Poema del Viernes # 14
Por Hellman Pardo
Morábito es un poeta al que no se le puede fijar residencia. El cambio, la distancia, el exilio, son movimientos que le son cercanos. Luis Ignacio Helguera afirma que "su profunda y distante mirada dirigida hacia los lotes baldíos, las lagartijas, el mar lejano, la riqueza de su escritura, delatan su biografía y rezuman el aire de un conquistador meridional. Viaje y enfermedad, peregrinaje y raíces, arraigar y volar. Arraigar poéticamente en el mundo no obliga a sembrarlo todo de verdes, sino también de lotes baldíos, de trapos y tubos, de moscas, ruidos, tráfico". Aquí, una muestra de su palabra.
MUDANZA
A fuerza de mudarme
he aprendido a no pegar
los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar sólo lo justo.
He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula,
que dejó en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza
se disuelva como una fiebre,
como una costra que se cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los viejos inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo de ellos
en un rincón
o un estropicio
que no supimos resolver.
Fabio Morábito