Taty Torres Díaz
Presentamos un conjunto de poemas de Taty Torres Díaz, (Chile, 1961) Ganadora del Premio Ceres de Artes Literarias Región del Bio-Bío en poesía 2014. En 2016 obtuvo el premio Juegos Poéticos y Florales Gabriela Mistral -uno de los más importantes del país- con su libro Leonora Bruce. Beca de Creación Literaria del Fondo Nacional del Libro por Garra de lobo y nada (2015), Cáscara y luna (2017), Al otro lado de lo oscuro (2020), Intemperie (2022). Premio Concurso Nacional de poesía Verbo(des)nudo, 2018, por su libro Senderos para un pie desnudo. Premio Municipal de Literatura Penco 2018. Sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, rumano y francés. Otros libros de Taty Torres son: El guardián de Mis Llaves, El Arte de Vivir, De Rokha en mis círculos acuarios, Ojos cuervos, Médula y gemido, El Ritual de mis Días, Nombres del hombre, Puerta y Silencio antología personal. Invitada presencial al Festival Internacional Paralelo Cero 2019, Ecuador Invitada presencial al VII Encuentro de Escritores Hispanoamericano, Cuba. Directora del taller de poesía Escribir un libro, de la Corporación Cultural Artistas del Acero. Directora de la Feria y Encuentro Internacional del libro 2021. Actualmente trabaja en el Programa ACCIONA del Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio.
EL OLVIDO
La astilla del olvido se clava en la memoria
las imágenes transparentes mutilan.
Mi madre se enreda en hilos de ensueños y llora.
La luz de la tarde viene gris
y la puerta del recuerdo poco a poco se cierra.
Con la piel minúscula se desliza a la desmemoria.
Atrás quedan
las mañanas de mermeladas y las tardes de rosales.
El invierno viene como astilla a enterrarse en ella
y lloro por los pequeños colgajos que nos unen
historias antiguas que estremecen
lloro por el algodón de azúcar
que se tornará amargo cuando venga el recuerdo.
MI ABUELA
Mi abuela Doña Tránsito Güenante
aprendiz de machi
preparó su alma cuando el sol mordía.
Sus venas pedían florecer bajo el roble
cuando la salpicó el amor en su madrugada.
En sueños busco el cobijo de su ala
y la encuentro
y me encuentra en el palpitar de mi sangre.
Mi abuela mapuche acomoda sus trenzas
y mira de medio lado
trata de entender mi idioma niño.
Por la mañana quema hojas de laurel
y habla con sus dioses en una letanía confusa.
De ella heredé el nombre
las manos calientes
y el don de sanidad.
Todo lo resuelve con hierbas en su negro fogón
en su negra olla.
Paico para el dolor de barriga
borraja para las fiebres
y para la sangre chilco.
Mi abuela
Doña Tránsito Güenante
sonríe para mí en el solsticio de invierno.
EL CAMINO A CASA
La vida se conoce viviendo
hay que buscar
en la fermentación de los frutos
en la flor del ciruelo
una razón para soñar.
Nos habita una distancia
nos agrieta
y naufragamos entresueños
pero si dejas la luz encendida
en algún rincón
tan vez encuentres el camino a casa
suele ocurrir
que perdemos el rumbo porque olvidamos
buscar en la flor del ciruelo
una razón para soñar.
ESCARABAJOS AZULES
Se humedecen los ojos con ráfagas de aromas
canta el viento bajo la niebla
y espero.
El aroma de un café acompaña
un café negro como la tarde que amenaza lluvia.
Los colores tan vívidos perdieron su frescura
comienzo a respirar pasado.
Mi hija se pregunta por mi tristeza
quiere saber el porqué de mi aparente opaco.
Miro mi reflejo en la vidriera llena de tazas y copas
tiene razón
hoy parezco el sol muriente de la media tarde
sonrío.
Para ella el tiempo es su aliado
un buen compañero de planes.
En tres años espero retirarme del trabajo
dice
y en cinco tendré mi propio negocio
y yo pienso
¿En cinco años cuantas cosas habré olvidado?
En cinco años el ciruelo del patio pequeño
¿existirá?
¿Tendrán dónde cobijarse los escarabajos azules?
En cinco años tal vez todo sea oscuro para mí.
UN SÁBADO CUALQUIERA
La nostalgia está sentada en el portal
un sábado cualquiera
tal vez es el mismo sábado
que los jóvenes desesperados
bailan solos y desesperados
una música desesperada en Portocaliu.
Está sentada digo mirando la comisura de la calle
mirando los adoquines que adornan esa comisura
y piensa Omar/Amor (¡Cuánto te gustaba ese juego de palabras!)
piensa en el reloj detenido
que ya no ocupa lugar en tu pecho
piensa en tu sed
en la alucinación de tu sed.
Ahora pintas tu mundo secreto de azul-silencio
sostienes la nube la vida con su lengua tibia
lengua de colibrí.
Pintas tu mundo secreto
sobre las pausas que dejó el amor
sobre las lágrimas que inundan estos manuscritos.
No hay muerte en la memoria dijiste
huellas quedan un recuerdo una transparencia
una nostalgia de nido vacío.
Sin ti seremos niños un poco más Omar/Amor
para jugar en el borde de la herida.
LA TARDE
La tarde con temerarios destellos habla de ti
tu voz y la canción inconclusa también hablan de ti
pero son las cosas
las cosas acostumbradas a la caricia de tu mano
ellas te extrañan más.
Con ecos nostálgicos hablan de ti las sábanas
y el vaso de agua en el velador.
El amor
que a veces se trasforma en una cosa
(no es tu caso, claro, tú lo sabes, yo lo sé)
también habla de ti.
Habla de ti mi despertar
tu mano en mi cadera
el arete celeste de mi oreja derecha
y el vestido verde que tanto te gusta.
Las cosas llegan a este poema como un soplo trasparente
quieren ser nombradas.
Quien lea esto no entenderá la complicidad de tu boca
con la taza de café
de tu mano hurgueteando en platos y cucharas
no entenderá el murmullo del beso en la despedida
y el latido del corazón esperando el regreso.
MENSAJES SUTILES
El vestido verde que tanto te gusta
duerme dentro del closet
como un embrión abrazado a si mismo
no baila con la brisa no se desliza intrépido.
La cafetera está silente
no salen cantos lunfardos de ella
no vibra y el agua se asfixia lentamente
¿Dónde el aroma? ¿Dónde el calor?
Me pregunto por qué las cosas dejaron de hablarme
cuando dejé de oír su voz.
Yo solía conversar con las fotografías
dejaba huellas sobre la sonrisa de mis hijos
bebía café y me aferraba a la taza como a un cuerpo tibio.
Ahora me sorprendo dormida
sin el pálpito en la punta de los dedos.
¿Estoy huérfana de las cosas? ¿O ellas están huérfanas de mí?
En los pliegues del día dejan mensajes sutiles
algo en mi percibe las formas
intento un dialogo para iniciar el camino de retorno
hundo la nariz en la borra de café
rondo con los ojos la secreta orilla de la taza
acaricio la voz de las cosas
palpo sus formas cercanas y distintas
penitente me aferro a ellas y vuelvo a escuchar lo que dicen.
***