el ave que no detuvo el vuelo

es la fe de tu lucha verdadera

sobre la nube ingrata del desvelo.

 

 

Nicaragua de viento y de madera,

de lagos y volcanes, y de cielo:

¡de luto está manchada tu bandera!

 

 

 

SONETO CON FE

 

De pronto aparecieron y cerrados

los sueños grises de una rosa viva.

El mundo acecha en soledad cautiva;

los ojos ciegos lucen más callados.

 

¡Cómo amansar los odios contrariados

en este mundo donde el odio aviva?

(La noche de los cuerpos es festiva

y hacen fiesta los cuerpos adorados).

 

La sed -sin firmamento- nos devora,

el mundo en ruinas solo ruge y llora

la cruel canción de la desesperanza.

 

Hagamos el amor y no la guerra,

el corazón humano no se cierra

a la promesa fiel de su esperanza.

 

 



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