"Casa en el aire" de Rómulo Bustos: un nuevo modo de leer su poesía
Casa en el aire de Rómulo Bustos Aguirre: un nuevo modo de leer su poesía[1]
Por Mayteé Cecilia Fuentes Álvarez “Maitalea Fe”
Posterior a su antología poética completa denominada La pupila incesante (2013), en donde se hallan poemas nunca antes publicados, Bustos Aguirre presenta su más reciente obra Casa en el aire, la cual, aunque nuevamente resalta la autonomía de su lenguaje, que desde el libro Sacrificiales insiste en establecer una dialéctica entre lo cotidiano, lo científico y lo estético, esta vez manifiesta un recomienzo tanto en la visión de mundo como en el tono que utiliza. Casa en el aire (2017) postula una poesía más fresca y libre, construida desde distintos tópicos, unos, hallados en la vida diaria, otros, más difícil de entrever, complejos desde su naturaleza netamente filosófica y detallados con una metáfora pulcra y precisa.
Y sobre todo el ojo de una aguja…
La mayoría de poemas se titulan con sustantivos y son descritos con imágenes que hacen referencias a sujetos o sucesos concretos en los que se hallan abstracciones de alta complejidad. Entre los poemas parece haber una continuidad en la temática que aparece subjetivamente al final de uno y al comienzo del otro, puesto que el libro tiene tres partes; la primera es denominada La furia del cordero e inicia con ‘Poiesis’, un texto que marca el camino que seguirá el libro: la concepción de poesía que tiene el hablante: Cada mañana […] reconstruyes con esmero tu pequeño dios […] ínfima o deforme […] una perla bien puede merecer el esfuerzo (p.11). En otras palabras, la poesía se trata de eso, de hacer nacer de la ostra una perla […]. El poema siguiente dice así: ‘Penelopé conversa consigo misma’ Nuestro deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo J.L.Borges... y sobre todo un hilo […] y sobre todo una aguja con que intentar urdir una forma/ en el informe cañamazo del mundo (p.12). El epígrafe de Borges es esencial para la continuación referida y para hablar del retrato de la figura interna que busca Penélope en su soledad, en su introspección: U otra siempre extraña mano me deshaga a mí misma/ frágil figura sobre la arena (p.12). Ahora viene el poema ‘El desalmado’: Tenía un singular mueble/ donde debidamente clasificadas y etiquetadas/ estaban depositadas las numerosas almas de sus víctimas (p.13). Otra vez, el inicio de un poema parece estar vinculado al final del anterior; esa figura sobre la arena es un alma más para guardar en el armario, o como le dice Bustos, ‘almario’.
Por otro lado, en el poema que titula este capítulo, ‘la furia del cordero’ (p.9) se vislumbra una de las marcas distintivas del poeta, la ironía, alrededor de sujetos como animales, plantas, revistiendo o desnudando al cuerpo humano como ya lo había hecho en Muerte y levitación de la ballena (2009). Ahora bien, los seres vivos no tienen supremacía en esta obra, ni mucho menos el ser humano; esta poesía presenta también al arte como protagonista, a Dios como el eterno incomprendido y a la ciencia cual si fuera poesía misma, su raíz está siempre en la mente de alguien con mucha imaginación. La visión de Bustos sigue oscilando entre lo religioso y lo ontológico, pero ha perfeccionado su pincel. Un poema, ‘la cena meritoria’ da cuenta de su visión escatológica de Dios:
El día del juicio/comparecerán todos con sus escudillas/reclamando la porción de la cena que les ha sido prometida/ Incluso los injustos/ Que somos todos/ Incluso los animales/ Ellos que siempre fueron la cena/ Acaso la infinita misericordia/ decida en ese momento darle al cervatillo la parte del león/ Crear una forma meritoria del infierno/ donde por el resto de la eternidad se invierta la etiqueta/ y los comensales pasen a ocupar el centro de la mesa/el privilegiado lugar de los comidos/ He aquí la justa furia del cordero (p.16).
