40. Ángelus Silesius
El poeta y ensayista Jorge Cadavid, quien recientemente ganó el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá por su libro Los cuadernos del inmunólogo, nos presenta una traducción del poeta místico alemán Ángelus Silesius, pertenecientes al clásico libro El querubín errante.
ÁNGELUS SILESIUS
EL QUERUBÍN ERRANTE
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Versiones de Jorge Cadavid
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Cualquiera que habite la eternidad por más de un día,
tendrá la edad de Dios.
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La rosa sin un porqué, florece porque florece,
no presta atención a ella misma, no se pregunta si uno la ve.
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Desprenderse vuelve al hombre capaz de Dios.
Pero desprenderse de Dios mismo
es un desprenderse que pocos hombres alcanzan.
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El hombre que no eleva su espíritu por encima
de sí mismo no es digno de vivir su condición de hombre.
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La rosa que contempla tu ojo carnal
ha florecido de la misma manera que Dios en la eternidad.
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El objeto único de mi amor, ignoro lo que es:
y porque lo ignoro, he ahí por qué lo he escogido.
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En el hombre sabio que mil veces muere
corre la verdad que mil veces vivirá.
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La muerte es algo espiritual.
Entre más fuerte ella es, la vida se hace más vivida.
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Uno pretende que nada le falta a Dios,
que Él no hace más que darnos dones.
Si esto es verdad,
¿Por qué quiere entonces poseer mi pobre corazón?
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Dios es pura nada, ni espacio ni tiempo.
Y cuanto más se trata de asirlo, más pronto desaparece.
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Yo sé que sin mí, Dios no puede vivir un instante.
Si yo me aniquilo, Él debe entregar su espíritu a la indigencia.
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La más noble oración se logra cuando el orante se transforma,
allá, en lo más íntimo, en aquello delante de lo cual se arrodilla.
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¿Qué es la eternidad? No es ni esto, ni aquello,
ni ahora, ni tal cosa, ni tal otra: ella es yo no sé qué.
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Sobre la lápida de San Francisco
Si aquí yace un serafín, yo quedo estupefacto de que la piedra
al lado de un brasero incandescente pueda permanecer intacta.
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Si el espíritu de Dios te toca en tu esencia,
entonces nace en ti el hijo de la eternidad.
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Cuando Dios en su esencia llega a nacer en mí
Soy, oh maravilla, gigante y niño.
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Dios es para mí bastón, luz, sendero, fin y juego.
Me es padre, hermano, hijo y todo lo que yo deseo.
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¡Qué lástima que así como los pájaros del bosque,
los hombres no cantemos juntos de corazón cada
uno su propia melodía!
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Ser activo es bueno, orar es mejor,
mejor todavía permanecer en presencia de Dios, mudo e inmóvil.
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Ser puro, claro, compacto como un diamante
para que a los ojos de Dios puedas tener un precio.
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La eternidad ignora todo de años, días y horas.
Ah, no haber encontrado todavía el centro.
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Tu mirada es rayo y nada. Tu viaje no toma tiempo.
En ese mismo instante tomas a Dios y la eternidad.
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En el descanso vives la fuerza. Tienes que estar tranquilo.
Por la puerta abierta y el umbral se deja ver la gracia.
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Amigo, esto es también suficiente.
En caso de que quieras leer más,
entonces sé tú mismo la letra y tú mismo el saber.
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El pájaro en el aire, la piedra descansa sobre la tierra,
el pez vive en el agua, mi espíritu en la mano de Dios.
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Así, cubierto de sufrimiento, cruz y pena,
como una rosa floreces.
Así, espíritu, serás.
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Sin cesar y a gritos el abismo de mi espíritu
llama al abismo de Dios: di, ¿cuál es más profundo?
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Yo tengo en mí la imagen de Dios: si Él quiere contemplarse
no puede hacerlo más que en mí, que soy su semejanza.
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Si eres divinizado, tú bebes y comes Dios.
Esto es una verdad por siempre en cada bocado de pan.
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Dios debe preñarme, su espíritu debe arrojarse sobre mí,
para que Dios nazca en mi ser.
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¿Cómo desear alguna cosa, cuando tú puedes ser tú solo
el cielo y la tierra y millones de ángeles?
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El espíritu de mi espíritu, la esencia de mi esencia.
He aquí lo que he escogido como mi estancia.
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Te nutres de imágenes cuando Tú mismo eres imagen.
¿Cómo piensas Tú, pues, subsistir?
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Un corazón para el cual es suficiente espacio y tiempo
no es digno de la desmesura de su naturaleza.
Ángelus Silesius(1624-1677) Poeta místico del barroco alemán. Toma su extraño nombre de la región de Silesia, en Europa central (su nombre real era Johannes Scheffler). Médico de profesión, ejerció en Wrockalu en el siglo XVII. Escribió sobre la interdependencia de lo visto y quien lo ve de una forma mística. Su poesía metafísica está influida por el esoterismo de Böhme, Paracelso, Franckenberg, Weigel y Tauler. Perteneció a la Orden de los Minoritas (1661), después de haber abjurado del luteranismo en 1653. El errante querubínico (Cherubinischer Wandersmann, 1657) reúne su obra en seis libros —meditaciones en forma de dísticos y alejandrinos— que conforman una de las obras maestras de la literatura espiritual europea.
Jorge Cadavid (Pamplona, 1962). Estudió Lingüística y Literatura en la Universidad de su ciudad natal, se especializó en literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá, donde ha sido profesor durante varios años y se doctoró en Filosofía en la Universidad de Sevilla, España. Es autor de los siguientes volúmenes de poesía: La nada (Universidad de Antioquia, 2000); Un leve mandamiento(Trilce, 2002); Diario del entomólogo (Eafit, 2003); El vuelo inmóvil (Premio Nacional de Poesía Cote Lamus, Universidad Nacional, 2003); El derviche y otros poemas (Común Presencia, 2006); Herbarium (Letralia, 2011), Tratado de cielo para jóvenes poetas (Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia, 2008), Los ojos deseados (Común Presencia, 2011) y El bosque desnudo, Diario oculto (Común Presencia, 2013). Publicó una antología de su poesía titulada Música callada (Universidad Externado, 2009); la antología del poema breve: Ultrantología (Universidad de Antioquia, 2003); República del viento, antología de poetas colombianos nacidos en los años 60 (Universidad de Antioquia, 2012) y Escribir el silencio –Ensayos 73 sobre poesía y mística (Eafit, 2013).