Christopher Alexter Amador Cervantes
Presentamos un conjunto de poemas de Christopher Alexter Amador Cervantes (La Paz, Baja California Sur, México: 1984). El Instituto Mexicano de la Juventud le otorgó el Premio “Día Nacional de la Juventud” en 2006, por el cuento: “Cocaína. Los colmillos del azúcar”. Se hizo acreedor al Premio Estatal de Dramaturgia (2008), Poesía (2009) y Ensayo (2010) Ciudad de La Paz. En ese último año fue nombrado presidente de la Asociación de Escritores Sudcalifornianos y recibió el Premio Nacional de Poesía Raúl Renán (Estado de México), el Nacional de Poesía Sonora: Bartolomé Delgado de León, la medalla del Congreso Premio Estatal de la Juventud, el Premio Joven de Poesía (ISC) y una mención por su obra “Copiar la imagen”, en el Premio Internacional de Ensayo Teatral. En 2011 fue nombrado Coordinador Estatal de Bibliotecas Públicas y obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana y los Juegos Florales Margarito Sández Villarino; en 2012 el Nacional de Poesía Tuxtepec (Oaxaca), en 2013 el Nacional de Poesía Clemencia Isaura y los Juegos Florales de Guaymas. En 2014 es invitado a ocupar la Dirección General del Instituto Sudcaliforniano de Cultura y se le otorgaron los Juegos Florales Ciudad de La Paz y el Premio Nacional Tlatoani (Instituto Mexicano de Evaluación). En 2016 es incluido en la Enciclopedia de la Literatura en México de la Fundación para las Letras Mexicanas. En 2017 recibe mención honorifica en el Concurso Nacional de Literatura ISSSTE CULTURA y es incluido como representante de la poesía joven de BCS en el libro Parkour pop.ético (o cómo saltar las bardas hacia el poema): mapa poético, editado por la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (SEP federal). En 2019 obtuvo el segundo lugar del Premio Internacional de Ensayo <> (Madrid, España). Director de la Editorial Cartonera El ruiseñor de Teócrito. En 2020 fue acreedor al Premio Nacional de Poesía Tintanueva y finalista en Nueva York del II Premio Internacional de Poesía Pedro Lastra, organizado por el Department of Hispanic Languajes & Literature de Stony Brook University. Premio Binacional de Poesía del Desierto (Sonora-Arizona) 2021. Premio Internacional de Poesía Álvaro de Tarfe 2022 (Madrid). Finalista de los concursos “Poetas nocturnos” y “Diversidad literaria” en Madrid (2022). Finalista del XI Premio de Literatura Experimental (Valencia, España) 2022. 2do puesto del XX Certamen Internacional de Poesía Eduardo Carranza. Colombia, 2022. Ganador del IX Certamen Poético Internacional "Cortijo la Duquesa Parcent" en Málaga, España. I Premio Internacional de Poesía Mehdi Hajji Mfakker (Cádiz, España). V Convocatoria Internacional de Ensayo “Alegranza” (Buenos Aires, 2022). 79º Concurso Internacional de Poesía Camino de palabras (Argentina, 2022). Premio Internacional de Poesía de la Universidad de Alicante en Villena (España) 2022. Concurso Literario Internacional Ruíz De Souza Rocha (Uruguay) 2022.
Manifiesto
De vemos pasar la página
como se acaricia a una muchacha. Abrir la ventana del salón de clases y arrojar el pupitre. Debemos sacar a la poesía del cuaderno, llevarla a nuestra piel. El poeta no debe escribir rosa sino apuñalarse con la pluma y flor es ser. La nueva poesía debe aceptar el fuego no se dice en cinco letras sino rociándonos gasolina y pronunciando las palabras “ser” y “yo”: cerillo.
Tenemos un lápiz clavado en nuestro único ojo.
De cómo empezó todo
De hambre moría y me comí un ruiseñor.
Mi madre me lo dio en un tenedor, llorando.
Mi carne sólo tiene un canto que ofrecerte, dijo él.
