Katerina Anghelaki-Roke / Κατερίνα Αγγελάκη-Ρουκ
En traducción de Virginia López Recio publicamos un fragmento del poema “LYPIÚ” de la poeta griega Katerina Anghelaki-Roke (Atenas, 1939 – 2020). Entre otros, recibió el Premio de Poesía de Ginebra (Prix Hensch) en 1962 y en 2014 el Gran Premio de las Letras por el conjunto de su obra. Murió en enero de 2020 a la edad de 81 años.
LYPIÚ (fragmento)
Un lugar inventé
para ir cuando estoy profundamente triste,
triste hasta los hielos no derretidos dentro de mí,
hasta las lágrimas cristalizadas,
hasta que sale la nostalgia, pequeñas panteras blancas
de las que muerden y escuecen sus mordeduras.
Lypiú nombro al lugar que inventé
para ir cuando estoy profundamente triste,
una situación que se hace cada vez más intensa
ya que todos los bellos paisajes del final
empiezan a oler a agua enmohecida
y a frutas podridas.
A Lypiú llegas sin un suspiro
sólo con un leve apretón del corazón
que recuerda al amor cuando se queda
indeciso en el umbral de la casa.
Aquí hay poetas que caminan por lo sagrado
poetas con gran vocación hacia el cielo,
altísimos, que con una sacudida de cabeza
quieren decir el «no… no… error»
o también el «¡qué pena, ya es tarde!»
mientras que un mendigo en la esquina murmura incesante:
«Lo bueno del deseo
es que cuando se pierde
se pierde también el valor de su objeto»
Aquí todos los fracasos de juventud
se han convertido en plazas silenciosas
las pasiones mutiladas, en oscuras arboledas
y los últimos amores desgraciados
en perros mal alimentados que vagan por las callejuelas.
Algo peor que la vejez,
este país está poblado de juventud sin usar.
En Lypiú lloro continuamente
desde que me mostraste el valor de la tristeza.
No, no es lo negativo de la fecundidad
sino lo positivo de la ausencia…
Hablabas y tu perfil me agitaba
como si lo hubieran tallado en la roca más dura,
tus ojos como si fueran de azufre
aterrorizados, me aterrorizaban.
Lloremos pues, aunque lo llamemos alegría
alegría porque aún estamos aquí sufriendo.
Con el alba entraremos en otro puerto
como en un nuevo poema
y en medio de la escarcha sostendré
el último verso de una indescriptible historia de amor.
La voz, la altura del cuerpo, la línea de la nuca
repeticiones imperecederas del miedo insaciable.
Mirándote descubrí el interior
del sentimiento.
El hombre más bello de Lypiú
encontró una mariposa negra muerta entre sus sábanas.
Estaba desnudo, un poco sudado y brillaba
pero no tanto como aquella que con toda la incalculable luz
salía de la muerte.
El símbolo alado de la frivolidad, la mariposa,
quieta, vestida con los colores de la noche
fue encontrada tumbada como si con ella la muerte se hubiese divertido
y justo después la hubiese abandonado.
O como si descansaran antes de empezar su difícil
camino desde lo negro a lo perfecto.
La mujer más joven en Lypiú soy yo
que miro, miro y no creo
cómo una nube así de polvo se acumula
en la calle de la alegría.
Digo: algún error ha habido aquí
y no he seguido la ruta de la seda
ni he agarrado nunca al héroe del poema del pecho.
Mi corazón sólo lo imaginé parándose,
como en algunos bancos por los que pasamos y decimos:
«¡Imagínate aquí cuánto, cuánto guardan!»
Lo que pierdes queda contigo para siempre
y Lipiú es un país que creé
para ser siempre uno con cuanto he perdido
cuando llegan aquellos insoportables crepúsculos
aquellos mudos amaneceres
Y es como si esperases el timbre del colegio
sonar, la clase empezar de nuevo
un ejercicio más sobre un tema desconocido.
Miras abajo al cemento del patio, a la grava
sacudes las migajas de la rosquilla del babi azul
y entras en la clase
entras en la monotonía del tiempo insulso
en la vaguedad de la existencia
que conozco, poco alterada
te la encuentras de nuevo hacia el final. […]
Katerina Anghelaki-Roke nació en Atenas en 1939. Poeta y traductora. Estudió lenguas extranjeras en Atenas, en el Sur de Francia y en Suiza, graduándose en Traducción e Interpretación. Empezó a publicar en 1956. Publicó artículos y ensayos sobre la poesía griega y la traducción de la poesía en numerosas revistas y periódicos de Grecia y del extranjero. Dio conferencias y leyó poemas en Universidades de EE.UU. como Harvard, Cornell, Daztmouth, N.Y. State, Princeton y Columbia. Su poesía está traducida a más a diez lenguas y sus poemas se incluyen en numerosas antologías en todo el mundo. Merecedora de numerosos premios importantes: En 1962 recibió el Premio de Poesía de Ginebra (Prix Hensch), en 1985 el Premio Nacional de Poesía, en 2000 el Premio de la Academia de Atenas ¨Kostas y Eleni Uranis¨ y en 2014 el Gran Premio de las Letras por el conjunto de su obra. Murió en enero de 2020 a la edad de 81 años.