La furia del cordero es el salvajismo humano, el desasosiego del sensato que lo lleva a tomar las armas del espíritu y rebelarse sin manchar sus manos. Es la sutil irreverencia de quien sabe que no tiene un lugar en el cielo pero se dispone a arrebatarlo. La poesía, pues, se convierte en el motivo de la existencia, la técnica de vida, un conjunto de prácticas rituales que en la antigüedad eran quizá un poco más estrictas o fijadas. El humano contemporáneo, un individualista por excelencia, ejercita su existencia y su quehacer artístico de una manera independiente, si lo desea, de cánones o conductas ya reiteradas o compartidas por un mismo colectivo. Respecto al quehacer poético, habla el mismo Rómulo Bustos en la entrevista que le hizo María Gaviria:
“El asunto se complica si consideramos las relaciones entre religión y modernidad, uno de cuyos ejes lo constituye la llamada muerte de dios […] donde lo sagrado aherrojado suelta sus amarras, y, en su doble rostro de fascinación y horror, encuentra un lugar privilegiado en esta última […] Religiosidad problemática y contradictoria que explica las resonancias y transfiguraciones de la poesía moderna y actual. Permítanme decir, finalmente, que algunas de las manifestaciones más sugestivas de la poesía en el mundo moderno se encuentran en ciertos desarrollos de la ciencia postclásica: en la física cuántica o en la cosmología” (Gaviria, 206: 157).
La segunda parte, la cual lleva el mismo título del libro, Casa en el aire, inicia con tres epígrafes. Uno de ellos es Voy a hacer una casa en el aire de Rafael Escalona. Nótese que se suprime el pronominal ‘te’ del verso original, ya que este apartado no se basa en la promesa de un regalo de amor, un regalo inejecutable, sino en esa tangibilidad de la imaginación, sea una canción o un poema del Caribe; De hecho, en esta obra se encuentran referentes del Caribe como el tuerto López, la Universidad de Cartagena, Rojas Herazo y al mismo Escalona, obviamente en el poema ‘Casa en el aire’, y también vocablos como gallinazo o Alta Guajira, pero su autor conserva su propuesta de abordar otros contextos, este también un poemario de visión y referentes universales. Animales, metafísica y especulaciones sobre eventos casuales y singulares son retratos surgidos de la intertextualidad con obras o frases de escritores y científicos que le ofrecen al oyente lírico recursos para una interpretación del poema más acertada. Los poemas no solo parecen seguir tejiendo otra forma con el mismo hilo, sino que develan la ascensión del hablante o yo poético; en otras palabras, ya no está furioso, ha creado un hábitat en medio de la tierra y el cielo, es una oruga en la crisálida que convive con el silencio. Inicia con el poema ‘Símbolo’:
El símbolo tiene un pie en ninguna parte y el otro aquí/ cerca de esta piedra que sirve para atrancar la piedra que sirve para atrancar la puerta […] No sabe que ambos somos equilibristas de una misma cuerda/ suspendida en el aire/ que sin él la puerta de la casa se desatrancaría y todo lo colmaría el abismo/ como una ráfaga de ruido y de furia[1] […] Espero que no se entere tan pronto/ Siempre hay gente indiscreta hablando de cosas por ahí/ Shakespeare por ejemplo (p.24).
En este poema, el protagonista es un objeto más de la casa, una cosa tan ignorada como útil, más que cualquier aparato tecnológico novedoso y apreciado, una piedra que detiene la puerta, un cuerpo o artefacto clave para la tranquilidad del hogar. El viento, oponente de dicha tranquilidad, representa a ese grupo de personas que quieren siempre acabar con la paz. Dice Shakespeare: la vida es una sombra […] una historia contada por un necio (1606). Pero para Bustos Aguirre, es este titán literario quien puede hacerle saber a la humilde, la insignificante piedra todo lo que ella vale: Shakespeare es experto en dar sentido a lo que se ha supuesto inútil, y a su vez ha demostrado que todo es efímero, todo está vacío, y el ser humano neciamente pretende llenarlo.
Ahora bien, la esencia semiótica del anterior poema dialoga con el que prosigue, uno en el que las matemáticas y la lingüística se dan la mano —como en un gran número de ocasiones comprobables— y que es llamado ‘Metafísica de la letra h’:
Me ocurre/ una curiosa dificultad con palabras como orizonte/ hermita/ horopéndola/ con frecuencia, al intentar describirlas/ la mano se confunde, titubea entre usar la h o ignorarla […] Extraño caso la letra h/ Es fácil caer en la tentación de compararla con el cero/ Pero la h carece de la masa gravitatoria del cero/ que es capaz de poner a girar en torno suyo/ todo el sistema métrico decimal/ […] Tiene algo de y puesta bocabajo/ Pero, a diferencia de la unitiva y, y la h no une nada, Ella es más bien nada […] una perversión del lenguaje/ que señala con su dedo mudo la anomalía/ del mundo mudo / acaso/ solo sea callado síntoma/ del deseo del alma por habitar el Silencio (p. 25, 26).