Yo lo escuché hasta saciarme.
Yo lo escuché hasta saciarme
Yo lo escuché hasta
Yo lo escuché
Yo lo
Yo
Y
Lo(s) que somos
Los que dejan plantada a la novia
porque se les presentó un poema
Los que saben que vivir es acostarse (¡Dios mío,
aunque sea una vez al año!) con la mujer araña
Los que lloran sin consuelo cuando miran que amanece
Los bastardos predilectos de su madre
Los lascivos con sonrisa inteligente
Los borrachos que se beben los perfumes
de las casas que visitan
Los que dejaron en ridículo a sus profesores
Los que tiemblan al ver una flor que marchita mañana
Los que dejan un gargajo en la boleta electoral
Los que levantan a patadas a los inválidos
y a los mendigos
Los que entran en hoteles cada siete días
para cambiar de piel y reconciliarse con el mundo
Los que engargolan sus esperanzas
Los del quise escribir la paloma y cagó mi cuaderno
Los que se aburren y dejan todo
Los que buscan un amor que los devaste
Los arcángeles con plumas de sacudidor
y sus respectivos pupilentes azules
Los que esperan la llamada que los lleve a las alturas
Los flautistas que no jalan mas que dos o tres ratones
Los de la lengua que parte en dos y desbarata
Los que cambian el ambiente con tan sólo estar pasando
Los de mirada tierna pero calcinante
Los que eyaculan sobre el espejo
para abofetear a Dios
Los que saben que el poeta no tiene pelos en la lengua
pero tampoco pétalos
Los que intentan olvidar el verso para poderlo ver
Los que ven sus cachetes y piensan: “nuestra lengua está
encerrada en un paréntesis de carne”
Los que cuando tienen visión poética
procuran estar usando sus propios lentes
Los que saben que la nueva poesía
es una tabla que flota a poquísimos metros
de los ahogados
Los que nunca dejan de poner
un poco de muchacha en lo que escriben
Los que escriben versos para
no dejar la piel en las espinas de la rosa
a la menor provocación
Los que ven en la palabra ese machete
para abrirse paso
Los que saben que
escribir poesía es quitarse la ropa en la calle
y que a nadie le dé por mirar
Los que dicen en encuentros de escritores:
“la poesía es un puñado de sesos”
Los que colgaron su lengua en
la rama torcida de un árbol
Los que ofenden a la luna con bostezos
Los que menean el jarro para nombrar el agua
Los que se untan arcilla en los labios para decir jarrón
Los que saben que separar las letras de la palabra “carne”
es filetear ese trozo
Los directores de cine que
no te muestran sangre pero
te hacen creer que la viste
Los presos que se enjuagan los pies
y se sienten de pronto en el mar
Los que encuentran
un sabor a grasa en la palabra cerdo
Los que se rasgan los ojos
si observan cuchillos
Los que se sientan en la banqueta para
ver pasar los versos rápidos del día
Los que olfatean la flor del teatro con los ojos
Los que saben que si el actor es puto
el personaje no tiene la culpa
ni tiene por qué enterarse
Los que tienen orejas de plástico de tanto escuchar versos
Los que ven en la pastilla de cianuro un beso gástrico
Los que no hablan otro idioma
por miedo a no ver
la realidad en español
Los que miraron el martillo y
se sintieron su clavo
(El martillo se realiza cuando el clavo
cuando el clavo)
Los que saben que no hay poema que le pueda ganar
a una buena torta en horario de oficina
Los que fueron humillados por la doña de correos
—¡Ya verá que este sí gana!
