Poemas inéditos de Cobo Borda
Si alguien nos puede recordar que el mundo sin las palabras no sería sino pura nada es Juan Gustavo Cobo-Borda quien ha hecho de su vida todo un homenaje a las letras; y cita:
La poesía apenas si tiene que ver con la historia. Es la otra historia. Nace en esa "inmunda tienda de andrajos y osamentas llamada corazón", como la calificó Yeats. Luego se convierte en otra cosa. Gracias a su mediación el mundo se torna claro. Recordamos perfectamente lo que nunca habíamos vivido de ese modo. Las palabras no sustituyen la realidad, pero luego de que la realidad desaparece, sólo ellas la recuerdan. Le dan razón de ser. Solo ellas... y el mundo que parece refutarlas, paso a paso.
A continuación algunos poemas inéditos preparados por él para la revista:
EL CHOCOLATE Y LA LLUVIA
El primer viaje sería el de Marco Polo,
los segundos los de Colon y Vespucci.
El tercero sería el tuyo
cargada de ruinas.
De itinerarios imprevistos
que te traen aquí
con tu desierto a cuestas
¿Son acaso los libros la vida?
Sin embargo el impulso te distrae
y mira la lluvia
sólo para interrogarse
en que encrucijada te encuentras,
entre un hombre fanfarrón
y una mujer estéril.
Pero quizás de allí
surja el nuevo itinerario.
Ciudades
que en algo sutil
no son las mismas
cuando regresas,
erosionados los cimientos
y escindidas las grietas.
Debes reunir lo disperso
y recobrar el sentido,
apacible en el centro del torbellino.
Allí donde unos ojos
sólo perciben la magnitud
de su fatiga.
***
Temblor incontrolable
que vibra y se proyecta
hasta agonizar sobre un vientre
que aún se estremece
en el goce involuntario
pero cuan perceptible.
Tan deseosos aún en el reposo agradecido:
Como fruta muy madura, ofrecida y comestible,
que debe ser saciada y no se agota
hasta cerrarse sobre si misma.
Que sólo desea disfrutar de su deleita
mientras la cabeza, hirviente aún de fiebre,
se reclina en abandono, más allá del mundo
y de la almohada caída.
EL EXILIO INTERNO
La boca cosida para no maldecir
ni al sargento ni al caballista.
Con poncho zurriago,
terneras mamonas
y ferias con olor a boñiga.
A eso estamos reducidos,
a la insignificante parcela
de un país a trasmano
sin vías, puertos o túneles de fuga.
Cárcel cómoda y ya establecida
donde todos nos conocemos
y hacemos favores mutuos
sin riesgo alguno.
Indignos pero satisfechos al fin
con nuestra abulia
que lima con suavidad los días
y entrega obras endebles pero resignadas,
exactos reflejos de nosotros mismos.
Afuera, el mundo integro.
***
Quieres explicarme, por favor, lo que pasa.
ese desborde de palabras que van hacia ti,
arrebatadas e incontenibles.
Mientras tú, reflejada en el dolor,
en el duelo de la pena,
sólo otorgas la tregua de una sonrisa.
Nada más nace
en estos días de ceniza
un remoto afecto
pero las palabras se cargan
de intensidad y persistencia.
Son una emoción que habla
vuelven a proponer el pacto
y la caída redentora.
Allí donde el brazo, al sostener una cintura,
hace menos áspero el transito
hacia una complicidad repentina
y ya traspasada por el dolor.