Bajo la ausencia existe un hombre
Bajo la ausencia existe un hombre
Bajo las alas hay un hombre
Cristian López Talavera
El Angel Editor, Quito, 2015
Dentro del libro Bajo las alas hay un hombre, del poeta ecuatoriano Cristian López Talavera y con el cual obtuvo el Premio Nacional Paralelo Cero 2015, podemos apreciar a la ausencia como base y estigma del poema. El autor nos sumerge en un abismo que está poblado por la infancia y la no-presencia de alguien que influye en la psicología de ese niño que no quiere crecer y que se encuentra en su futuro como un hombre que siempre vuelve, por medio de su memoria, a la infancia tan anhelada.
El poemario está dividido en cuatro partes: PENUMBRA, CANTOS DE UN ANIMAL HERIDO, BARCO EBRIO y GRANIZO DESHILVANA SU CUERPO DESNUDO EN UN VERSO DE DYLAN THOMAS. En los títulos de cada sección, notamos ya un esbozo de la poética que nos presentará en todo el libro. Presentimos un ambiente sombrío y el cual podría herirnos de alguna manera; además, está presente la referencia a Jean-Arthur Rimbaud -estandarte de les poètes maudits- y el juego poético-teatral que realiza con la ficticia conversación a modo de duelo poético en una taberna entre dos de sus más grandes influencias: Francisco Granizo Ribadeneira y Dylan Thomas.
La noche / me devela en este último espejo, / comprendo la mirada herida / de aquel niño triste / que descansa con su manojo de flores muertas / en mi poema / quebrantando mi alma
En este fragmento tomado del poema Barco ebrio, el autor nos muestra que su poemario está dentro de la sombra de la que intenta escapar pero de la cual, en el fondo, no desea salir. La muerte mirada por un niño, como recurso poético, es la nostalgia de la inocencia del poeta que busca todo lo que ha perdido con el tiempo en lo que está ausente. El poema como una causa perdida es recurrente en la idea de ausencia en el texto de López Talavera.
La voz poética de un niño huérfano que puede ver al cadáver dormido y cubierto de sombra de la madre, nos habla de un río que nos ahoga en la memoria, de una infancia que es un golpe y del encuentro con la muerte (que antecede a la idea de la muerte y el abandono). El autor nos coloca frente a un espejo que nos prefigura la muerte como una vuelta al origen, un dolor inacabado y un sentimiento de lejanía.
El poeta juega a ser Dios, pero no nos propone un hágase la luz sino un hágase la ausencia de luz, para ubicarnos más cerca del olvido que del recuerdo, más cerca del dolor que de la regocijo y más cerca de la noche que del día.
La muerte como canción de cuna / Advierte una flor desecha en miseria / Resuena en la noche / desgarra como el más fiel lamento del / dios olvidado en resaca.
Este fragmento del poema, que pertenece a la parte denominada PENUMBRA, es el lamento de la voz poética por la muerte que pudo haberse presentado como una melodía dulce, pero que llevaba dentro de sus notas un canto fúnebre y la miseria como una marca de agua. La contraposición de la canción de cuna (inicio de la vida) con la de la muerte (final de la vida) facilita al lector la identificación de aquella flor que, desecha en miseria ha logrado, estuvo en las manos del niño y ahora en las del dios -o demiurgo-, es decir, del poeta.
***
Tengo un cuchillo sin filo tatuado en la garganta
Aves dibujan luciérnagas apagadas sobre mi pecho
No existe ya dolor
Simplemente, un vacío navegando en la náusea de un dios atorado
En la puerta de esta vieja casa
Tengo frases sueltas partidas 16 veces por un torpe rayo:
No soy tu cadáver
Me niego al ataúd
No, tus ojos fríos de olvido ante mi ausencia
Despierto cada mañana en el letargo de tu caricia
Escucho voces murmullos llantos
No gusanos reptando en la ceniza que cubren mis ojos
Madre, el silencio es el abismo donde habitan escombros del recuerdo:
Una cama no es una casa
Sino el lugar donde las pesadillas son mariposas negras
aletean peces somnolientos en el alma
Un infierno es mi cuerpo;
Allí habitan perros furiosos luchando su deceso
¿Qué queda de mí sino la penumbra?
Un grito en tu almohada
Una llaga en tu sueño
Si estuvieras aquí
Levantarías a los pájaros mendigos que habitan en la ventana
Ellos, con su vuelo volverían la mirada a ese atrás
Del cual ya no queda nada
Solo un niño dormido debajo del reloj desvencijado que cuelga de la pared
Sin tu presencia
La noche no es digna de tus ojos
¿Con qué canción de cuna se acurrucará la flor?
¿Con qué poema arrojaré tus párpados siniestros en la lluvia?
Madre,
Si he de morir que sea junto a la luz que enciende la lámpara de tu cuerpo,
Morir junto al viejo,
A la ausencia de su sombra.
El viejo que está solo
Roto como estalactita
Hundido en el pozo más ocre del silencio.
Le miro recostarse luego del café de las 6 de la tarde,
Sus canas se llenan de tiznes al mirar tu fotografía.
La muerte como canción de cuna
Advierte una flor desecha en miseria
Resuena en la noche/
/desgarra como el más fiel lamento del dios olvidado en resaca.
Madre,
Tu muerte empieza y termina en el ojo acribillado del viejo
Su sonrisa es aquella hormiga que camina en la ventana trizada por la lluvia
Que camina en el borde del cerebro
Donde se crucifica tu lenguaje.
Por Juan Romero Vinueza
Cristian López Talavera. Quito, 1985. Poeta, narrador, editor y docente secundario. Ha realizado estudios en Literatura y Comunicación Social. Participó de los talleres literarios de la Casa de la Cultura en el periodo 2008-2010. En poesía ha publicado: Casa de Soledad (Quito, 2010), Diálogo con el Ausente (Manta, 2014); y, Bajo las alas hay un hombre (Quito, 2015. Premio de Poesía Paralelo Cero). Dos de sus cuentos integran la Antología: Los Engendros de la Luna (Taller Cultural Retorno, 2010). Fundador de la revista “Ojos de Perro Azul”. Dirige la editorial independiente Jaguar.
Juan Romero Vinueza (Quito, 1994) Estudiante de Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Sus poemas y cuentos han sido publicados en revistas físicas y digitales en México, Perú, Ecuador, Argentina, Colombia y España. Artículos suyos han sido publicados en Entremares Magazine, Indicium fue parte del equipo de redactores del proyecto FAVELA11 (México) y es parte del consejo Editorial de la Revista Matapalo (Ecuador) y maneja el blog de poesía hispanohablante Cráneo de Pangea, junto con Yuliana Ortiz Ruano. Consta en la Antologías Sinfonía Lírica: muestra de poesía total (Perú, 2014), Noventa Revoluciones (Ecuador, 2015), la muestra de Poesía Joven Ecuador (1885-1995) realizada por el poeta guayaquileño Abel Ochoa Suárez, Poetas Siglo XXI - Antología Mundial, realizada por Fernando Sabido Sánchez, y fue antologado en el blog Tenían veinte años y estaban locos de Luna Miguel. Es parte del taller literario Palacio caza de palabras en la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB) dictado por Raúl Serrano Sánchez.