
De todos los pornos
De todos los pornos
Sobre El porno y las babosas, de Fátima Vélez
Por Germán Benavides
Fátima Vélez posee una estética visceral única reflejada en toda su obra, pues su exploración del cuerpo y sus confines es un punto común. Sin embargo, en Del porno y las babosas trae a acotación la sexualidad y trata de romper los estigmas humanos que la rodea. De esta premisa nace la pregunta: ¿la sexualidad se puede aplicar a todo ser? Ella nos da parte de la respuesta, al poetizar el sexo de diferentes especies que son poco convencionales para esta materia, babosas, tardígrados, cucarachas, delfines, etc. Esto simplemente deja a pensar si esta poética puede demostrar que el sexo de los antes nombrados sea superior al de los humanos; seguro hay cosas en la sexualidad de lo otro que nos abre la mente y en muchos aspectos pueden ser mejores.
“La promiscuidad femenina. tan temida. no por orgullo. por la supervivencia genética, es necesario bloquear el acceso a otros machos. acabar con los rivales para controlar la elección de la hembra. evitar competencia entre espermas”
En este fragmento, posterior a “Cuerpo de la entrega”, a partir de la sexualidad del delfín, logra proporcionar una ¿reflexión? de la sexualidad femenina, que despoja la opresión como factor del orgullo y lo pone en percepción de control (control que en realidad tiene la mujer). Para entenderlo vayamos al contexto: la entrega es en lo que se basa la sexualidad, por lo menos la primordial y animal; la autora quiere volver a lo simple, sin tener que centramos en el falocentrismo, nos pone al cuerpo del delfín, como definición de “no penetrar”, algo retráctil de paciencia que se deforma.
La comparación se realza en todos los poemas, siendo nosotros los que están en lo más bajo, o así lo hace sentir. La psicología se empieza a ver reflejada en la sexualidad, esto nos genera un ruido único, que nos vuelve a lo mundano, por ejemplo:
“no hay porno capaz de igualar
el apareamiento de las babosas
una afirmación sustentada
en no tener babas suficientes
para hacerle saber al otro
a los otros
las ganas que tenemos de que nos muerdan una oreja
que nos metan la punta de la lengua
en orificios donde no cabría
ni el más extraviado de los hongos”
Nos compara con una babosa, pues ellas tienen una gloria que nosotros no tenemos por los prejuicios (como mencionaba en la sexualidad de la mujer). Es el ser humano el que le dio prejuicios a la sexualidad, caprichos con los que busca limitar el cuerpo y la mente; en este poema hay una especie de libertad, una independencia que no nos damos por el mero control de lo que queremos que se reproduzca. Ahí está la idea de lo recatado, la censura o, aún peor, el culpar a la mujer y no al violador. Esto se evidencia en la historia-poema de Bodil Joensen, una actriz porno que toma para reforzar la premisa, ella habla de cómo la violaron, la madre le hizo probar la sensación del látigo y ella juró darle su sexo a un jabalí. ¿Un animal es mejor que un humano? A este paso parece que sí…, ser consciente que una mujer logró saber por su propia piel que hay animales humanos y no humanos, saber que los no humanos somos nosotros; ella ahora es el símbolo de la sexualidad completa en la naturaleza. Al final, su historia termina en el luto de su perro muerto, un rito humano que merece un animal.
Por otro lado, para desmigar la sexualidad ella lo vuelve algo técnico o científico (aunque no lo hace en repetidas ocasiones).
“algo de otro en periplanético
del carbonífero inferior
familia de los blátidos, blatélidos, blabéridos
polifágidos, criptocércidos, nocticólidos
cuya unión con lo humano viene de cuando éramos de cuevas,
nocturnidad y alevosía”
Comparar la sexualidad con el tecnicismo de la naturaleza es la mejor forma en la que podemos despojarnos de los prejuicios, para luego llevarlo a una metáfora que se puede aplicar, lo pone en una perspectiva más general: la autora nos quiere recordar que todos aplicamos como porno y el rol que cumplimos en él (al mismo tiempo que quiere que rompamos ese rol). Hace unas líneas se mencionó la aversión que puede producir la imagen de animales y humanos teniendo sexo, más allá del sentimiento. Es algo que nos une en muchos aspectos; nosotros hemos puesto el sexo en un estándar de “limpieza” que solo lo hace peor, o más grotesco, pero según la autora, hay algunos que se pueden saltar esta regla, como en el porno japonés: se adhieren más al placer que a la estética, tomando los jugos y la experimentación de lo grotesco como parte fundamental.
Esto es lo que al final Fátima Vélez evidencia: todo para llegar al placer, el placer como la parte que nosotros menos valoramos del sexo, y en la que más se debe basar, pues en cada poema hay un aspecto que nosotros olvidamos de este mundo, dejando clara la definición del deseo que lleva desarrollando por toda su obra. Es algo que aplica a todo un reino, llega a ser cíclico y nos termina cerrando todos los términos guturales que nos da la obra, todo lo que somos es la deriva de esta premisa polémica del sexo y todo lo que sigue se mantendrá en eso.
Bibliografía
Vélez, F. (2022) Del porno y las babosas. Editorial lectores secretos.
Fátima Vélez (Manizales, 1985) Poeta, narradora, docente. Estudió literatura en la Universidad de los Andes, una Maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Colombia y otra Maestría de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Ha trabajado como profesora de idiomas, lingüística y literatura, así como en gestión cultural.
Germán Benavides (Bogotá, 2002) Poeta, escritor y editor. Estudiante del pregrado de Creación literaria de la Universidad Central.