58. Clarissa Macedo
Selección y nota: Irina Henríquez
Traducción del portugués: Verónica Aranda
Me complace cuando encuentro en una voz contemporánea a la mía, la búsqueda de la escritura como desafío del pensamiento y del corazón. Como mandato. Salgado Maranhão expresó: “Desde la primera vez que conocí sus versos, no tuve dudas de estar delante de un talento genuino: la poesía no es para quien la busca, sino para quien ella escoge, y Clarissa Macedo es una noble escogida de esa Diosa caprichosa.”
Una noble escogida que urde su labor como quien, con estoica contemplación, lame su propia herida. Por ello celebro esta posibilidad de difundir por primera vez en esta extensión en español, poemas del libro premiado por la Academia de las Letras Bahianas de Brasil, Na pata do cavalo há sete abismos. Como jurado de este premio, el poeta Ruy Espinheira Filho dejó por sentado que: “No hay duda: quien escribe cosas con tamaña sensibilidad, puede así mismo ser llamado poeta. En el panorama de la actual poesía brasilera, es una bella noticia. Lo que ella hace es pensado y sentido, sin cualquier dilución o superficialidad. En fin, poeta a la que debemos estar muy atentos y que seguramente nos dará obras aún más enriquecedoras de la poesía nacional.”
Esta es una invitación a hermanarnos con una voz joven y cercana, sin barreras del idioma.
En la poesía de Clarissa Macedo uno escucha galopar los caballos abismales de la vida en el pecho propio. Agucemos el oído y el corazón.
Trilogía
Ayer se abrió un hueco
rasgando mis reinos.
Hoy se yergue una columna
en la trampa de mi pecho.
Mañana una herida que nunca tuve
crecerá hasta romperme por la mitad.
Siete abismos
El alma relincha
en la caballeriza.
Macho de caballo
que galopa trovas
del pensamiento,
engulle las aguas
de pasto y de heno.
Hay terror en los vientos
del caballo magullado,
que perdido rompe,
alado, las trincheras
y cae cual ángel
de tormento.
Hay yeguas rondando
platos de olvido.
Hay ruedas y correas
en el carruaje violento.
En aquella crin
de herraduras negras
un caballo
de patas ralas:
Los siete abismos de la vida.
Ejercicio
Cerrar los ojos
para que la última
lágrima crezca.
Cerrar los ojos
para que el mundo
sea memoria.
Abrir los ojos
para que, al fin,
todo se pierda.
Arrebato
Siento una llamada
que se desdobla y amanece
un matiz que hiere
algunos desvíos del miedo:
una llaga,
la cinta rosa de aquel cabello.
Hay en mí un ángel
y hay también un pájaro,
uno quiere llevarme al cielo
el otro perderme en el espacio.
Algunos dicen que soy de aquí,
de aquella casa en la esquina;
yo digo que morí... cuando
descubría cada deseo secreto.
El mundo es una hora
mal dibujada y en todo
se esconde el infinito.
De noche, evoco la muerte
de día quiero el consuelo
del arrepentimiento.
Por ahora, sólo me queda ser arrebatado
en la utopía de mi propio tiempo.
Teorema
La vida es una mujer estéril
nombrando a los hijos
que nunca podrá tener.
Certeza
En aquellos días
cada mañana
prometía:
fragmento nuevo
de vida,
nuevos vientos.
Mientras que
a cada tarde
que nacía
colina abajo
iban las esperanzas
de siempre.
La noche,
veloz y violenta,
alcanzaba todo
a golpes.
Y así íbamos:
naciendo,
con mañanas
y lágrimas,
muriendo
cada noche
por dentro.
Presagio
Los leones tienen sed.
En el seto donde se tumban
sus melenas germinan la tierra.
En las venas del mundo
rugen apuntando a las estrellas
cantan melodías que no pasan.
Los leones devoran la carne de la presa
duermen sobre la sangre derramada.
Los días nacen al sol
y mueren en la noche.
Los leones anuncian sed
y en el seto donde se sacian
se tumbaron hombres y dioses
que ya no existen.
Secreto
Apenas siente el ruido de las sombras
o el lenguaje de los pájaros.
La lengua es materia postergada
así como la muerte
es la caída de los que divagan
El viejo flaco adoptado
penetra en la misma tierra
en que los héroes lloraron.
La vida sigue: sutil perennidad
el mismo timbre, el mismo lamento.
Y el firmamento que nos cubre
no oye la lengua de las sombras
o el ruido de la muerte.
De las simbologías
Cuervo de muchas eras –
bebe el dorso del fragelo.
Símbolo de la soledad –
hace rodar piedras que nunca lleva
y habita una distante cumbre
de montaña.
Macerado en penas
flácido en sus quimeras,
el cuervo no vuela, ni come.
El cuervo, a veces, es sólo un hombre.
Escrituras
Escribo
como aquel que morirá mañana
y que sabiéndose ejecutado
decreta las leyes del silencio
escribo
como quien canta
las músicas más tristes, y aún siendo tristes,
las más bonitas
escribo
como quien crea el universo
como quien planea las lluvias
del próximo invierno
escribo
como aquel que desnuda
los enigmas del remolino
escribo
como aquel que clama la última plegaria
al saber que encontró
la palabra exacta para su cataclismo.
***
Encantada es la tierra que no se conoce,
máxima de las millas del pensamiento.
Encantado es el hombre que no nació
para el barro de papeles en blanco
que desafían las fronteras
entre la necesidad y la pluma.
Encantado es el caballo, que no lee la prensa
que no tiene cuenta en el banco, que no
conduce, pero galopa leguas de tierra,
conoce mejor el amor e ignora la guerra.
Concierto para caballos
Desnudos de crines que no se reconocen
Marcados con hierro
Huidos por la paja que niega lo que desean
Muertos por las pirámides que migraron
Sordos por la sinfonía que no se nombra
Locos de manadas de dragones que escupen estrellas
Vivos por las corrientes que chillan astros
... así son los caballos del concierto de mi corazón
niños que preparan el primer verso,
fieras que no se doblegan.
***
CLARISSA MACEDO
Es natural de Salvador Bahía, (Brasil, 1988). Cursa el doctorado en Literatura y Cultura en la Universidad Federal de Bahía. Es autora de los libros de poesía “O trem vermelho que partiu das cinzas” (“El tren rojo que partió de las cenizas”/ Pedra Palabra, 2014) y “Na pata do cavalo há sete abismos” (“En la pata del caballo hay siete abismos”/ 7Letras, 2014). Con este último mereció el Premio Nacional de las Letras Bahianas, 2013, uno de los más importantes de Brasil.
En Colombia ha participado como invitada a recitales poéticos en Bogotá, Cereté y Cartagena.
VERÓNICA ARANDA (traductora)
Madrid, 1982. Poeta y traductora. Licenciada en Filología de la Universidad Complutense de Madrid. Ha vivido en Italia, Bélgica, Portugal, India y Marruecos. Premia en múltiples certámenes de poesía en español. Autora entre otros de los libros de poesía “Poeta en India”, (Melibea, 2005); “Tatuaje” (Hiperión, 2005); “Postal de Olvido” (El Gaviero, 2010); “Lluvias continuas, ciento un haikus” (Polibea, 2014).