Amanda Hernández
Presentamos una selección de poemas de Amanda Hernández (San Juan, Puerto Rico, 1990). Poeta, editora y co-directora del proyecto La Impresora. Estudió Literatura y Gestión Cultural en la Universidad de Puerto Rico. Ha publicado de forma independiente los siguientes títulos: «Entre tanto amarillo» (2016), «El momento de las cosas» (2016), «Las cosas pequeñas» (2017), «Estrategias Atómicas» (2018). En 2019 editó Memoriza: poemas para aprenderse de memoria, un juego de "memory" que al mismo tiempo es una antología de poesía puertorriqueña contemporánea. Su más reciente poemario, «La distancia es un lugar», se publicó en 2020 bajo la colección Trabajo de Poesía de La Impresora. En el 2021 fue seleccionada por el comité de La Fundación Flamboyán y la Mellon Foundation para recibir el premio Letras Boricuas, una beca que reconoce el trabajo de escritores puertorriqueños en la diáspora y en la isla.
Poemas publicados en ENTRE TANTO AMARILLO / YELLOW STRUCK de Editorial Pulpo:
Hay quien dice que hincaste en mí
tu gélida falta de pragma, tu falta de suelo.
Rememoro tu cuerpo y me lo como en un suspiro
pues fuiste también dulce.
Eres tan poco dios que duras por siempre,
que me durarás aquí tan poco.
En instancias olvido
que carezco de forma ante el doblez.
Es preciso que despierte ahora,
que nazca el espacio mudo,
que sea nuestra forma acogida, a consumirse,
en silueta de blanco sonido.
En lapsos de perfecta lucidez
reconozco el culto al caos,
mi enamoramiento,
nuestra inconsecuente juventud
de verdades a medias.
Hay quien dice
no recordar de qué iba el sueño.
Yo lo recuerdo todo,
lo juro.
Creo haberte sentido decir
que me amabas
con la familiaridad que presta
la permanencia de tu cuerpo en el mío,
con la certeza
de que no pudo haber sido
de otra manera.
A sabiendas del peso
curarme y decir compartir
es temer.
Mentir profundamente
y jugarme los cantazos.
No explicar la proyección de mi invento.
Suceder prestada en la huida.
Huirle de a codo a las pestes,
correr duro
a favor del regocijo de las luces.
Compartirnos es temer.
Ser nos amarilla el alba.
Soñé que era yo de dios
y que le daba de comer al mundo.
Soñé que era yo de todos,
la carne me sobraba.
Todos comieron
a pesar de la huida.
Todo se repite en los dobleces
de esta agotable historia
hurtada hace ya algún tiempo.
Espero que dure más de un año
esta voluntad torcida,
que no sucumba
ante el olvido
del paso dado y falle.
Ojos las flores
y velos con que me cubro.
Espero que dure lo que dura la certeza,
este cielo vertido
entre tanto amarillo.