Poema del Viernes # 168
TELÉMACO
Como todo buen hijo, rescato a mi papá
del agua, lo arrastro del cabello
por la arena blanca, sus nudillos abren un surco
que las olas se apresuran en borrar. Porque la ciudad
más allá de la costa ya no está
donde la dejamos. Porque la catedral
bombardeada ahora es una catedral
de árboles. Me arrodillo a su lado para ver hasta dónde
me podría hundir. ¿Sabés quién soy,
Ba? Pero la respuesta no llega nunca. La respuesta
es el agujero de bala que tiene en la espalda, lleno
de agua de mar. Está tan quieto que pienso
que podría ser el padre de cualquiera, al que encuentran
como podría aparecer ante los pies de un niño
una botella verde que contiene un año
que nunca acarició. Le toco
las orejas. No pasa nada. Lo doy
vuelta. Para hacerle frente. A la catedral
de sus ojos negros como el mar. Al rostro
que no es el mío, pero que voy a poner
para darles a todos mis amantes el beso de las buenas noches:
la manera en que cierro los labios de papá
con los míos & emprendo
la fiel labor del que se ahoga.
OCEAN VOUNG