Revista Latinoemerica de Poesía

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“Desde la luz preguntan por nosotros”



 

En el antiguo Matadero Distrital y hoy sede de la Biblioteca de la Universidad Distrital Aduanilla de Paiba se desarrolló el Taller Distrital de Poesía Ciudad de Bogotá “Desde la luz preguntan por nosotros”, programa auspiciado por IDARTES y la Gerencia de literatura. En un homenaje al poeta de Tolú, Héctor Rojas Herazo (1921-2002), cada sábado desde las 9:00 a.m. más treinta personas nos reunimos a leer, pensar y repensar la poesía y sus ascendencias. No es una tarea fácil, pero tampoco imposible. La poesía propone diálogos entre el lenguaje y el mundo, y estos diálogos son distintos en cada escritor, cada uno se detiene y se estaciona de manera diferente en el poema y su escritura.

Un buen poeta, a nuestra consideración, siempre está examinando, leyendo y rumiando la palabra y sus posibles correspondencias; observar y escuchar la música que nos rodea y, en cierta medida, asimilarla, transformarla o traducirla a su escritura personal, erigiendo un tono, una estética o visión particular del lenguaje y, en sí, de la poesía. Hilvanar imágenes, construir o destruir metáforas, crear universos posibles, en medio de una reflexión consciente o inconsciente del oficio.

Seleccionamos acá, algunos de los poemas de los participantes del taller, señalando una intuición y capacidad inusitadas para la escritura. Cada escritor supo encontrar diversas escrituras poéticas, muchas inexploradas, con grandes y sorprendentes aciertos que logran conmover verdaderamente.

Algunos con más trayectoria que otros, sea esta publicación un buen augurio de lo que será sus caminos particulares, y el curso de la poesía sobre el devenir del hombre en su historia, el cual nunca se detiene.


Henry Alexander Gómez
Director Taller Distrital de Poesía Ciudad de Bogotá 2018
Fotografía: Andrea Ortiz Díaz (antiguo Matadero Distrital)

 

 

 

 

 


JEIMY XIOMARA OCHOA

 

MAMÁ II

Al cáncer hay que cantarle una canción de cuna cada noche. Prestarle los zapatos para que recorra toda la casa, acomodarle un plato en la mesa para que consuma alegremente las angustias de cada comensal. Es posible que te respire en la sien mientras cuestionas al espejo. Va exigir su lugar en tus sábanas, en tus medias. Logrará acostarse contigo, siendo quien te cubre, quien te peina, quien lame el borde de tus huesos, y ya sin remedio tu amante.

 

 

 

 

ALEJANDRO SÁNCHEZ GARCÍA


ÁRBOLES

De la noche
mis pasos hacían un eco

y sacaba la cabeza de la rutina
escuchando a destiempo el crujir de mi reloj

entonces pude ver el arco
que formaban estos árboles por el camino

                 hijos eternos de una fábula
                        recuerdo primigenio
                              en donde algún bosque
ceñía
a olor de tierra
el lenguaje de los hombres.

 

 

 

 

SARA FERNÁNDEZ

 

ELIANE RADIGUE

escuché los aviones
en el aeropuerto de Niza
los objetos vibraban
cedían al movimiento del aire
escuché las modulaciones de las cosas
y una profecía:
no hay silencio
un hombre deshacía una jaula

me senté frente a la pared
mis manos
seguían un movimiento más antiguo
sobre el inmenso rompecabezas del sintetizador
pegué el oído a una caracola
una ballena cantaba
(aquí la pista del misterio)

los aviones sonaban como el mar.

 

 

 

 

LEONARDO CANO


DECIR POR NO LLORAR

Bailar tal vez
Para olvidar
Si queda tiempo
Beber
Espiar a los hombres
En el orinal
Y confirmar
Que los penes
Son trozos
De carne pretenciosa
Valorados
En exceso
Por la boca.

 

 

 


REBECA URAZÁN

 

SUEÑO EN EL RÍO

Hijo
a veces sueño que soy un pez,
contra el lecho del río bordeo las piedras.
Escamas plateadas reflejan la luz que atraviesa el agua
como un cuchillo en la gelatina.
Me muevo entre las piedras de todos los ríos,
te busco y encuentro.
Te engullo para llevarte dentro de mí, para no perderte nunca más. Y miro mi vientre para hablarte.
Que difícil es no tener un espacio a donde dirigir mi mirada para conversar contigo.
Porque cuando rezo al Dios de mi esperanza, alzo mi cabeza a los cielos buscándolo y creyendo que allí está su morada azul.
Pero de ti, de ti, cuando quiero hablarte no sé dónde está tu hogar.
Cuando te busco mis ojos miran el agua que corre.
Repaso en mi corazón el lecho de los ríos,
cruzo miradas con los peces del mercado.
Pienso en los océanos que te contienen.

