Revista Latinoemerica de Poesía

Revista Latinoemerica de Poesía

post

El diablo vuelve a casa



 

Sobre libro recientemente publicado por la editorial New York Poetry: El diablo vuelve a casa

 

“Mirá bien al mundo. ¿Lo ves ahora?”, se pregunta Randall Roque mientras anuncia el regreso del diablo a casa. El autor pone en evidencia las caras de los demonios que habitan lo cotidiano. Cada texto es un dedo que se señala a sí mismo; que encuentra eso que busca ser nombrado en la bolsa de basura, en las galletas de los niños, en la botella de vodka debajo del colchón, en el cuchillo, en el bar.

En El diablo vuelve a casa hay discos que ruedan, que rugen al unísono con la realidad. El mundo es un acetato que nos empuja a caminar en círculo, que nos condena a estar solos con el “pecho expuesto para el amor de un cuchillo, un rayo, una bala perdida en la cabeza”. En medio de ese destino el poeta nos habla de las piedras que tiemblan bajo el río, y recuerda que siempre aparecerá alguien capaz de conmoverlas. Los poemas de este libro se interrogan con furia y silencios. Se preguntan hasta rasgarse ellos mismos. No creo que los textos esperen alguna respuesta de los lectores. Me atrevo a decir que cada poema, como cuerpo vivo, espera una pregunta de vuelta, otro mundo de vuelta, otro demonio, otro diablo que regrese a casa.

Por Fadir Delgado Acosta

 

 

Del libro El diablo vuelve a casa (2020)

 

 

 

¿LO VES AHORA?

Mirá bien al mundo. ¿Lo ves ahora? Hoy, apenas en la mañana, entre un tránsito del demonio, una familia abría las bolsas de basura conforme las apilaban los del municipio para que el camión se las llevara. Un niño encontró galletas y papas viejas. Las olfateó junto a dos zagüates con el pelo ensortijado por el barro, probó un par y continuó satisfecho. También continué rumbo a la oficina. Iba tarde: las presas imposibles, los padres dejando a sus hijos, el camión de la basura lento como un rinoceronte herido. No me detuve. No tenía tiempo. Y todos los demás tampoco. Nadie tiene tiempo. Eso somos: Individuos ingenuos y egoístas que creen en la manoseada democracia, en las clases sociales inalcanzables por uno o dos oportunistas de buen ver que roen el hueso por el lado equivocado.

¿Pensás que alguien arreglará el mundo por nosotros?

Mirá de nuevo por el retrovisor. Llegamos a tiempo a la oficina. Aunque ninguno sabe qué es el tiempo, tenemos claro que no es nuestro. Te sentís vacío. Una miseria humana por no detenerte. De eso se trata.

Ya miraste el mundo.
Ahora,
nunca estarás a salvo.

 

 

 

 

 

HÉCTOR VIEL TEMPERLEY

En compañía del poeta argentino, Héctor Viel Temperley. Me narra su poesía completa, bebe una cerveza. ¿A qué viene Héctor Viel a casa? ¿Para tomarse la cerveza y hablar de cómo deja de llover? No lo quiero en casa. Siempre be¬bido o invitándote a la bebida. Tratalo de lejos, como él quiere, igual que un barco apestado. Viene con un cuchillo en mano, los ojos en vidrios húmedos, con vapores limpios de la cebolla. Insiste en que se largue de una vez. Nada de cerveza. Nada de sus libros. Tipos holgazanes que beben de la ubre de su madre y de mujeres como su madre. Dejo la Obra Completa de Viel sobre el escritorio. También quiere que deje de escribir. De perder el tiempo en un oficio sin salario ni seguro social. Con ese libro cerrado, sé que no habrá más poemas. Dentro tiene una dedicatoria del editor Quintanilla: "Este libro pertenece a Randall Roque, que ama la poesía y quiere vivir en ella". No sé qué quiso decir. Estoy solo en casa. Héctor Viel Temperley ha muerto.