Los que pintan una lancha a la mitad de la tormenta
para dejar de escuchar el motor
Los que no se cogieron a la novia
para desearla siempre
Los que terminaron con ella
como apagando el cigarrillo en su corazón
(Más de dos chupan ahora esa colilla…)
Los que besaron las nueve letras que aquí no puse
Los que juran que echarse en un cuerpo es andar
por un puente sobre el vacío
Los que terminaron siendo víctimas
de su sensibilidad monstruosa
Los que orinan las rosas de puro coraje
Los que sueltan los libros y llenan sus manos
con un par de TETAS
Los que piensan que la patria es una puta
que se tapa el sexo con un águila
Los que saben que es más fácil el poema que la vida
Los narradores que encerraron entre paréntesis
las ilocuciones del personaje
que se quedó atrapado en una mina
Los que escriben un ensayo sobre el soccer
como pateando un balón
Los pececitos come caca
que les limpian la pecera a los peces gordos
de la poesía
Los que de noche posan los ojos en la llave del gas
Los ganadores de concurso que presumen su cheque
en la sección de sociales
Los que se peinan y visten de gala
para ir al espejo
como un homenaje a sus hacedores
Los que saben que el gobierno es un gigante estúpido
capaz de utilizar el David como pisapapeles
Los que escriben que pintar es liberar a los colores
Los que encontraron descanso al nombrar una silla
Los que empezaron sirviéndose de la palabra
y terminaron convirtiéndose en su servidor
Los que saben que
leer un verso debe ser
una experiencia similar
a la de introducir el dedo
en un toma corriente
Los que entienden la poesía porque escucharon
el mugido de las vacas
Los que escriben poesía para perdonar a Dios
Los loritos licenciados con su jaula muy aparte
Los loritos parloteando frente a monos chilladores
Los de la gritería metafísica
Los perros que mondan los huesos de Octavio
Los lobos chimuelos aullando a la luna
Los que van al Instituto a mal vender su ramillete
Los que (por culpa de sus malos libros)
sacaron a la poesía del top-ten
Los que se cansaron de comprobar que la poesía de hoy
es la tonadilla de siempre
Los que se encerraron en su cuarto
para planear el nuevo mundo
Los que hacemos el amor como dos aviones
que colisionan
Los que escriben un verso como haciendo un hadooken
Los menores de edad que se hartaron de vida
Los que miran esta línea intravenosa
Los que saben que leer en público es dar de balazos
a unas latas
Los que con sus versos inventaron la ciudad
que hoy los olvida (¿nuestras calles ya no son
ese poema?)
Los que sueñan con tirarse a una mujer
que lentamente se los trague
Los que destapan la pluma
como quitándole el seguro a una granada
Los que escriben un caminito de gasolina
Los que exprimieron su corazón
apretando las piernas
Los que se sientan al final del autobús
como si fueran una bomba
Los que tomaron veneno para vender tres libros
Los que caminan
con las manos en las bolsas y los ojos en la luna
Los que palpan el cielo mirando nubes
Los que quisieron mover el mundo
soplando fuerte
Los que sienten un correr de mariposas
por la tráquea
Los que saben que su voz tan sólo empaña los cristales
Los que terminaron de colorear
los dibujos de su hermanita muerta
Los que en vez de hacer botánica dijeron:
pasa un perfume de rosas por estos renglones
Los que en lugar de tocar la guitarra la pisotean
hasta sacarle una nueva música
Los que sienten asco de ellos mismos
cuando caen en lugares comunes y dicen: “la novela
es la oportunidad de vivir cien años en dos días”
Los que están condenados a repetirse
Los que así mismos se copian
Los que piensan que al cerrar los ojos
provocarán una falla en el alumbrado público
Los que necesitaron una navaja
para dibujarse la sonrisa
Los que por más que tocan no están palpando
Los que escuchan otras voces
para entender la propia
Los que lloraron cien libros para reír un verso
Los que nos negamos a morir antes de haber escrito
un poema Piedra de sol, un poema Muerte sin fin
Los que queremos redactar el vuelo bajo de unos arcángeles
Los que encontraron a la belleza en un mingitorio
Los que estaban concursando
cuando “se declaró desierto”
Los albañiles con las manos cargadas de futuro
Los pobrecitos escritores X
impersonales como una sombra
Los que abren la ventana para echar sus tripas
Los que levantan la mano sin alcanzar la estrella
Epitafio
La única voz que me queda
es el perfume que despide
el girasol sobre mi tumba.