Y es mi oración, todas las mañanas,
que en la noche pueda ser un pez.

 

 

 

 

LUCAS HERRERA

 

PESCADOR

(Madrugada)

Ara el mar con atarraya,
al oído silba la brisa
                       un resumen del silencio;

Olas acunan la canoa
                       donde duerme el hambre de los niños.

Las llagas del sol supuran fuego,
incendia el tiempo.

Aunque, de repente, suceda el milagro:
                       Pescar un náufrago.

 

 

 

 

ESTEFANÍA ANGUEYRA


GÉNESIS

Como el hombre más vivo del mundo
notó que Dios no existía, lo inventó.
Esto fue el primer día

El segundo día, separó al mundo en razas
El tercero, en sexos
El cuarto, en partidos políticos
El quinto, creó la división de trabajo
El sexto, la vigilancia

El hombre más vivo del mundo vio que esto era bueno
así que el séptimo día hizo que todos trabajaran para él

y descansó.

 

 

 


KAREN ARIZALA

 

..

Hablé con ella en la tarde
(con tilde en la e);
debía hacerlo
(con tilde en la i);
no me odies
(sin tilde).

Te amo,
nuevamente sin tilde

Dos puntos no son puntos suspensivos.

 

 

 

 

CLAUDIA MARGARITA YEPES


ABUELA

Sólo un fogón y una vela acompañan tus noches
El búho te canta el próximo muerto del pueblo
Otra luciérnaga se suicida buscando la luz

 

 

 

 

YARITZA RAMÍREZ


GERANIO

El lenguaje como una lombriz expandiéndose y contrayendo su cuerpo,
abona bajo tierra
la palabra.
Se acurruca como un niño
y le brotan hojas.
El poema florece en el jardín,
junto a una mariposa de col.

 

 

 

 

FABIÁN RODRÍGUEZ

 

ANÓNIMA

a Alexandra

Tú estás a ambas orillas del misterio
y también en el puerto que no nos espera.
Pero es allí
desde donde te escribo
                          donde tallo tu nombre
con todo
y sus abismos.

 

 

 

 

ALEJANDRO MORALES


SEGOVIA, 1988

Ante la tiesa luz del ojo las heridas se inclinan.
Aquí, hay cuerpos que cepillan el aire, barrenan la oscuridad,
hacen de todo árbol una matriz, un túnel por donde regresar a la madre.
Aquí, tenemos la noche untada en los labios
y un puñado de videntes jubilados,
que presagian el movimiento de sus sombras
bajo el cuello roto de la catedral.
Arriba gime la luna, y retuerce el rojo pañuelo del alba
preñada de almas que luego serán lluvia.
Abajo, la hierba se ha roto los dientes
para no tener que masticar más las duras raíces de la sangre
¿Esto es un país, o la víctima de un voraz incendio?
Nada brota más allá de sus hojas,
heridas por la luz seca que emite el grito del acero;
la violencia despierta en nuestra cabeza como un dios que al fin encontró asidero
y un costillar es la lira donde los callados ritmos del universo se funden,
donde los ojos de una población se sumergen
para enterrar en su pecho el atardecer
para envolver de nuevo en los ropajes
que un día de noviembre revolvió el viento
la piel de Segovia, que un pájaro sostiene como trofeo en su pico.

 

 

 


LINA TELLEZ

 


AMOR DE MATORRAL

A Sandra Izasa

I
Extinto o en otro frente.
Aquí el amor no tuvo tiempo
para despedirse.

II
Después del aguacero,
su beso era un placer mayor
al de no haber muerto.

III
El recuerdo de Raúl, se derretía en mi bolsillo
como las chocolatinas que solía darme
cuando callaban los fusiles.

 

 

 

 

MIRYAM CONSUELO SANTIAGO


A MI PADRE

El canto de la lluvia
Atrapa secretos malogrados
Y el silencio
Entrelaza ave marías,
Ruegos que en ascenso tejen
Plegarias y suspiros que se visten de pájaro.
Mi padre es el alba en eterno sueño,
Pétalo de rocío en acordes de guitarra,
Arco iris hecho en blanco y negro.
Y es juego y es nostalgia,
Es ausencia,
los rumores, los misterios,
Tulipanes que la tristeza devora.

 

 

 


JOSÉ DIONSIO CALDERÓN


#laSegundavenida

Obligado por su padre
volvió Jesús a la Tierra.
Intentó la ruta
hacia la vieja Decápolis
para deshojar sus parábolas,
pero el descenso
se vio interrumpido
por un Boing 7-3-7
que lo condujo a la Nueva Ciudad.

Ya sabía su suerte y ante
la ausencia de un pollino o de ramas de olivo,
se conformó con ir en Metro
y cedió su silla a una mujer embarazada
justo antes de llegar al Central Park.