Las dudas y las afirmaciones se reflejan tanto en interrogantes específicamente ontoteológicos como en otros humanísticos, y por tanto, científicos, en donde los seres vistos como divinos son también un producto de la vasta e insospechable imaginación humana. Emiro Santos (2013) realizó al poeta una pregunta clave, que reúne las ciencias y saberes a las que están ligadas las inquietudes bustonianas:
“Hay en sus poemas una progresiva ironización de los centros tradicionales del conocimiento occidental (matemáticas, geometría, filosofía, teología, física, neurología, arte…). Como contraposición, advertimos una valoración del saber cotidiano y popular, de la incertidumbre y el silencio ¿Cómo ve las relaciones entre ciencia y literatura, entre “verdad” y “ficción”?
Particularmente desde la incertidumbre, y es, como indicas, progresivo. Es un movimiento en avance que parece ir poco a poco aclarándose a sí mismo. […] La polémica que se despliega en mi poesía es contra lo dado de una vez y para siempre. En relación estrictamente con la ciencia, es contra el discurso científico ortodoxo, no con las nuevas concepciones de la ciencia. […] Toda la nueva cosmología y la física cuántica, por su apertura (y lo abierto es el reino de la poesía), parece deslizarse hacia el territorio de lo ficcional. […] Para mí, en rigor, se trata de dos modos de ficcionalizar, de construir sentido o mundos posibles. Distintos, por supuesto, en sus protocolos de ficcionalización. Con esto que te diré lo resumo todo: mi último interés está centrado en la neurociencia, en la relación entre el ámbito neuronal y la imaginación. […] La poesía no es para mí sino una de las formas más elaboradas y consecuentes con el sinsentido del mundo de generar una especie de complejo equilibrio síquico una vez producido ese desequilibrio existencial que es el mero acto de comenzar a existir (Santos, 2013: 14).
El tercer y último apartado llamado ‘Músicas’ contiene solo cinco poemas en los que el sonido de la poiesis —acaso sea al inverso, la poiesis del sonido— es el eje, la celebración de vivir. Ya es posible la convivencia risueña con los demonios interiores, la elevación de la oración sin abrir la boca, basta oír a la naturaleza o una canción isleña. En sus poemas se sigue tejiendo el hilo de Penélope, por ejemplo, en el poema ‘Oración’: Cuando hago la limpieza cotidiana […] hay un raro momento de quietud. Nada existe […] Entonces mi silencio es más escucha […] Todo esto sucede, hasta que percibo que sucede […] (p.67). Desde el mero título ‘oración’ hay una comunicación con el poema de al lado, ‘Om’, sea en un ámbito animal-espiritual: escucho el mugido de la vaca […] la iluminada vaca (p.68). No está de más decir que las sílabas labiales, nasales y oclusivas, es decir, las efectuadas con la letra m aparecen en palabras asociadas con la religión en numerosas culturas; Om es un mantra budista, por ejemplo. Babanam es hindú y Mama, amerindio. Tal vez sea porque estos fonemas son uno de los primeros que los bebés realizan; hacen parte del balbuceo (Palacios, 2018). Lo importante aquí, en el poema, es que esta sonoridad conversa con el poema final de esta parte, y se construye en un ámbito que supone a la música como salvadora de la merecida destrucción humana (acaso sea por la filosofía de Nietzsche sobre la misma: ‘sin música, la vida no tendría sentido’), como aparece en el poema ‘Bebo Valdés y Cachao interpretan Dile a Catalina’: Mientras esa pieza del álbum siga […] convirtiendo en música cada ruido de mi cuerpo/ dando de beber en un mismo cuenco/ a los oscuros animales que se disputan/ mi alma/ No merecerá el mundo/ el fin del mundo (p.69).
Escaques de silencios y de ruidos
Como se comentó al principio, la obra en cuestión destaca a las plantas al igual que las anteriores. De hecho, Rómulo Bustos ha diseñado ya un herbario en su poética que suele relacionarse con el hombre, desde su proyección angélica, como la que aparece nuevamente en el texto ‘Indicios’:
[…] acaso sea un claro argumento de que la rosa/ alguna vez fue un animal/ rastro de lo que fuer vertebra/ garra, pico […] pero lo que en ella es latencia/ en el hombre es vertido, frenesí, abismo/ o su delirio inverso: el ángel (p. 35).