 

 

 

 


LLOVER COMO ANTÍLOPES

La lluvia pasa sobre el techo metálico, antílopes van deprisa y se detienen, luego retoman la huida, igual que el mar, cuando lanza su dolor lleno de espuma contra las costas del náufrago, para seguir así toda la noche, con las fauces abiertas en tormentas, dispuestas de barcos por hundirse. Asoma de los mares esa mujer, parece un espíritu, un demonio, ese ángel errante que contienen las botellas, atormenta a los bebedores heridos y se forma con el último fuego de las brasas. Leemos periódicos, escuchamos a Miles Davis: canciones que nos devuelvan al mundo. Hemos depuesto las afrentas, una vez más, acordamos no jodernos la mañana, y, de ser posible, el resto de la tarde. Dejamos de sentirnos ajenos a la comuna de los desastres. Estamos solos con el pecho expuesto para el amor de un cuchillo, un rayo, una bala perdida en la cabeza. Continuamos así, abrazados, entre los mitos del mar y la tierra, a la espera de que algo pase y no, como es costumbre, nada pasa.

 

 

 

 

 


180 TUERTOS EN CHILE

Al pueblo de Chile.

Las calles de Chile en Santiago no son ni serán las mismas.
180 tuertos desfilan ahora. Y yo, que estuve sentado en las bancas azules de Bío Bío, a kilómetros donde corren las aguas que dicen no volver, pero regresan, y cuando me callaron por ideologías leí poemas frente a una gaviota de madera en Concepción, donde los pololos se abrazaban con canciones de Jara. Ahí donde estuvo la dictadura después de acabar con el ferrocarril chileno y lo convirtió en sede de asesinos y servidores del gobierno de turno. No los veré ni me verán igual. Piñera, viejo culiao, regresaré a Chile y estará llena de tuertos en sus calles. Y yo, que miré reír y bailar a los mineros muertos de Lota en las escuelas alejadas, nunca imaginé el miedo de su silencio, el costo de hablar y ser oído. Uno no sabrá si levantar la cara de la tierra. ¡Cómo sonreír después de todo esto!, mientras vos, pendejo, te tomás fotos en el patio del Palacio de La Moneda. Los verás llorar en la calle con un ojo y en el otro escurrirá la bandera de Chile, su hierro templado y seco en la mejilla. No son 180, Piñera, son sus padres tuertos, sus hermanos, sus amigos y Latinoamérica entera con un ojo vacío lleno de sangre.

¡Vivir en Chile vale un ojo de la cara!
Chile es un cíclope de fuego por tu culpa.

 

 

 


TRIGO Y AGUA

Estamos hechos de trigo y agua,
nos enamoramos de las aves
que devoran el grano y nos secan.

El grano crecerá, decimos.

El agua tiene su fuente.

Los pájaros oscuros,
en cambio,
no.

Lo cierto es que estamos hechos de pájaros
donde el trigo y el agua no abundan.

Emigrados de un cuerpo a otro.
De un amor a otro. De una vida a otra.
Como quien renuncia a la bandada.

Nadie percibe la ausencia
de un pájaro de agua caído al mar.

 

 

 

 


AMA DE LLAVES

Hay mujeres con manos de llaves
que prueban en todas las puertas.

Prueban en una,
prueban en otra,
hasta que alguna abre.

Entonces
toman la punta del hilo rojo
resguardado de manos menos delicadas.

Y desovillan,
y desovillan
y desovillan.

Esa mujer tenía un manojo de llaves;
las mostró orgullosa como un juego.
No quería ninguna puerta,
sólo poseer las llaves de cada una.

Y los ovillos de hilo.

De todas las puntas se hizo un abrigo grueso.
Rojo, como una gota de agua en el infierno.
Todos la mirábamos subirse a los buses,
leer en las plazoletas, en los bares,
y, esa mujer, era fantástica.

Sé, era imposible o improbable
desde un comienzo. Sin embargo.
Esa noche del bar, tomé la punta
del hilo de su abrigo carmesí,
lo encerré en mi puerta sin candados,
y empecé a tejer un ovillo dentro
que se mueve, palpita,
algo extraordinario.

Ya se verá desnuda y frágil,
como una hoja abatida por el viento,
entrará a mi casa, sin llaves.

Y no harán falta.

 

 

 

 



MATAR EL PAVO

Hagamos el fuego: Tiramos bombillos plásticos del guaro,
periódicos, revistas porno ajadas, y el fuego se hizo. Sin pavo. Sin luces. Con disparos como fuegos artificiales.

A todos nos gustaría la carne fresca. El vino. Estar entre familia. Un pavo delicioso. Y una mujer o un hombre y nunca nosotros, que cogíamos para evitar el hielo. Las cobijas rotas y sucias. Incendiaríamos esta ciudad con toda su gente. Y el culo de los pavos con salsa chorrearía sobre la mesa.

