Revista Latinoemerica de Poesía

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Tracisio Agramonte



   

 

Nota y selección por Jorge Valbuena

 

Caminaba por las calles de la ciudad y se perdía como el viento en las esquinas tejiendo siempre un susurro, como un oleaje, entre los labios. Era el mar, Tarcisio era el mar, iba y venía inconsolable por entre la profundidad de este asfalto, sin orilla.

Su poesía nos cuestiona desde el lugar, nos fija una geografía en la memoria; los territorios que hemos sido y que somos, los que hacen un viaje a través de nuestros significados para volver a fundarse. Otra forma del destino habla en sus versos, un naufragio perpetuo que vamos heredando como huella. En palabras de Jairo Mercado Romero: ¨El mundo poético de Agramonte es un mundo visual que necesita ser objetivado, descrito y representado en imágenes tangibles. El poeta es un anatomista. Disecciona impasible sus criaturas y busca plasmarlas como en el fondo de una cámara, en el repliegue más recóndito del corazón. De la agónica experiencia de aprisionar en palabras el universo, el resultado es la reinvención de la realidad, el encuentro feliz con la identidad del objeto, más allá de la cosa misma y del lenguaje.¨   

El pasado 18 de abril falleció en Bogotá después de un lamentable accidente de tránsito. Lo recordamos con sus versos, llenos de ese lugar mar adentro donde vivía el poeta Agramonte:  

 

 

 

De Haikus de la aldea sonora (1980 – 1998)

 

 

Abismo

Del páramo. Una cometa.

Quieta en lo alto.

 

 

 

Entre montañas,

La luna. Ostia del mar.

Y silencio.

 

 

 

En la proa

De la barca, se mecen

Farol y llama.

 

 

 

Ladrillos rojos.

La ciudad. Campo de lirios,

El cerro.

 

 

 

Cascada. Sonoros

Yunques de piedra, débil

Martillo del agua.

 

 

 

El monje toca

Su caracola. Y se llena,

De pájaros, el templo.

 

 

 

Luna en la tarde.

Y florece, en libélulas,

El viento.

 

 

 

El río.

Se despide hacia el mar,

Y llora el agua.

 

 

 

Rumor de aguas.

En las alturas del páramo,

La niebla.

 

 

 

Rectos,

Los árboles juntos. El solitario,

Se tuerce.

 

 

 

Lloviznas

Al medio día. Y se coronan, de páramos,

Los lirios.

 

 

 

Fondo del mar.

Se ahogó el alcatraz,

Pescando estrellas.

 

 

 

Al arroyuelo

Las flores. Pastor de aguas

Y pétalos, el río.

 

 

 

De Los caminos del mar (1979 – 1986)

 

 

 

JULIANA DEL MAR

 

El mar.

Ondula su faralá, de nuevo,

sobre la playa.

 

Yo.

Me acerco

a tu corazón,

con pasos cortos

y lentos, como quien mide la hondura

del agua.

 

 

 

BECQUERIANA

 

Ignorando

la inextricable

ruta del azar,

llegamos.

 

Cuando creemos

a puerto fijo,

en ruta fija

llegar,

hemos partido.

 

Habiendo sido apenas

en las rutas del mar funámbulos de sueños.

O imperceptible huella de pájaros en vuelo,

al vaivén de oscuras turbulencias.

 

 

 

DECÁLOGO SOLAR

 

1.- Tomar al sol

ardiendo

entre las manos.

 

2.- Acariciar al sol

como a un niño pequeño.

 

3.- Dejarle vagar,

iluminando,

por todos los rincones de la casa.

4.- Y con sus alas

remontar el vuelo.

 

5.- Transfundirle

caricias de esperanzas

al sol cuando esté triste.

 

6.- Y levantar al amor un pedestal

con el metal, vibrante,

de los sueños.

 

7.- Construir para el sol

un otero en las montañas,

para que mire –en las tardes de añoranzas-

cómo se abate el ocaso sobre el mar.

 

8.- Llevar al sol al corazón

y allí cobijarle con el alma,

como protege un fino manto de cenizas

a las ascuas ardiendo en el hogar.

 

9.- Caminar erguidos por el mundo.

Solos. Con un temblor de luciérnaga en los ojos.

Y en los ojos el sol, como un lucero.

 

10.- Sacar el sol al patio

en las mañanas. Y con él,

tomar el sol cuando se ponga viejo.   

 

 

 

RONDA

 

03:00 a.m. Salgo a buscar un cigarrillo

y me sumerjo en la entraña, obscura, de la noche.

Las farolas de los autos son girasoles perdidos

que navegan sin tropiezo la inercia de las calles.

 

El grafito de un perro callejero

desafía, insensible, el paso de las horas.

Y detrás de las ventanas, en donde se afilan,

torvos, los cuchillos, alguien,

en un corazón de mujer en vasta geografía,

construye cárceles y aprisiona los sueños

en nombre del amor.

 

03:00 a.m. Salgo a buscar un cigarrillo

y me sumerjo en la entraña, obscura, de la noche.

A esta hora, la gloria soñada de locos y mendigos,

dueños por fin de calles y estatuas, vocifera.

Arriba, el cielo es un campo baldío. Y la luz

reposa bajo un párpado de estrella.

 

 

 

***

 

 

TARCISIO AGRAMONTE ORDOÑEZ – (Calamar, Bolívar, Colombia 1955; Bogotá 2015) Sociólogo, Cooperólogo, Investigador Social, Gestor Ambiental y Periodista. Colaborador habitual de diversos Periódicos y Revistas Culturales Literarias de la Costa Norte de Colombia, del resto del país y del exterior, ha sido incluido, entre otras Publicaciones, en: Selecciones de Poesía del Mar, Antología Universal de la Poesía del Mar. Ediciones Exilio, Santa Marta, 1993; 10 Poetas de la Costa Norte de Colombia (1850 - 1993). Ediciones Luna Nueva, Tuluá, Valle del Cauca, 1994; El Pensamiento Costeño, Diccionario Enciclopédico-biográfico de Escritores y Pensadores oriundos de la Costa Norte de Colombia. Tomo II. Editorial Antillas, Barranquilla, 1996; y en la Antología Los Versos más Bellos de la Poesía Bolivarense. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes de Bolívar, Cartagena de Indias, 1996. Su primer Libro, Los Caminos del Mar, es ganador del Primer Premio de Poesía en el VI Concurso Iberoamericano de Cuento y Poesía COMFAMILIAR, Barranquilla, 1988; y del Premio Especial al Mejor Trabajo Extranjero en el VI Concurso Iberoamericano de Literatura XAVIERA CARRERA, Valparaíso, Chile, 1988. Fue miembro fundador de la Asociación de Escritores de la Costa y Miembro del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia



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