La oscuridad tras el relámpago
Antología del Tercer Encuentro
Internacional de Poesía de Bucaramanga 2015
Ediciones Universidad Industrial de Santander
Presentación y selección de Danny Yesid León*
Hay noches tan oscuras como el silencio, noches en las que abrimos los ojos y nada se revela, salvo el vacío, la ausencia del espacio, de lo tangible. Entonces, en el corazón pesa la sangre y se hielan los huesos y temblamos, abandonados, inertes. Somos, en la ceguera, hombres que transitamos a tientas, descubriendo, apenas con el tacto, las cosas a nuestro alrededor. Y tropezamos y caemos y, quizás, nos quedamos así, tendidos, con miedo a levantarnos, con temor a seguir el juego siniestro de las sombras.
Sin embargo, en la hora más aciaga, cuando creemos desfallecer, un estruendo rompe el aire y llega, repentinamente, el relámpago. Su luz sacude la oscuridad y, por un instante, regresan a nuestras pupilas las formas del mundo. Todo se descubre. Aquello que permanecía oculto, es figurado por la intensa luminiscencia del cielo. No hay secreto, ahora, imposible para nuestros sentidos. Nos invade, el prodigio del primer fuego, la llama que urde, desde antaño, lo que nos es velado por la noche.
Tras del relámpago, ya no importa que la oscuridad se enseñoree, nuevamente, sobre la tierra. No nos interesa que claridad mengue, hasta extinguirse por completo, dejándonos como al comienzo: inmóviles, irresueltos, desamparados. No importa, porque el oficio de la luz, así sea por endebles segundos, causa un arrojo tal que disipa el miedo y dispone, en nuestro ánimo, una mínima ilusión, la esperanza necesaria para incorporarnos del polvo. Después, con mirada altiva, avanzaremos sin premura, un paso seguido de otro.
De igual forma, obra la poesía. Su voz llega como iridiscencia que repercute en el abismo, dándole al hombre la posibilidad de un camino seguro, alejado de la bruma cotidiana. Ya no es la algarabía, el despojo, la desazón del tiempo quien rige nuestras acciones. Un estrecho vínculo se ha creado entre las palabras y el hombre. El poema nos rescata, nos salva, nos humaniza, mientras dura su música. Luego, dentro de nosotros, una estrella renace y volvemos deseosos, cada tanto, en busca de su luz.
Selección
María Tabares (Colombia)
¿A dónde van los pájaros muertos?
¿A dónde, los que no mueren por el atropello de un coche
o en el campo por la bala de un niño o de un hombre?
¿A dónde van cuando fallecen de enfermos o de viejos?
¿Por qué no caen como frutos de los árboles?
¿Como piedras?
¿Por qué no se ven sus cadáveres por los suelos de los bosques,
las calles, las aceras, el césped de todos los jardines?
Quién los entierra, antes que puedan los niños
y los poetas verlos deshacerse a la intemperie,
callados, quietos.
Dalí Corona (México)
Lunes
Lo levanté mucho más temprano que otros días
porque ahora la entrada es a las ocho.
Desayunamos fuerte;
le puse en la mochila varios lápices y gomas
y dos paquetes de colores, por si acaso.
Lo abrigué completamente
y le prohibí quitarse la chamarra
a pesar de que el sol ya comenzaba a calentarnos.
Con un cordón até a su cuello
un letrero que indicaba que ese niño
era el mío.
Lo acerqué a la puerta
y antes de arrojarlo a la soledad de la primaria
le dije que mi amor por él es infinito.
Se dirigió a la fila,
que es el patíbulo primero que recuerdo,
y vi cómo valientemente
caminó, sin voltear, hacia el salón.
Camila Charry Noriega (Colombia)
LA PALABRA HA MUERTO,
sin ella
¿Cómo nombrar a Dios?
En el silencio,
en la ausencia de palabra
el mundo flota como una idea
ensombrecida, virtuosa
y también Dios,
su lenguaje hecho de capricho humano
de humana incertidumbre.
Ahora, cuando no hay palabra
cuando el lenguaje abandona
su servidumbre,
su súplica, aún digo:
–Dios, sálvame de tu furia, dame luz y sed
protégeme de mí misma,
aunque sea haz que en mí las palabras digan algo
traigan algo
revelen alguna verdad
si es que acaso existes–.
