Revista Latinoemerica de Poesía

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Teresa Calderón (Chile, 1955)



Selección y nota de Enrique Winter

 

Aunque la corte en verso, la escritura de Teresa Calderón (Chile, 1955) siempre narra. En cada uno de sus poemas nos encontramos con un relato que podríamos escuchar alrededor del fuego, para calentarnos durante la noche en la que las personas pierden la definición que nos da confianza. En su caso la noche es también la de la represión política, por un lado, y el abuso doméstico, por otro, expuestos con un humor negro que inquieta junto con dar poder. Lo que sus versos nombran es un consuelo: acaso de eso se trate finalmente el acto mismo de escribir y publicar para seguir dialogando entre sus localismos que visitan refranes y paradojas, juegos de palabras e himnos para darle la espalda a la tragedia, no sin antes sacarle la lengua bailando y colgándose a dos manos del tubo de la literatura.

 

 

 

De Causas perdidas


NUNCA SUPE

1

A espaldas de cualquier pregunta,
con las hojas más pequeñas de la luz
se ejecuta la sombra en los objetos.

Ya no hay nada que hacer.

Me inquieta esa puerta ya la traspaso.
Nunca supe
cuando quise salir
que estaba entrando inevitablemente.


2

Hay tantos caminos que conducen.

Cuesta distinguir
el exacto aleteo de la luz.
¿Es la sombra la elegida
o es la claridad
el destino ineludible de la sombra?

Nada es absoluto.
No hay que estar, sin embargo,
muy seguros de las cosas.
Pareciera suficiente saber nombrarlas
o balbucear de algún modo su presencia.

 

De Género femenino


MUJERES DEL MUNDO: UNÍOS

Arriba mujeres del mundo
la buena niña y la niña buena para el leseo,
las hermanitas de los pobres y amiguitas de los ricos
la galla chora y la mosca muerta
la galla hueca y la medio pollo
la cabra lesa y la cabra chica metida a grande
canchera la cabra y la que volvió al redil

la que se echa una canita al aire
la que cayó en cana o al litro y la caída del catre
las penélopes mata haris y juanas de arco,
la que tiene las hechas y las sospechas
la que se mete a monja o en camisa de once varas

la mina loca la mina rica pedazo de mina
la que no tenga ni perro que le ladre
y la que “tenga un bacán que la acamele”

Arriba mujeres del mundo
la comadre que saca los choros del canasto los pies del plato
y las castañas con la mano del gato
las damas de blanco azul y rojo
las de morado las damas juanas y damiselas
todas las damas y las nunca tanto

la liviana de cascos y la pesada de sangre
la tonta que se pasó de viva y la tonta morales
la que se hace la tonta si le conviene
la que no sabe nada de nada
y ésa que se las sabe por libro.

La madre del año arriba,
madre hay una sola
y las que se salieron de madre.

Arriba mujeres del mundo:
la cabra que canta pidiendo limosna
la que como le cantan baila
y la que no cantó ni en la parrilla.

Arriba todas las que tengan vela en este entierro
la que pasa la lista y la que se pasa de lista
la aparecida y la desaparecida
la que se ríe en la fila y la que ríe último ríe mejor:

la natasha la eliana la pía
la paz la anamaría la lila
la angelina y la cristina
la que anda revolviendo el gallinero
la que pasa pellejerías y la que no arriesga el pellejo
la dejada por el tren o por la mano de Dios.

Que se alcen las mujeres con valor
las pierdeteúna y la que se las ha perdido todas
la percanta que se pasa para la punta
la que nadie lleva ni de apunte
y esa que apuntan con los fusiles.

 

De Imágenes rotas


I Las raíces que arraigan

¡Ah, pobre Yorik!
Yo lo conocí, Horacio…
Hamlet

&

La vida: el gran laboratorio de la muerte plagado de tristes ratas.

&

Habría que retroceder la historia hasta descubrir la evolución con las manos en la masa.

&

Abrían sus fauces los camiones de la tarde.
Todo se lo tragaban.
La lozanía de la fruta
participando del misterio y de la muerte.

Convincente la escoba barriendo la piel
los huesos tatuados por el pavimento
y tendones estallando y cartílagos sangrientos
y briznas de pasto y ramas secas
recolectadas en la caída.

El más grande de los desperdicios
mi pobre basura biodegradable
entrando en la ambulancia.

 

De Aplausos para la memoria


LA MUERTE BAJA DE REPENTE

De por vida
en la vida
probándose los cuerpos
como un guante
perfecto en cada uno de sus dedos.

Es masa de aire en busca de aire.

Este cuerpo no me calza, dice
hasta la próxima visita
y a otro cuerpo
porque no es la hora de las horas
de nuestra hora,
todavía.

Entonces ya no sabemos si tú eres yo
o yo soy tú con otro nombre
porque la muerte soy yo
probándome tu cuerpo
que aún respira por la herida.

 

De El poeta y otras maravillas


Y VAMOS PASANDO LISTA

                       El joven Rubio

Alsino

                       Lira

                               pagó con sangre
                                        treinta años en el mundo
                                        ¡tan joven érais!

                       Lihn

                               el tabaco puede producir cáncer
                               Ministerio de Salud - Chile

                       y el chico Cárdenas
                                corazón de escarcha.

¡Los que vamos a morir te saludan!

 

De Elefante


Un elefante
se retira a la selva
resuelto a encontrarse consigo mismo
a solas
sin un dios me lo dio, dios me lo quitó
y sin el acompañamiento
del duque de Borja (Borgia)
cuando Felipe II le puso el encargo
de presidir el funeral de una reina
(una de las 4 mujeres que el rey más amó).

Entonces él, un duque enamorado de su reina,
vio en el camino
cómo se descomponía la belleza en el ataúd.

Por eso dijo:
“nunca más servir a señores que son de este mundo”.

Tomó el hábito, dejó atrás al galán,
y se convirtió en san Francisco de Borja.

 

*** 

Teresa Calderón


(La Serena, 1955). Profesora de Castellano con estudios en Estética, dirige talleres de creación literaria. Entre sus libros destacan los poemarios Causas perdidas (1984), Género femenino (1989), Imágenes rotas (1995), Aplausos para la memoria (1999) y El poeta y otras maravillas (2000), reunidos en Obra poética (2003), además de Elefante (2008); las novelas Amiga mía y Mi amor por ti, los relatos Vida de perras y numerosas novelas infantiles. Ha obtenido, entre otros premios, los de poesía de El Mercurio (1988), Ministerio de Educación (1989), Pablo Neruda (1992), Ricardo Palma (Lima, 2000) y Altazor (2009), y el de novela del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (2004), aparte del Elena Caffarena (2007). Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, sueco, italiano, alemán y portugués, y compilada en más de treinta antologías, siendo coautora de Veinticinco años de poesía chilena: 1970-1995.



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