70. Michael Benitez Ortiz
Nota y selección por Jorge Valbuena
Una voz afilada y abismal se extiende por los versos de Michael Benitez Ortiz (Bogotá, 1991), registra el mundo, cada esquina de su tiempo, y recoge su realidad como un rompecabezas de escombros que va hallando una forma serena y despiadada en las palabras. Nos recuerda que cada hecho cotidiano guarda una estética descompuesta, ahora que la contemplación y la mirada viene matizada por marcados hilos de manipulación mediática, editorial, histórica; se refiere a los constantes escenarios de vacío que poseemos y llevamos como anticuario en los bolsillos de la memoria. Detalla el dolor y la incertidumbre con punzante hilaridad, deshace a los poetas y los rescata del olímpo para devolverlos a la calle, a su amasijo de bosque incendiado. poemas que se asoman a su belleza y la hallan sórdida e inclemente, rituales de cualquier destino que transfiguran la vocación de conciencia que perdimos por unas breves dosis de eternidad. Una poética rebelde que sabe gritar en silencio. Aquí una selección de sus poemas:
DOMINGOS EN MI BARRIO
El sol broncea el pavimento.
Medio día.
Soy un ladrillo.
Vivir es delicioso
cuando es más fácil y probable estar muerto.
Mirar el cielo y sus palomas
y los perros en el piso escarbando la basura.
Me gustan los domingos,
los partidos de microfútbol con sus goles y groserías.
Las parejas inofensivas que como yo
se olvidan de la muerte besándose en el parque.
Me gustan tanto
que en su honor
amigos —pues de todos soy amigo—
escribiré mi epitafio:
Aquí yace
el que no creyó que iba a morir
y apostó todo en su vida por ello.
Ahora,
pueden cobrarle.
SUEÑO ETÍLICO
Si pudiera meter la noche
en una botella
Y no perdiera la vida en el intento
—o por lo menos las manos—
me la bebería toda.
De Ladridos
(Fragmentos)
Y el sublime poeta dedicó sus versos al sol
y éste con sus rayos de fuego lo quemó
Y la luna con sus frías caricias sanó sus heridas
¡Y al marica poeta le cortaron la cabeza
y quemaron su cuerpo en la hoguera!
PARABELLUM
***
Voy a ensuciar sus días, estornudar en su desayuno, a enseñarles que los conceptos no son cuchillos sino lápidas mugrosas… para que vean que cuando se tiende la cama vuelan las angustias, y otras manchas, que se pegan a las sábanas en las consecutivas noches anteriores, o que cuando uno se lava los dientes hacen maromas en el lavamanos los besos alicorados que se aferran a la lengua como las sanguijuelas desnutridas que son.
***
Porque cambiar el bazuco por el cristianismo
no es rehabilitarse
Es cambiar de jíbaro.
***
Los recuerdos:
puntillas que se oxidan
en la memoria
de los árboles.
***
Su olor frío: sombras azules
Su boca
Ese bus que no me lleva a ninguna parte.
***
La noche cae
Se tropieza
Me aplasta.
***
Nunca escribí versos memorables
porque cuando los imaginé
estaba borracho
y se me olvidaron.
***
En el baño
—siempre—
al lado del papel higiénico
es necesario
un libro
de poemas.
UN NIÑO DE 3 AÑOS PINTÓ TU NOMBRE EN EL PAPEL DEL CIELO
Para Jimena
Cuando te conocí eras un pequeño
sueño
enjaulado en una botella de póker
Cuando uno es ciego le crecen alas en las manos
Bogotá no es un buen sitio para el amor
no porque esté en Colombia
sino que el mundo es un gran cementerio
La fosa común donde dios mete todos sus muertos
descalzos
Pero todavía me emociono
pensando en ti
poniéndole punk a mi amigo Hermes
prendiendo cigarros en los arreboles
encima de nuestras cabezas
Bostezo y la resaca
ya no tiene sombras en la lengua
le sonrío a la muerte
en un buen viaje
esperando la hora
del café.
ELRINCÓN DEL SUEÑO
La araña teje en el rincón del sueño
la llave del poema su esencia de crema dental
Esperando la paloma de ojos rojos y corazón de alambre
Llora el silencio: su locura mueca
las medias con pulgas
las 4 y media.
La bala atraviesa el estómago del huevo
para ser esa hamburguesa vegetariana en medio de la muerte y de la muerte
que vigila el policía con moscas en los bolsillos.