La infinidad de edificios se veían diferentes
ya no desde las alturas de los cielos.
Y comprendió la devastación del Edén
como el libro prestado
que luego se regresa roto
y con páginas rayadas.

Abrió un perfil en Facebook
y otro en Instagram,
para decirle al mundo
que ya se hacía presente.

Curó a los drogadictos de la Gran Manzana
e hizo lo propio con los enfermos de obesidad.
A los suicidas del puente de Brooklyn
les llenó su vacío con poemas de fe.

Se sentó a la mesa de una familia estrato medio,
intentó dar gracias levantando la Big Mac y una Cocacola,
pero fue silenciado por los disparos y las sirenas
que emitía la tele frente a los hipnóticos comensales.

Convirtió los peces enlatados
de un desolado Wolmart
en billetes de 20 dólares,
para comprarse un tiquete
de la Penn Station
y tomar un tren a cualquier destino.

Viajó hasta la costa,
y continuó su camino en bicicleta
bajo las nubes de hollín,
decidió caminar sobre las aguas
que dejaron de serlo
cuando encontró las Islas de Plástico.

Vio, a lo lejos, los buques con sus hombres
ocupados en sus pruebas nucleares.
Y un inmenso hongo amarillo y naranja
se reflejó sobre sus pupilas.
No fue necesario su poder
para anunciarle al mundo
el apocalipsis que los humanos
ya habían consumado.

 

 

 


JESÚS DELGADO

 

¿CUÁNDO ENTENDERÁN?

¿Cómo explicarle a mi tío que el colibrí
no es un pájaro sino una flor
que emprendió el vuelo?
¿Y que tampoco el curillo es un ave
sino un barquito distraído
que confunde el cielo con el mar?
¿Para qué le aclaro a mi mamá que un dulce
es un trozo comestible de alegría?
¿Entenderá que pinté un melón de blanco
para ver si un dragón baja a empollarlo?
¿Sabe mi papá que con su linterna
ofende la oscuridad?
Mi hermana ignora que el granizo cae
cuando alguien tritura
una estrella.
Nunca entenderán.
Jamás sabrán que la luna es un ovni.

 

 

 

 

ANGÉLICA BAQUERO

 

BOMBARDEO

El estruendo en el aire,
surge del monstruo gigante que avispa los agujeros.
Sus pies aún dicen
lo que nunca pronunció su boca.
Sólo aguarda que caiga el golpe,
en el destino del condenado.

 

 

 

 

ESTEBAN HINCAPIÉ

 

SEGUIR SINTIENDO las mantarrayas
en la planta del pie.

Dejar la casa de palo
                              pintada de un rosa punzante
donde crecimos.

Dejar de lado los recuerdos,
las fotografías, los sueños,
                                         la vida.

Caminar descalzos sobre las piedras del río,
                                                                    despacio,
dejando atrás la casa
                                    que alguna vez
                                                                  fue nuestra.

 

 

 


NAHIR LUCÍA ZAPATA

 

REINCIDENCIA

I

En la pieza de atrás hay una sombra,
una sombra que destroza la luz
Con sus manos de agujas y a ciegas
rasga los colores que se cuelan por las rendijas
cada amanecer

 

II

El listado de oficios inútiles me persigue
con trajes de protocolo y formato
engullen mi jornada

Los ascensores
con mirada insaciable,
suben y bajan rituales
que fabrican el estancamiento

En la petición contestada en término,
en negrilla y subrayado indeleble,
la constancia…
“Aquí no pasa nada”.

 

 

 

 

JUAN CAMILO SUÁREZ

 

EL GIBADO

La espina dorsal de ese hombre
Es un arco tensado por la culpa.
El murmullo de las piedras
Cada gota de silencio
Cada gramo de amargura
Todo lo que sube a su lomo
No vuelve a bajar nunca.

 

 

 

 

KAREN VALLEJO

 

DISECCIÓN

Cuando el forense abrió el corazón de la víctima
se dio cuenta que todos sus amores aún vivían.
Trozo a trozo fue desprendiendo los recuerdos de sus ventrículos y la habitación se impregnó del aroma de la soledad.
Al suturar, el forense se vio reflejado a sí mismo entre todos los hilos que colgaban de aquél cuerpo y deseó ser una cura para sus propias heridas.
Negro es el destino de aquellos que la muerte sirve como plato frío cada domingo en su bandeja plateada.

 

 

 

 

JOHN JAIRO ZULUAGA

 

LA TIERRA

Le daba lustre
y movía la cabeza con soberbia.
Le sirvió de grabado
en el escudo de armas.
Le dio nombre a su apellido
y los campesinos
sintieron el peso real.
En un abrir y cerrar de ojos
la tierra se redujo
para que su cuerpo cupiera
al lado de una cruz.