Julio Serrano Echeverría (Guatemala)
A un cuerpo que nace
No tenemos nada para darte,
poco tenemos en realidad que decirte,
no podremos guiar tus pasos
a pesar de nuestro necio intento.
Ahí frente a tus ojos
están las flores,
está la tierra
y está el mar.
Y nunca sabrás
qué son las flores,
qué es la tierra
y quién es el mar.
Nosotros también lo ignoramos
aunque poco a poco
algunos se conviertan en flor,
otros en tierra
y todo flote inevitablemente hasta el mar.
No tenemos nada que decirte en realidad,
pero esperamos ansiosos
las palabras nuevas
que hoy nacieron contigo.
Denisse Vega Farfán (Perú)
Compré una pipa para mi amigo peruano...
Para Renato
Compré una pipa para mi amigo peruano
en el Mercado de la Seda.
«Es de cuerno de yak», me dijo la dependiente.
Tiene un lomo suavísimo, discreto,
y un revestimiento de cobre en la boca del hornillo.
Ya temprano había visto su carne
delicadamente sazonada en el bufet
satisfaciendo sobresaltados comensales
—poetas trashumantes buscando el elixir
de su infatigable demonio—.
Teníamos que haberlo visto a 6000 metros de altura,
con la joroba dispuesta, peinando los desiertos del Tíbet.
Detenidos en su ojo, complacido y triste, adivinamos la vida.
Mi amigo colecciona pipas de todos sus viajes,
como si no quisiera abandonar la humareda interior
de cada comarca extraña.
Ya en casa, enciende una al azar
en la demandante hora del poema,
y se pone a laborar, sin angustia, en sus apariciones reptantes.
Quiero creer que, en la espiral de humo, volverá el yak,
paciente como en las estepas más frías,
para guiarlo mientras escribe, entre salvajes amenazas,
decapitadores vientos, que tan bien reconoce.
Beijing, 2013
J. J. Junieles (Colombia)
Lo que nadie sabe
Mi madre aseguraba que una taza de ruibarbo
podía curarlo todo, hasta los males del amor.
Mi padre pensaba que un poco de dinero
era mejor que el ruibarbo y el amor
(además, podía comprar mucho más que eso).
Cuando yo tenía fiebre o estaba triste
ella me daba ruibarbo.
Mi padre me dejaba algunas monedas.
Cuando ella murió él se metió en su cuarto,
apagó la luz y sentí que lloraba bajito.
Jamás lo había visto hacer esas cosas
y el aire empezó a faltarme.
Toqué la puerta y cuando me abrió
dejé en su mano una moneda.
Luis Mallarino (Colombia)
Mi amor sí existe y nunca se peina
digamos que puedo reunir
cuatro tapas premiadas
más mil pesos
y reclamar el amor
en un punto de venta autorizado
digamos que el amor viene escondido
en la caja de cereales
o que por la compra de un cepillo de dientes
llevo gratis la pasta dental y el amor
digamos que el amor esta entre las piedras de algún zapato
o detrás de la puerta o bajo la cama
o que viene incluido en el combo de papas fritas
digamos que ya viene en jarabe
o en pastillas
o que siempre se aparece junto a la mosca del café
digamos que puedo adquirir amor instantáneo
y ahorrarme el azúcar
o conseguir una de esas tarjetas de amor prepagado
y controlar mi consumo
digamos que marco un número equivocado
y el amor levanta la bocina
o simplemente
digamos que puedo despertar una mañana
y de repente amar sin querer
en fin
digamos que el amor anda suelto
y vendrá por mi
cuando te vayas.
***
* Danny Yesid León Moncada (Bucaramanga, 1990). Cursó estudios de Licenciatura en Español y Literatura. Actualmente se desempeña como Consejero Departamental de Cultura y director del Encuentro Internacional de Poesía de Bucaramanga. Preparó las antologías La voz alucinada y La oscuridad tras el relámpago (Ediciones UIS). Ha publicado los libros Momento del decir (primer puesto en el VIII Concurso Internacional Buenaventuriano de Poesía), Cantar de bruma (Ediciones UIS) y Desde estancias habitadas (Premio de Poesía Editorial Praxis 2014). Ganó la beca Artistas Jóvenes Talentos- ICETEX, Ministerio de Educación, 2015.