Otra de las líneas que conforman la huella de la poética de Bustos Aguirre es el humor. Un poema, ‘Un caso de orientación’ da cuenta de esta agradable característica:
[…] mientras yo mirara hacia adelante mi sombra miraría atrás creando un espejismo de convergencia, y viceversa. Así ambos acabamos descubriendo que el norte podía estar en el sur y el sur en el norte. Fue sin duda, un acuerdo saludable/ No exento de una cierta dosis de tortícolis (p. 51).
O en el poema ‘La promesa’: Mi demonio me mira sonriendo y me palmea la espalda mientras nos acercamos a la ilusoria mesa de fritos a comer un par de ilusorias empanadas (p.65).
A Bustos Aguirre nunca le ha faltado el recurso de la paradoja, esencia del poema ‘La lengua’:
[…] y en medio de ello la despedazada lengua gritando/ con toda su mudez, “esta lengua dará mucho de qué hablar” o “Dicen que la literatura se alimenta de literatura/ lo cual parece un hiperrefinamiento del caso/ raro modo de canibalismo/ impecable, sin una gota de sangre” (p.18, 19). Entre El oscuro sello de Dios (1985) y La pupila incesante (2013) hay una evidencia de estas y otras inquietudes, como lo mítico y lo foráneo, mediante elementos como las plantas y seres no descubiertos o de existencia no comprobada. Apunta uno de los prologuistas de su obra:
“Desde su primer libro y aquí de nuevas maneras, el eterno, inacabado y misterioso tema central de la poesía de Rómulo Bustos es la trascendencia, el otro lado, su inasibilidad, sus reflejos en nuestra precaria realidad material, los significados que adquiere esa realidad en apariencia univoca cuando se contrasta con las conjeturas que religiones, visionarios, hombres ordinarios y el propio poeta hacen de los trasmundos. Expresado en los términos que ahora invento, podría aventurarse que la persistencia presencia de seres alados, pájaros y ángeles y la importancia que, como una constante, esta poesía atribuye al vuelo, alude a la conexión entre el mundo material y los otros mundos” (Jaramillo, 2013: 48).
Casa en el aire (2017) es un libro escrito en la madurez de su autor, un poemario que comprende un lenguaje que se desprende del hilo que empezó a tejerse probablemente desde antes del primero, “Oscuro sello de Dios” (1985), pues el núcleo poético no está instituido desde la catarsis o la liberación imposible del ser humano, sino que está sellado con una mirada nostálgica, a veces ligeramente feliz y otras soberbiamente sarcástica, independientemente si el dolor del mundo tiene o no alguna cura. Ante todo, en esta poesía el patio ha trascendido de la tierra hacia el cielo convirtiéndose en un espacio amplio, una casa en donde convergen las más insospechables teorías de la vida cotidiana y suenan músicas originadas en el mismo cielo.
BIBLIOGRAFÍA
- Bustos, Rómulo (2013), La pupila incesante. Obra poética (1988 – 2013). Primera edición, segundo semestre 2013 Cartagena de Indias: Editorial Universitaria, Colombia. p. 426.
- Bustos, Rómulo (1985), Oscuro sello de Dios. Fundación Cultural Héctor Rojas Herazo. Cartagena de Indias.
- Bustos, Rómulo (2009), Muerte y levitación de la ballena. Premio Blas de Otero. Universidad Complutense de Madrid.
- Jaramillo, Darío (2013), “Prólogo” en La Pupila Incesante de Rómulo Bustos Aguirre. Fondo de Cultura Económica de Colombia.
- Gaviria, María (2016), “Rómulo Bustos en sus propias palabras” en Revista Estudios de literatura Colombiana. N° 39, 155- 160. Universidad de Antioquia.
- Santos, Emilio (2013), “La poesía como asedio del silencio y los rostros del Caribe”. Entrevista al poeta Rómulo Bustos Aguirre en Revista Aguaita N°25, P. 11 - 16
WEBGRAFÍA
Palacios, Laurencio. (2018) Las voces de la naturaleza. Recuperado de laurenciopalacios.blogspot.com
[1] Acto 5, Escena 5 de Macbeth
[1] Mayteé Cecilia Fuentes Alvarez. Máster en estudios avanzados en literatura española e hispanoamericana de la Universidad de Barcelona. Investigadora independiente. mayteefuentes_21@hotmail.com