 

 

 

 

ESPERANZA DÍAZ FANDIÑO

 

RESTAURADOR

Vibran sus fibras al desnudo
en cada tramo tocado de su cuerpo.
Muestra los caminos de su historia.
Deja hurgar en su memoria
en cada beta, en cada nudo.
Cofre que guarda
lo que han visto sus ojos vegetales.

El olor salvaje
es liberado
al ritmo del áspero contacto,
regalo sutil a su verdugo.
La mano se desliza suave.
Acaricia tierna
el recuerdo del columpio
colgado de los cedros.

 

 

 

 

HÉCTOR CAÑÓN


DESAPARECIDO

La ausencia es otro cuerpo que nos mortifica:
le arranca los párpados a la medianoche
y nos deja hablando a solas
si le suplicamos que nos revele
                                              al oído su destino.

¿Dónde fue sepultada la mano que despierta a la penumbra
                                                              con una bofetada seca
un instante antes de que el buitre
aceche y picotee la cabeza desolada del amanecer?

 

 

 

 

LORENA PEÑALOZA


SIRIA

Sólo ellos escuchan el miedo.
Escondidos lamentan
                el fuego que surca el desierto.

¿Quién se acuerda de ellos?
¿Cuántos cierran sus oídos
                al oscuro llanto del recién nacido?

Llaman a la sensatez
           vacías sonrisas
de niños despojados.

Sin sombra.

 

 

 

 

JORGE CASTAÑO

MITÚ

Noviembre 01 1998

Son las cabezas de lobo
Tropezando el alba
De un cerro cercano

Orquestando un cantar
De tatucos de acero
Dejando fantasmas en la pista

Sellando con sangre
Los cerebros del infierno
Y pegando pedazos de vida

Tienen su juicio lleno de aserrín
Y una araña bebiendo el recuerdo
De la madera

 

 

 

 

BRAYAN MORA

 

EL MITO SOBRE LA PALABRA

Cuando el trueno se abrió detrás del sol de verano,
un águila descendió con estrellas en sus pies
y las sembró en las lenguas de los hombres.
La palabra se unió con el aire,
viajó en sus pliegues y
y habitó las ondas del agua
y las plumas de las aves
para recorrer cada milímetro del mundo.
Los niños trenzaron sus pasos
en el llamado de sus padres
y les ofrecieron la obediencia
con la que el mar se deja guiar por la luna.
La cacatúa se volvió una extensión de nuestra boca.
Las ballenas inflaron nuestros labios
con la leche de las profundidades.
Los animales nos hicimos hermanos.
Nos miramos a los ojos y entendimos
que las fronteras son sólo cuerpos
con un mismo dolor.
Y así de generación en generación
las historias reveladas
desde la raíz del fuego,
la música de la luna en
las gargantas de los lobos
pulieron los rostros con sonrisas
para ver nacer nuestro reflejo en el otro.

 

 

 

 

WILLIAM VELÁSQUEZ

 

LABRANZA

Los huesos se arrojan
como semillas de viento
para que del pecho no broten
árboles de hielo
Que no anide la lluvia
                           entre sus ramas
Que no germine el silencio
                           con sus gritos.

 

 

 


INGRID CAROLINA SÁNCHEZ

 

LA PUERTA

Todos los días ese sonido me estremece
abre y cierra
custodia secretos, intimidades, y no sé qué otras cosas
Para mí no tiene sentido
pero ese ruido me agobia día y noche
Quisiera eliminarlo
Ojalá el cielo no tenga puertas
y si es así
prefiero irme al infierno.

 

 

 

 

ALEXANDER MARTIN

DISÍMILES

A Eliz

Quizá somos fantasmas arrastrando grilletes
a las afueras de un ciudad —distintas—
Quizá nos varamos en opuestos de umbral
y yaces a contraluz de luna llena
mientras te espero en sombras;
con un sol gris dibujado entre mis manos.

 

 

 

 

 

DANIEL HERNÁNDEZ

 

SIGILO COMO DEFENSA

Ardua tarea esa
de andar pajareando
atrapado en un desierto
en medio de la luna
con los ojos empolvados
y los labios rotos
echando migajas de huesos
buscando atraer palomas
donde nunca llegan
Las imagino paseando
moribundas
por una plaza abandonada
con la desconfianza
en el silencio de sus pasos
se arriman
quiero atrapar aunque sea una
y amarrar este mensaje a su pata
espantarla de un grito
pero anticipada escapa
volando aterrada al verme
que no sé si era
una paloma
o una palabra
que no pudo ser
poema

 

 

 

 

LIZETH CASTAÑO GALEANO

 

FORÁNEO

Sombrío bosque de robles,
Blandas hojas amputadas,
Vertientes de suelo húmedo,
Pequeñez,
Foráneo de inocentes valles,
Prematura invitación al abismo.

Bordes sinuosos ahora son los sueños.

 

 

 

 

 



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