Revista Latinoemerica de Poesía

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Las enumeradas funciones del horror



Las enumeradas funciones del horror

(Sobre Cambio de Dios, de Carlos Manuel Villalobos)


Por Fabio Andrés Delgado Micán

“Tengo mucha esperanza en nuestro señor que vuestras altezas los harán todos cristianos, y serán todos suyos”
Cristóbal Colón

Eduardo Galeano terminó su texto Cinco siglos de prohibición del Arco Iris en el cielo americano, con una frase que se reaparece cada doce de octubre, a manera de respuesta a esa fecha, pero de 1492; “Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.” Pero asegura el autor que eso lo dijo el arzobispo Desmond Mpilo Tutu para hablar de la situación social y religiosa del África.

Esta pequeña anécdota es la clara evidencia de las verdaderas intenciones de los conquistadores y su “civilizadora” campaña con el mundo. De hecho, sobre este tema hay un sinnúmero de canciones, textos científicos, textos literarios, pinturas y expresiones culturales, que no solo denuncian lo que sucedió sino que rastrean las huellas de muchas naciones indígenas que desaparecieron a los golpes y que aún hoy, muchos se empecinan en desaparecer. En el compromiso y férrea voluntad de nombrar ese brutal pasado, encuentro un libro que me ha parecido no solo crudo sino elegante, además que sostiene una conversación con una sola situación histórica y todos los fenómenos y las acciones de los conquistadores españoles en la América.

Cambio de Dios, libro ganador del premio internacional de poesía Vicente Rodríguez Nietzsche 2023, escrito por el poeta costarricense Carlos Manuel Villalobos es una joya no solo literaria sino histórica, porque nos recuerda dos cosas, la primera es la crónica Primer nueva corónica y buen gobierno, de Felipe Guamán Poma de Ayala, cronista indígena de ascendencia incaica, que en un ejercicio herodotoniano (si se le puede llamar así) viajó como ermitaño por las nacientes tierras peruanas y registro el horror perpetrado por parte de los encomenderos, los conquistadores, y los frailes españoles con los indígenas. Y la segunda cosa que nos recuerda es la erudición y la creatividad del poeta para acudir al recurso literario sin insistir en los vejámenes de manera explícita, sino situando de manera poética al lector, conectándolo con tanta injusticia, incluso con asombro frente a todo lo que nos cuenta en su poemario.

El texto inicia con un poema titulado Carta a Guamán, donde nos recuerda el deseo y la esperanza de Felipe Guamán, para que su crónica llegará a España a manos del rey Felipe III y que parara por órdenes de él mismo tanta injusticia y tanta crueldad al momento de leerla, pues el autor confiaba que eso sucedería al ver tanta barbarie. La crónica jamás llegó a su destino, como si fuera una tragedia poética.

 

Carta de Guamán

Que llegue a España sin rasguños esta carta.
Que sepa el viento que el escriba se llamó
Felipe Guamán Poma de Ayala.
Que no se hunda el mar
que lleva a bordo las heridas.
Tal vez
después de todo
el rey reciba estas horas de papeles arrugados.

Son mil ciento ochenta los folios del reproche.
Son casi cuatrocientos los dolores del dibujo.

Que no choque el barco
con los riscos donde acaba el mundo.
Que llegue al reino de Castilla
sana y salva la palabra.

Quién sabe.
Tal vez en un renglón aparte de la historia llore Dios
y el hocico de la muerte confiese
de rodillas
que es cierto lo que digo.

Con suerte estas lágrimas
conviertan en diluvio la vergüenza
y se ahoguen las campanas
y los diezmos
y se ahogue para siempre la Cuaresma.

Que sepan
de una vez por todas
a qué sabe el miedo
y estas noches que se arrastran
con el vientre mutilado.

Que llegue a Europa sin mentiras este trago.
Que lo beban a secas los reyes
y los papas
y que a todos les lastime la garganta.

 

Y es que este libro es de alguna u otra forma un libro de poesía documental, porque entabla un diálogo con el texto de Guamán y no solo con este, también se dejan ver ciertas referencias a otros textos que, como lo decíamos antes, se encontraban en el panorama de manifestaciones artísticas que enuncian toda esta bestialidad. Finalmente es un ejercicio del que hace parte el lector, al sentir lo despiadado que se enuncia.

 

Un cráneo sobre otro cráneo

Los incas no domaban los animales
sino las piedras
que venían a buscar refugio.

Eran dóciles criaturas
que iban con ellos a construir los templos
y en las ceremonias se abran el pecho
para que oyera Pacha Mama los cánticos del río.

Los hombres de Pizarro supieron de aquellas piedras
que soñaban
y corrieron a cortarles la garganta
y corrieron a limpiar de dioses
las palabras que decían.

Las hicieron sus esclavas.
les partieron en mil pedazos el fémur
y la pelvis.

Un rastro de su sangre son las calles
y un cráneo sobre otro cráneo
son ahora las paredes de la ciudad.

 

Al poeta no le interesa discutir con ningún tipo de religiosidad, de hecho, siento que hay un profundo respeto por la espiritualidad de los seres humanos, pero deja claro que la manera en cómo se violentaron los pueblos indígenas, cómo ese trato con crueldad va más allá de lo que puede soportar la realidad, o cualquier Dios que no sea enseñado con amor, sino impuesto con violencia, este es uno de los hechos más evidentes en su cruda poesía.

 

Un dios que se lastima

No estamos acá para curar la muerte.
Solo somos un buitre
que se come lo que olvida
un dios sin alas
que se lastima
                        cuando pregunta.


Finalmente, pienso que es importante leer este libro porque manifiesta acontecimientos que siguen sucediendo en América Latina. La pederastia, la tortura, la exclusión a los indígenas, a los negros, a las personas que no “pertenecen” porque no hablan nuestro idioma o no practican nuestra religión. Por eso es importante este ejercicio de Carlos Villalobos al enumerarnos el horror y la tragedia a manera de denuncia histórica y pública, porque siempre existirá la excusa de un Dios para someter a los pueblos latinoamericanos:

 


Tortura

Lo juro.
Son perros que huelen
                 en el aire
las letrinas del infierno.

Son fieras de Falaris con puñales
                                          hasta el fondo.

Si alguien se emborracha con sus propios sueños
ellos llegan
y amasan el dolor
y amasan el dolor
y amasan el dolor

                                          hasta que duela.

Lo juro.

Le arrancan la verdad a cada rayo.

Cavan túneles en los huesos de la noche.
Tienen pozos donde solamente
se puede beber la sed
y nada más.

Tienen celdas donde espera su sentencia
                                          la poesía.

 

 

El diezmo

En este reino nadie siembra un grano de su muerte
si antes no le entrega al cura
                                   un diezmo de congoja.

No es posible vender el fuego que sobra
sin darle a las iglesias el hambre
de cada día.

Y si alguien compra un relámpago que salva
debe entonces romperse las rodillas
y que el alma pague
                                con cansancio
lo que debe.

 

 



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