Hemos visto demasiado para una misma vida.

Sacerdotes pedófilos con dinero para que drogadictos se las mamen. También policías hincados, borrachos, rodeados de jóvenes ladrones buscando sexo en las tinieblas. Putas cagando en la boca de pervertidos.

Ah, si sabremos nosotros lo que significa la noche.

Iglesias llenas.
Bares vacíos.

Hagamos el fuego, dijiste,
no comprendías que esta ciudad
arde desde hace tiempo.

 

 

 

 



RINOCERONTE BLANCO

¿Es que no te vas a levantar tampoco hoy?
¿Vas a quedarte ahí como un rinoceronte blanco,
echado, a la espera de una bala?

Respiré profundo, muy profundo.
como un buzo dispuesto a perderse
en la oscuridad de las heladas aguas.

Saqué fuerza y me asomé sin camisa
por la estrecha ventana del cuarto.

A lo lejos,
parpadeaba el sucio neón
del Hotel de Paso Paradise.

Desde ahí, se miraban
carros viejos y lujosos;
todos fornicamos
en menor o mayor medida.

Abajo,
entre los departamentos del suburbio,
un policía arremetía contra indigentes
que ensuciaban el parque del Alcalde
con sus cobijas, periódicos en llamas
y sus bombas de guaro contra el frío.

Y pensar que ya son escasos los periódicos,
las revistas Playboy, el contrabando del bueno.

Dentro de poco no tendrán nada para quemar,
excepto esta enorme y bulliciosa ciudad.

Me rasqué el trasero y fui en busca
de otra cerveza en el refrigerador.

Nada ha cambiado allá afuera.
Nada, aunque creo la lluvia es combustible
para los indigentes y las putas con ligueros.
Esta ciudad arderá en poco tiempo
o la prenderé con mis propias manos.

Tiene razón.

Me quedaré aquí.

Por esa bala perdida.

 

 

 


Randall Roque, escritor costarricense. Ha publicado los siguientes libros: "Cuando las luciérnagas hablan" (Cuen¬tos, 1998), "Itinerario de los amantes” (Poesía, 2003), "Amores domésticos" (Fotopoemas, 2009), "Estrellas de madera" (CD: poemas italiano-español, 2007 con música electrónica, flamenco y blues), "Las Lunas del Ramadán y otras alegorías" (Libro heterogéneo: cuento, poesía, fábula, entre otros, 2011), “Los alegres somos más” (selección poética 2003-2012), “Alguien llama a tu puerta” (Cuento, 2014), “Isla Pop” (Poesía ilustrada por el pintor Carlos Ta¬pia. Ediciones REA, 2015), Contracultura (Summa. Perú, 2017), Desplazados y Adictos (Ediciones Juglar, España, 2020), El diablo vuelve a casa (Editorial Nueva York Poetry Press, 2020), Bestiario –Amargo Animal- (Editorial SUMMA, Perú, 2020).
Primer Lugar en el Premio Internazionale di Poesia Castello di Duino, 2007, reconocido por la UNESCO, la Presidencia de la República de Italia y otorgado por el Príncipe Carlo Alessandro Della Torre e Tasso en el Castillo de Duino donde el poeta Rainer María Rilke escribió varias de sus obras. En el 2017, participó en el marco del Festival Internacional Primavera Poética de Poesía de Perú, donde recibió una medalla y publicación de su libro “Contracultura”. En el 2019, participó en el V Encuentro Internacional de Escritores en el Bío Bío, Chile (Entre Culturas).
Su trabajo poético puede hallarse en antologías, entre las que podemos mencionar: “Il gesto della Memoria, 2005” y “Frontiere, 2007”, ambas de Italia; "Festivali Ndërkombëtar i Poezisë “DITËT E NAI-MIT” Edicioni XVII, publicada en Macedonia 2013; “Variaciones de la voz - Una muestra de poesía latinoamericana contemporánea, 2015” publicada en Argentina (Revista Gramma Vol 26, No 54 (2015) - Instituto de Investigacio¬nes Literarias y Lingüísticas de la Escuela de Letras, Facul-tad de Filosofía y Letras, Universidad del Salvador, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina), “Voces del vino” - 1er Lugar International Latino Book Awards – Multi Author (Books & Smith, NY) y el la Antología Costarricense “Otras Voces” del escritor Víctor Hugo Fernández. También se encuentran trabajos en la Revista Electrónica Círculo de Poesía.



Nuestras Redes