El sol y la carne - Camila Charry Noriega
Nota de Pablo Di Marco (Fragmento)
Selección de Alejandro Cortés González
Si es verdad que todo buen libro tiene un mandato, El sol y la carne cumple con el suyo: recordarle al lector desprevenido que la poesía también es capaz de revelar y echar luz al horror que nos rodea. A fin de cuentas, quien quiera estudiar y juzgar —y por qué no, también comprender— a una nación entera decidida a ahogarse en un baño de sangre, encontrará más respuestas en la cruel y bella poesía de El sol y la carne que en cualquier ensayo político o libro de historia.
Pablo Di Marco
Buenos Aires, abril 2015
El sol y la carne
Ediciones Torremozas, Madrid, 2015
CUANDO CAIGA LA ÚLTIMA PALABRA
bajo el puente y entre los animales muertos
todos puertos que hemos olvidado,
aun existirá el recuerdo de la juventud
para constatar que se ha dejado la piel ante el templo.
El amor como el más fiero de los mares
nos devolverá a los pies el esqueleto tibio
de lo que la vida reclamó para que la felicidad o el tedio
hicieran de nosotros.
SEGOVIA
Los perros también se acercaron
pero el hedor los alejó,
a ellos que han aprendido a destilar de lo amargo
el amable vapor de la belleza.
El cuerpo ladeado se entregaba al abismo
suspendido de una rama sus pies se sacudían bellamente
la cabeza inclinada hacia los ojos de sus padres
parecía vieja, aguerrida
en ese cuerpo hinchado y extraordinariamente joven.
Hueco el vientre dejaba ver la sangre seca que retenía
los órganos
como una mueca generosa de la muerte.
Los padres se balanceaban abrazados
tristísimos sobre sus propios pies;
bailaban al ritmo del cuerpo que pendía de la rama.
PATRIA
El niño recoge espigas de sol.
Vuelve sereno y cantando por el campo.
Revienta sobre su cuerpo el fusil del asesino;
lo embiste la noche.
Vuelan por el aire sus ropas
como banderas de una patria sin nombre.
PÁRAMO DE LA SARNA
Al lado de las lagunas crecen esbeltos frailejones
que la luz ondea,
los pájaros,
frutos claros forjan la realidad de la mañana.
Se curva el día
sobre la bruma;
fantasma que ronda las lagunas.
A veces parece que de la entraña de un bestia destazada
surgiera la voz terrible que persigue el viento.
A veces parece que todos los huesos que aún cuelgan de los árboles
fueran endémicas flores que el páramo cristaliza.
PAGARÁS POR TU SILENCIO
y por tus palabras
por tu falta de pudor
por haberte hincado ciego
ante los dioses de la tarde.
Pagarás por ofrecerles el hígado y los labios
por dejarlos oler tu bilis y tu miedo
por llorar
y por amar
el oscuro ministerio de lo ausente.
SOMOS LOS DESTERRADOS
los que se miran
desde la desdicha que habita
todos los finales.
Somos los que rasguñan la entraña de esa fiera
que llaman Dios
para que sangre y llore
porque no podemos retener el tiempo y su vértigo en mitad del cuerpo.
EL PERRO MUESTRA FRENÉTICO SUS DIENTES
y corre con su presa entre la boca
llanura adentro;
ha sido largo el suspiro exhalado por el que ahora es un cadáver
banquete que entre mordiscos el hambre y el instinto riñen.
El perro cruza luego la noche,
la tiniebla que para él resulta el mundo humano.
Jadea, lame las magulladuras de sus días
sabe, entiende
qué son la soledad y el destierro,
pero desconoce la función del tiempo,
su impostergable cometido;
envejecerlo todo, acabarlo todo.
Como el perro mis labios riñen con la vida y tragan luz,
jamás sacian su hambre,
ya adentro la luz es un rayo
y se extiende por las entrañas del cuerpo
que también cruza la noche magullado,
solitario consciente de que será cadáver,
banquete del tiempo;
ese otro perro
que llanura adentro,
noche adentro,
todo lo devora.
LA PALABRA HA MUERTO,
sin ella
¿Cómo nombrar a Dios?
En el silencio,
en la ausencia de palabra
el mundo flota como una idea
ensombrecida, virtuosa
y también Dios,
su lenguaje hecho de capricho humano
de humana incertidumbre.
Ahora, cuando no hay palabra
cuando el lenguaje abandona
su servidumbre,
su súplica, aún digo:
–Dios, sálvame de tu furia,
dame luz y sed
protégeme de mí misma,
aunque sea haz que en mí las palabras digan algo
traigan algo
revelen alguna verdad
si es que acaso existes–.
ENTRE LA RED EL PEZ AGUARDA,
estaca la red que impide su huir.
Agua y pez socavan el hueco del tejido
en un bello intento de fuga.
Perpetuidad su vuelo entre la nube de mar que lo consume.
El pez reconoce pronto en la entraña del agua
el espejo que lo reclama;
bebe su instante de verdad
sin alegría.
Vuelve del otro lado de la red cocido.
Igual los hombres acá,
regresan del otro lado de la calle cocidos,
su hambre intacta.
TREBLINKA
Quiero verlos a todos, quiero mirarlos, quiero echar una mirada muda sobre mi pueblo asesinado, Y voy a cantar... Sí... ¡tomo el violín y canto!
Jizchak Katzenelson
Sobre el riel que sostiene la última noche
corren a través de la bruma los vagones.
Los vagones
úteros enfermos
escupen al detenerse, brazos y cabezas.
Los cuerpos que bajan y caminan hacia el muro
son solo espectros
a quienes después de vagar por fatales geografías
les arrancan de las manos
hijos
maletas
ropa disecada por la sangre ajena
por su misma sangre.
Antes de la pólvora, antes del pánico por su propio corazón,
antes de los coágulos que se extienden sobre la carne
para conservar unidos los fragmentos,
antes que nada,
la boca abierta reclama un gesto
que remede el espíritu humano;
moscardones aunque sea,
acostumbrados al olor oxidado de la sangre caliente
en las alcantarillas.
NO HAY FRUTO EN LA PALABRA FLOR,
solo adentro
en el tremendo temblor que es el poema
que destila la muerte o el amor
lo simple se hace ser.
La lengua es una oruga que bordea el urgente tiempo;
la página posible de realidad.
La palabra temperamental que concibe la palabra flor
como si la belleza fuera el objeto y no su deseo,
su consumación.
Adentro crece la imagen de lo permitido
y en un doble acto de renuncia, lo permitido perece;
gana su unidad y estalla mientras la vislumbra.
Solo adentro el fruto es comestible;
lo demás,
veneno.
***
CAMILA CHARRY NORIEGA
Nació en Bogotá, Colombia en 1979. Es profesional en estudios literarios y estudiante de la maestría en Estética e historia del arte. Trabaja como profesora de literatura. Ha publicado los libros Detrás de la bruma, El día de hoy, Otros ojos, y El sol y la carne. Ha participado en diversos encuentros de poesía en Europa y América. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, polaco y rumano.