LA AGONÍA DEL POETA
A María Mercedes Carranza
En memoria
Es la vida la que hay que quitarse tirarla bajo la cama
Abrir la cremallera del pecho a la derecha del corazón y de la noche
para poder soñar con un mundo imposible que ni la poesía ni siquiera el silencio
—por más que parezca redundante— han podido atrapar
Porque fueron ocho horas, casi siempre siete, con fútbol y Coca-Cola incrustadas como agujas a la almohada a los besos
Y uno cree que escapa pero pura mierda no: miento
Mierda no: es la realidad a la que es imposible mostrarle los dientes cuando eres poeta
Porque la mente es un manicomio lo suficientemente grande como para pensar en otros;
pero no me quejo muerte yo te amo
En ti soy dejo de ser qué sé yo aquí no hay filosofías: manicomios compartidos.
Y la fe de ratas como la de erratas va a lo último
cuando la sangre baila en la boca en la garganta
Se mueve atraída por el bombillo o el encendedor
con el que prenden
un último cigarrillo.
ANOCHECE EN LA PALMA DE MI MANO
Mastico pensamientos
Chicles de piedra
Los dientes son cubitos de hielo
“Hey, el concepto, no olvide el
concepto”
Tropiezo en los puntos suspensivos
Caigamos de nuevo
en nubes de vidrios rotos:
Yo sé que el sol es un balón de microfútbol que se le olvidó a un niño pobre en el cielo
y me dicen que estoy loco y yo les digo que por lo menos no tengo libreta militar
No bailo ni en el verso libre
Mis ojos me miran a mí mismo colgados en el viento
cuando llueve en los sueños de los perros.
BALADA AL POETA Y LA PUTA DEL BARRIO
A las seis de la tarde
la gente comienza a regresar
en bus en moto en cicla
a estas montañas
que entierran la ciudad
A esa hora
es cuando ella empieza el día
con un baño que le arranca
las babas que duermen en su cara
y decenas de besos,
adheridos como pelos,
a todo su cuerpo
Y en medio de eso
el sudor agrio
le susurra
un nombre al recuerdo:
su novio
—el poeta—
con el que a cambio de arroz
y un poquito de café caliente
aprendió
a escribir
poemas
con su sexo.
YO TAMBIÉN DI LIMOSNA CON UN BILLETE FALSO
La noche es muy simpática
bajo el cielo de cemento
Para hablar sólo necesitas
tener una prenda en común
y adivinar la rutina
en una bolita de madera
Mover la cabeza 35 grados
de alcohol
para ver por dónde le haces trampa al destino que se pierde.
Y siento que mi amor es una sombra amarrada al piso
Una sopa de alfileres
Dar la mano y llevársela en los bolsillos
Y que por eso te lo doy:
porque es lo único que existe
de todo
—lo poco—
que tengo.
EL PAÍS DE LOS POETAS
Mi país
según las estadísticas
—quién lo creyera—
es el hogar de la mayor parte
de poetas del mundo
Ahora que me fijo
se ven por todas partes
en todas las calles
con esos gorritos de intelectuales
que lucen muy bien
con su sonrisa retórica
Caminan felices
porque ya se tomaron una cerveza
con César Vallejo
O con César Cano
Que viene siendo más o menos lo mismo
Preñan flores
en todas las esquinas
con versos de los grandes poetas
aprendidos de memoria
Fuman marihuana desde las terrazas de sus casas
y le echan piropos a las muchachas
que salen corriendo
Y si hay algo cierto
es que
¡cómo sufren los poetas colombianos!
—con signos de admiración y todo—
la vida y las editoriales
son muy crueles con ellos
Y que después que no se diga que en Colombia
no hay talento
eso sería una imprudencia
con nuestros queridos
poetas colombianos.
MICHAEL BENITEZ ORTIZ - (Bogotá, Colombia, 1991). Sus textos han aparecido en varias antologías en América Latina y España; en las revistas: Puesto de combate, Marabunta, Surgente, entre otras. Ha publicado dos libros. Tiene en preparación: Una mosca en el tocadiscos y Papeles para leer en el bus (segunda parte de su trilogía Papeles para leer…). Ha ganado algunos premios literarios, entre ellos: Primer premio en la modalidad de narrativa en el Concurso Literario Nacional e Internacional de Relato y Poesía “Palabras sin fronteras”, Argentina, 2013. Tercer premio I Concurso Internacional De Poesía Grupo Literario Poeta Osvaldo Ulloa, Chile, 2012. Co-dirige la editorial Ediciones con Tinta Ebria.
Escribe en el blog: https://michaelbenitezortiz.wordpress.com/.